domingo, 3 de mayo de 2015

Oleada de empresarios extranjeros en Cuba

LA HABANA.- Las numerosas visitas en abril a Cuba de empresarios no solo de Estados Unidos sino también de Gran Bretaña, Holanda, España y Japón parecen demostrar el interés internacional por el mercado cubano y sus potencialidades.

    Esas estancias aumentaron visiblemente en el último medio año. Los viajes empresariales se mezclaron con los de personalidades oficiales acompañadas por hombres de negocios, hecho que se debe tanto al "deshielo" con Washington como a los cambios en las reglas cubanas para recibir capitales foráneos. Los analistas no descartan por otra parte como factor clave la creciente competencia de los mercados más poderosos del mundo sobre el latinoamericano ni tampoco, en el caso de los países europeos, la influencia del diálogo que adelanta Cuba con la UE para mejorar sus relaciones bilaterales.
    De una u otra manera, los arribos a La Habana no cesan, como demuestran las incesantes llegadas a lo largo del mes de abril.
    Desde Estados Unidos visitaron Cuba por ejemplo la líder de la asamblea estatal de California, Toni Atkins; el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, acompañado por un grupo de empresarios, y una delegación comercial de Dallas, Texas. También estuvo en La Habana una representación comercial británica que logró acuerdos por unos 400 millones de dólares y una delegación de empresas holandesas especializada en diferentes sectores (dragado, marítima, agricultura, energía renovable y salud).
    España desarrolló a mediados de abril en La Habana un foro empresarial, delegación encabezada por el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz.
    En todos los casos, las autoridades cubanas explicaron los objetivos de la nueva ley nacional para la Inversión Extranjera y las ofertas en ese sentido de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, situada a 45 kilómetros al oeste de La Habana, que pretende convertirse en la puerta del comercio exterior y las inversiones en la isla.
    Desde Asia, el 30 de abril arribó por otra parte el ministro japonés de Asuntos Exteriores, Fumio Kishida, para una visita hasta el 3 de mayo: la primera de un canciller del Japón a la isla del Caribe. Kishida fue por otra parte recibido ayer sábado por el ex presidente Fidel Castro.
    Esta "oleada" de visitantes probablemente no disminuya en mayo. El día 11 próximo llegará a La Habana el presidente francés François Hollande, la primera visita de un mandatario occidental desde que se divulgó el "deshielo" con Estados Unidos, el 17 de diciembre pasado.
    Por el momento, los acuerdos firmados son pocos. Ese resultado inicial sería lógico en el contexto de las relaciones de Cuba y Estados Unidos ante las cuales persiste un obstáculo colosal, el embargo de 54 años que aplica Washington a la isla. En el caso del "resto del mundo" a la necesidad de compaginar con la cubana economías totalmente diferentes y basadas en el libre mercado.
    Para Cuba, que necesita 8.710 millones de dólares en inversiones extranjeras para impulsar 246 proyectos en 11 sectores económicos, los numerosos viajeros que recibe pueden convertirse a corto plazo en dinero "fresco", una bonanza que necesita su economía con urgencia.
La economía griega no se ha desmoronado como consecuencia de una conspiración internacional dirigida a desacreditar al progresista Gobierno de Syriza. En realidad, Grecia lleva más de tres décadas desmoronándose bajo la bota de un Estado gigantesco que ha terminado ahogando cualquier posibilidad de que floreciera un tejido empresarial próspero. El euro no es el culpable de los problemas de fondo de Grecia: únicamente los ha puesto de manifiesto. Cualquiera que haga un recorrido por la reciente historia económica del país no podrá más que constatar que el desastre viene de lejos.

► 1. Gasto público hipertrofiado

En los últimos 35 años, Grecia ha duplicado el peso del Estado en su economía. Mientras que en 1980 el gasto público se ubicaba en el 25% del PIB, en la actualidad roza el 50%. Una sobredosis estatal que se ha financiado esencialmente por tres vías: impuestos, deuda e inflación.

► 2. Impuestos salvajes

La multiplicación de los desembolsos estatales ha ido inevitablemente de la mano de una multiplicación de los tributos. La presión fiscal desde 1980 también se ha duplicado, lo que se ha traducido en que, por ejemplo, las cotizaciones a la Seguridad Social superen el 40% del salario (son incluso mayores que en España) o en que el tipo general del IVA ascienda al 23%.

► 3. Endeudamiento endémico

El actual déficit público no es un fenómeno novedoso en la historia griega. El país no ha cuadrado ni un solo presupuesto desde 1980: de hecho, el déficit público medio por año ha equivalido al 7,5% del PIB. De ahí que la deuda pública cerrara 2014 en casi el 180% del PIB, casi el doble que la ya de por sí muy elevada deuda pública española.

► 4. Confiscación inflacionista

La inflación es un impuesto invisible que pagan los ahorradores en dinero o en renta fija: el Gobierno se financia imprimiendo billetes que deterioran el poder adquisitivo de los ciudadanos. Entre 1980 y 2001, la inflación acumulada de la dracma fue del 1.430%, una media del 39% anual. Acaso por ello, y pese a la muy intensa propaganda en su contra, el 70% de los griegos desea seguir en la moneda única y no quiere oír hablar de regresar a la dracma.

► 5. Mercados encorsetados

Por si la sobredosis de gasto público no fuera suficiente, la economía griega se ve además castigada por la falta de libertad económica. Según el Índice de la Fundación Heritage, Grecia ocupa el puesto 130 del mundo entre las economías menos libres: por detrás de Líbano, Uganda, Nigeria o Pakistán. Especialmente lamentable es la situación de su sistema judicial —se estima que el 20% de las controversias judiciales se demoran más de una década en ser resueltas—, algo que redunda en una nula seguridad jurídica para la inversión a largo plazo.

► 6. Crónico déficit exterior

La absoluta falta de competitividad del país ha llevado a Grecia a importar sistemáticamente más de lo que exporta. Como media anual, Grecia ha comprado al exterior el equivalente al 5,5% de su PIB por encima de lo que ha vendido. Por eso el país depende críticamente de mantener sus relaciones comerciales y financieras con el resto del mundo: porque mientras no alteren sustancialmente su modelo productivo, son incapaces de producir internamente aquellos bienes y servicios que necesitan los griegos para mantener sus estándares de vida.

► 7. Un rescate privilegiado

La progresiva acumulación de deuda pública en un país asfixiado a impuestos y con nula capacidad para generar riqueza lo condujo en 2010 a la bancarrota. Fue entonces cuando sus socios europeos tomaron la mala decisión de rescatarlo en lugar de dejarlo quebrar: se quiso ayudar a la oligarquía griega a costa del bolsillo de todos los contribuyentes europeos y, al final, nos han empobrecido a todos sin solventar los males de la economía helena. Eso sí, lo que desde luego no podrá aseverarse es que las condiciones del segundo rescate europeo a Grecia fueran leoninas: en 2012, a Grecia se le condonó el 53,5% de su deuda pública en manos de inversores privados, se alargó su vencimiento medio hasta 16 años (el doble que el de Alemania o España) y se redujo su tipo de interés medio al 2,5% (más bajo que el pagado por Alemania).

► 8. Una banca que pende de un hilo

La gigantesca incertidumbre económica que vive el país, agravada por la propia incertidumbre política generada por Syriza, ha provocado que desde 2009 hayan escapado más de 100.000 millones de euros de sus bancos. De hecho, sólo en los escasos meses que lleva Syriza en el poder, los depósitos bancarios se han reducido en más de 25.000 millones. De no haber sido por la línea de liquidez de 77.000 millones de euros que el Eurosistema está actualmente proporcionando a las entidades financieras griegas, éstas ya habrían tenido que decretar un generalizado corralito.

► 9. Syriza se niega a cumplir su palabra

El Estado y la banca griega son insolventes. En circunstancias normales, el gobierno decretaría la suspensión de pagos, saldría del euro, devaluaría astronómicamente su nueva moneda, empobrecería todavía más a su población con una masiva inflación y, tras ese borrón y cuenta nueva, trataría de volver a empezar. Pero de momento parece que todas las partes tratan de evitar ese trágico desenlace: Bruselas dice querer extender los plazos y los importes del rescate y Syriza dice estar dispuesta a aplicar nuevas reformas y ajustes a cambio de los fondos que necesita. Así las cosas, en febrero Syriza se comprometió a cuadrar sus cuentas subiendo el IVA y el IRPF, recortando el «gasto social» y manteniendo la reducción de empleo público. Pero, hasta la fecha, el Gobierno griego no ha movido ficha para transformar esas promesas en realidad, lo que ha llevado a la troika a paralizar el desembolso de los fondos prometidos en esa extensión del rescate.

► 10. El verdadero tictac

Sucede que, sin esos fondos, Grecia está condenada a quebrar. El calendario de vencimientos de su deuda pública es alarmante: entre el 12 de mayo y el 13 de julio debe devolverle 2.800 millones al FMI y entre el 20 de julio y el 20 de agosto, más de 6.600 millones al BCE. Ambos pagos ascienden al 5% del PIB del país: un dinero del que Syriza carece por entero. En ausencia de un acuerdo con la tan denostada troika, el Estado y la banca griegos suspenderán pagos en menos de un trimestre. El tictac tictac empieza a correr contra Syriza: la idolatría al más feroz de los estatismos termina devorando a sus hijos.
Juan Ramón Rallo
Director del Instituto Juan de Mariana


Leer más:  Las 10 claves del desmoronamiento de Grecia  http://www.larazon.es/internacional/las-10-claves-del-desmoronamiento-de-grecia-CX9617334#Ttt1mcndhRHcfbQ3
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► 1. Gasto público hipertrofiado

En los últimos 35 años, Grecia ha duplicado el peso del Estado en su economía. Mientras que en 1980 el gasto público se ubicaba en el 25% del PIB, en la actualidad roza el 50%. Una sobredosis estatal que se ha financiado esencialmente por tres vías: impuestos, deuda e inflación.

► 2. Impuestos salvajes

La multiplicación de los desembolsos estatales ha ido inevitablemente de la mano de una multiplicación de los tributos. La presión fiscal desde 1980 también se ha duplicado, lo que se ha traducido en que, por ejemplo, las cotizaciones a la Seguridad Social superen el 40% del salario (son incluso mayores que en España) o en que el tipo general del IVA ascienda al 23%.

► 3. Endeudamiento endémico

El actual déficit público no es un fenómeno novedoso en la historia griega. El país no ha cuadrado ni un solo presupuesto desde 1980: de hecho, el déficit público medio por año ha equivalido al 7,5% del PIB. De ahí que la deuda pública cerrara 2014 en casi el 180% del PIB, casi el doble que la ya de por sí muy elevada deuda pública española.

► 4. Confiscación inflacionista

La inflación es un impuesto invisible que pagan los ahorradores en dinero o en renta fija: el Gobierno se financia imprimiendo billetes que deterioran el poder adquisitivo de los ciudadanos. Entre 1980 y 2001, la inflación acumulada de la dracma fue del 1.430%, una media del 39% anual. Acaso por ello, y pese a la muy intensa propaganda en su contra, el 70% de los griegos desea seguir en la moneda única y no quiere oír hablar de regresar a la dracma.

► 5. Mercados encorsetados

Por si la sobredosis de gasto público no fuera suficiente, la economía griega se ve además castigada por la falta de libertad económica. Según el Índice de la Fundación Heritage, Grecia ocupa el puesto 130 del mundo entre las economías menos libres: por detrás de Líbano, Uganda, Nigeria o Pakistán. Especialmente lamentable es la situación de su sistema judicial —se estima que el 20% de las controversias judiciales se demoran más de una década en ser resueltas—, algo que redunda en una nula seguridad jurídica para la inversión a largo plazo.

► 6. Crónico déficit exterior

La absoluta falta de competitividad del país ha llevado a Grecia a importar sistemáticamente más de lo que exporta. Como media anual, Grecia ha comprado al exterior el equivalente al 5,5% de su PIB por encima de lo que ha vendido. Por eso el país depende críticamente de mantener sus relaciones comerciales y financieras con el resto del mundo: porque mientras no alteren sustancialmente su modelo productivo, son incapaces de producir internamente aquellos bienes y servicios que necesitan los griegos para mantener sus estándares de vida.

► 7. Un rescate privilegiado

La progresiva acumulación de deuda pública en un país asfixiado a impuestos y con nula capacidad para generar riqueza lo condujo en 2010 a la bancarrota. Fue entonces cuando sus socios europeos tomaron la mala decisión de rescatarlo en lugar de dejarlo quebrar: se quiso ayudar a la oligarquía griega a costa del bolsillo de todos los contribuyentes europeos y, al final, nos han empobrecido a todos sin solventar los males de la economía helena. Eso sí, lo que desde luego no podrá aseverarse es que las condiciones del segundo rescate europeo a Grecia fueran leoninas: en 2012, a Grecia se le condonó el 53,5% de su deuda pública en manos de inversores privados, se alargó su vencimiento medio hasta 16 años (el doble que el de Alemania o España) y se redujo su tipo de interés medio al 2,5% (más bajo que el pagado por Alemania).

► 8. Una banca que pende de un hilo

La gigantesca incertidumbre económica que vive el país, agravada por la propia incertidumbre política generada por Syriza, ha provocado que desde 2009 hayan escapado más de 100.000 millones de euros de sus bancos. De hecho, sólo en los escasos meses que lleva Syriza en el poder, los depósitos bancarios se han reducido en más de 25.000 millones. De no haber sido por la línea de liquidez de 77.000 millones de euros que el Eurosistema está actualmente proporcionando a las entidades financieras griegas, éstas ya habrían tenido que decretar un generalizado corralito.

► 9. Syriza se niega a cumplir su palabra

El Estado y la banca griega son insolventes. En circunstancias normales, el gobierno decretaría la suspensión de pagos, saldría del euro, devaluaría astronómicamente su nueva moneda, empobrecería todavía más a su población con una masiva inflación y, tras ese borrón y cuenta nueva, trataría de volver a empezar. Pero de momento parece que todas las partes tratan de evitar ese trágico desenlace: Bruselas dice querer extender los plazos y los importes del rescate y Syriza dice estar dispuesta a aplicar nuevas reformas y ajustes a cambio de los fondos que necesita. Así las cosas, en febrero Syriza se comprometió a cuadrar sus cuentas subiendo el IVA y el IRPF, recortando el «gasto social» y manteniendo la reducción de empleo público. Pero, hasta la fecha, el Gobierno griego no ha movido ficha para transformar esas promesas en realidad, lo que ha llevado a la troika a paralizar el desembolso de los fondos prometidos en esa extensión del rescate.

► 10. El verdadero tictac

Sucede que, sin esos fondos, Grecia está condenada a quebrar. El calendario de vencimientos de su deuda pública es alarmante: entre el 12 de mayo y el 13 de julio debe devolverle 2.800 millones al FMI y entre el 20 de julio y el 20 de agosto, más de 6.600 millones al BCE. Ambos pagos ascienden al 5% del PIB del país: un dinero del que Syriza carece por entero. En ausencia de un acuerdo con la tan denostada troika, el Estado y la banca griegos suspenderán pagos en menos de un trimestre. El tictac tictac empieza a correr contra Syriza: la idolatría al más feroz de los estatismos termina devorando a sus hijos.
Juan Ramón Rallo
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► 1. Gasto público hipertrofiado

En los últimos 35 años, Grecia ha duplicado el peso del Estado en su economía. Mientras que en 1980 el gasto público se ubicaba en el 25% del PIB, en la actualidad roza el 50%. Una sobredosis estatal que se ha financiado esencialmente por tres vías: impuestos, deuda e inflación.

► 2. Impuestos salvajes

La multiplicación de los desembolsos estatales ha ido inevitablemente de la mano de una multiplicación de los tributos. La presión fiscal desde 1980 también se ha duplicado, lo que se ha traducido en que, por ejemplo, las cotizaciones a la Seguridad Social superen el 40% del salario (son incluso mayores que en España) o en que el tipo general del IVA ascienda al 23%.

► 3. Endeudamiento endémico

El actual déficit público no es un fenómeno novedoso en la historia griega. El país no ha cuadrado ni un solo presupuesto desde 1980: de hecho, el déficit público medio por año ha equivalido al 7,5% del PIB. De ahí que la deuda pública cerrara 2014 en casi el 180% del PIB, casi el doble que la ya de por sí muy elevada deuda pública española.

► 4. Confiscación inflacionista

La inflación es un impuesto invisible que pagan los ahorradores en dinero o en renta fija: el Gobierno se financia imprimiendo billetes que deterioran el poder adquisitivo de los ciudadanos. Entre 1980 y 2001, la inflación acumulada de la dracma fue del 1.430%, una media del 39% anual. Acaso por ello, y pese a la muy intensa propaganda en su contra, el 70% de los griegos desea seguir en la moneda única y no quiere oír hablar de regresar a la dracma.

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Por si la sobredosis de gasto público no fuera suficiente, la economía griega se ve además castigada por la falta de libertad económica. Según el Índice de la Fundación Heritage, Grecia ocupa el puesto 130 del mundo entre las economías menos libres: por detrás de Líbano, Uganda, Nigeria o Pakistán. Especialmente lamentable es la situación de su sistema judicial —se estima que el 20% de las controversias judiciales se demoran más de una década en ser resueltas—, algo que redunda en una nula seguridad jurídica para la inversión a largo plazo.

► 6. Crónico déficit exterior

La absoluta falta de competitividad del país ha llevado a Grecia a importar sistemáticamente más de lo que exporta. Como media anual, Grecia ha comprado al exterior el equivalente al 5,5% de su PIB por encima de lo que ha vendido. Por eso el país depende críticamente de mantener sus relaciones comerciales y financieras con el resto del mundo: porque mientras no alteren sustancialmente su modelo productivo, son incapaces de producir internamente aquellos bienes y servicios que necesitan los griegos para mantener sus estándares de vida.

► 7. Un rescate privilegiado

La progresiva acumulación de deuda pública en un país asfixiado a impuestos y con nula capacidad para generar riqueza lo condujo en 2010 a la bancarrota. Fue entonces cuando sus socios europeos tomaron la mala decisión de rescatarlo en lugar de dejarlo quebrar: se quiso ayudar a la oligarquía griega a costa del bolsillo de todos los contribuyentes europeos y, al final, nos han empobrecido a todos sin solventar los males de la economía helena. Eso sí, lo que desde luego no podrá aseverarse es que las condiciones del segundo rescate europeo a Grecia fueran leoninas: en 2012, a Grecia se le condonó el 53,5% de su deuda pública en manos de inversores privados, se alargó su vencimiento medio hasta 16 años (el doble que el de Alemania o España) y se redujo su tipo de interés medio al 2,5% (más bajo que el pagado por Alemania).

► 8. Una banca que pende de un hilo

La gigantesca incertidumbre económica que vive el país, agravada por la propia incertidumbre política generada por Syriza, ha provocado que desde 2009 hayan escapado más de 100.000 millones de euros de sus bancos. De hecho, sólo en los escasos meses que lleva Syriza en el poder, los depósitos bancarios se han reducido en más de 25.000 millones. De no haber sido por la línea de liquidez de 77.000 millones de euros que el Eurosistema está actualmente proporcionando a las entidades financieras griegas, éstas ya habrían tenido que decretar un generalizado corralito.

► 9. Syriza se niega a cumplir su palabra

El Estado y la banca griega son insolventes. En circunstancias normales, el gobierno decretaría la suspensión de pagos, saldría del euro, devaluaría astronómicamente su nueva moneda, empobrecería todavía más a su población con una masiva inflación y, tras ese borrón y cuenta nueva, trataría de volver a empezar. Pero de momento parece que todas las partes tratan de evitar ese trágico desenlace: Bruselas dice querer extender los plazos y los importes del rescate y Syriza dice estar dispuesta a aplicar nuevas reformas y ajustes a cambio de los fondos que necesita. Así las cosas, en febrero Syriza se comprometió a cuadrar sus cuentas subiendo el IVA y el IRPF, recortando el «gasto social» y manteniendo la reducción de empleo público. Pero, hasta la fecha, el Gobierno griego no ha movido ficha para transformar esas promesas en realidad, lo que ha llevado a la troika a paralizar el desembolso de los fondos prometidos en esa extensión del rescate.

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Sucede que, sin esos fondos, Grecia está condenada a quebrar. El calendario de vencimientos de su deuda pública es alarmante: entre el 12 de mayo y el 13 de julio debe devolverle 2.800 millones al FMI y entre el 20 de julio y el 20 de agosto, más de 6.600 millones al BCE. Ambos pagos ascienden al 5% del PIB del país: un dinero del que Syriza carece por entero. En ausencia de un acuerdo con la tan denostada troika, el Estado y la banca griegos suspenderán pagos en menos de un trimestre. El tictac tictac empieza a correr contra Syriza: la idolatría al más feroz de los estatismos termina devorando a sus hijos.
Juan Ramón Rallo
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► 1. Gasto público hipertrofiado

En los últimos 35 años, Grecia ha duplicado el peso del Estado en su economía. Mientras que en 1980 el gasto público se ubicaba en el 25% del PIB, en la actualidad roza el 50%. Una sobredosis estatal que se ha financiado esencialmente por tres vías: impuestos, deuda e inflación.

► 2. Impuestos salvajes

La multiplicación de los desembolsos estatales ha ido inevitablemente de la mano de una multiplicación de los tributos. La presión fiscal desde 1980 también se ha duplicado, lo que se ha traducido en que, por ejemplo, las cotizaciones a la Seguridad Social superen el 40% del salario (son incluso mayores que en España) o en que el tipo general del IVA ascienda al 23%.

► 3. Endeudamiento endémico

El actual déficit público no es un fenómeno novedoso en la historia griega. El país no ha cuadrado ni un solo presupuesto desde 1980: de hecho, el déficit público medio por año ha equivalido al 7,5% del PIB. De ahí que la deuda pública cerrara 2014 en casi el 180% del PIB, casi el doble que la ya de por sí muy elevada deuda pública española.

► 4. Confiscación inflacionista

La inflación es un impuesto invisible que pagan los ahorradores en dinero o en renta fija: el Gobierno se financia imprimiendo billetes que deterioran el poder adquisitivo de los ciudadanos. Entre 1980 y 2001, la inflación acumulada de la dracma fue del 1.430%, una media del 39% anual. Acaso por ello, y pese a la muy intensa propaganda en su contra, el 70% de los griegos desea seguir en la moneda única y no quiere oír hablar de regresar a la dracma.

► 5. Mercados encorsetados

Por si la sobredosis de gasto público no fuera suficiente, la economía griega se ve además castigada por la falta de libertad económica. Según el Índice de la Fundación Heritage, Grecia ocupa el puesto 130 del mundo entre las economías menos libres: por detrás de Líbano, Uganda, Nigeria o Pakistán. Especialmente lamentable es la situación de su sistema judicial —se estima que el 20% de las controversias judiciales se demoran más de una década en ser resueltas—, algo que redunda en una nula seguridad jurídica para la inversión a largo plazo.

► 6. Crónico déficit exterior

La absoluta falta de competitividad del país ha llevado a Grecia a importar sistemáticamente más de lo que exporta. Como media anual, Grecia ha comprado al exterior el equivalente al 5,5% de su PIB por encima de lo que ha vendido. Por eso el país depende críticamente de mantener sus relaciones comerciales y financieras con el resto del mundo: porque mientras no alteren sustancialmente su modelo productivo, son incapaces de producir internamente aquellos bienes y servicios que necesitan los griegos para mantener sus estándares de vida.

► 7. Un rescate privilegiado

La progresiva acumulación de deuda pública en un país asfixiado a impuestos y con nula capacidad para generar riqueza lo condujo en 2010 a la bancarrota. Fue entonces cuando sus socios europeos tomaron la mala decisión de rescatarlo en lugar de dejarlo quebrar: se quiso ayudar a la oligarquía griega a costa del bolsillo de todos los contribuyentes europeos y, al final, nos han empobrecido a todos sin solventar los males de la economía helena. Eso sí, lo que desde luego no podrá aseverarse es que las condiciones del segundo rescate europeo a Grecia fueran leoninas: en 2012, a Grecia se le condonó el 53,5% de su deuda pública en manos de inversores privados, se alargó su vencimiento medio hasta 16 años (el doble que el de Alemania o España) y se redujo su tipo de interés medio al 2,5% (más bajo que el pagado por Alemania).

► 8. Una banca que pende de un hilo

La gigantesca incertidumbre económica que vive el país, agravada por la propia incertidumbre política generada por Syriza, ha provocado que desde 2009 hayan escapado más de 100.000 millones de euros de sus bancos. De hecho, sólo en los escasos meses que lleva Syriza en el poder, los depósitos bancarios se han reducido en más de 25.000 millones. De no haber sido por la línea de liquidez de 77.000 millones de euros que el Eurosistema está actualmente proporcionando a las entidades financieras griegas, éstas ya habrían tenido que decretar un generalizado corralito.

► 9. Syriza se niega a cumplir su palabra

El Estado y la banca griega son insolventes. En circunstancias normales, el gobierno decretaría la suspensión de pagos, saldría del euro, devaluaría astronómicamente su nueva moneda, empobrecería todavía más a su población con una masiva inflación y, tras ese borrón y cuenta nueva, trataría de volver a empezar. Pero de momento parece que todas las partes tratan de evitar ese trágico desenlace: Bruselas dice querer extender los plazos y los importes del rescate y Syriza dice estar dispuesta a aplicar nuevas reformas y ajustes a cambio de los fondos que necesita. Así las cosas, en febrero Syriza se comprometió a cuadrar sus cuentas subiendo el IVA y el IRPF, recortando el «gasto social» y manteniendo la reducción de empleo público. Pero, hasta la fecha, el Gobierno griego no ha movido ficha para transformar esas promesas en realidad, lo que ha llevado a la troika a paralizar el desembolso de los fondos prometidos en esa extensión del rescate.

► 10. El verdadero tictac

Sucede que, sin esos fondos, Grecia está condenada a quebrar. El calendario de vencimientos de su deuda pública es alarmante: entre el 12 de mayo y el 13 de julio debe devolverle 2.800 millones al FMI y entre el 20 de julio y el 20 de agosto, más de 6.600 millones al BCE. Ambos pagos ascienden al 5% del PIB del país: un dinero del que Syriza carece por entero. En ausencia de un acuerdo con la tan denostada troika, el Estado y la banca griegos suspenderán pagos en menos de un trimestre. El tictac tictac empieza a correr contra Syriza: la idolatría al más feroz de los estatismos termina devorando a sus hijos.
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