PARÍS.- La OCDE revisó hoy sustancialmente al alza sus previsiones de crecimiento económico para España, con un 2,9 % para este año y un 2,8 % para
el próximo, gracias al efecto de unas condiciones monetarias y de tipos
de interés muy favorables, al petróleo barato y a una demanda europea
más fuerte.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) puso sus perspectivas para España prácticamente al
mismo nivel que las del Gobierno (que espera un 2,9 % este ejercicio y
el que viene) y ligeramente por encima de las de la Comisión Europea
(2,8 % y 2,6 %, respectivamente).
Pero sobre todo, mejoró las que la
propia organización había presentado en su anterior informe hace seis
meses, en las que anticipaba un 1,7 % en 2015 y un 1,9 % en 2016, de
forma que España pasa a estar en cabeza de la zona euro por el ritmo de crecimiento.
Los
autores del estudio estimaron que el PIB de la eurozona en su conjunto
subirá un 1,4 % este año y un 2,1 % el próximo, con un comportamiento
algo mejor que la media para Alemania (1,6 % y 2,3 %), y por debajo en
los casos de Francia (1,1 % y 1,7 %) e Italia (0,6 % y 1,5 %).
Por
no hablar de Grecia que -siempre a condición de que consiga un acuerdo
para un nuevo programa de salvamento que le permita mantenerse en la
moneda única-, apenas progresará en 2015 (0,1 %) antes de embarcarse en
una verdadera recuperación en 2016 (2,3 %).
La OCDE aventuró que el paro en España va a bajar y se situará en el 21,5 % a finales de este año y en el 19,7 % al acabar el próximo,
pese a lo cual seguirá siendo el segundo nivel más alto de sus 34
Estados miembros, muy por delante del tercero, Eslovenia (12,3 % a fines
de 2016), y solo por debajo de Grecia.
Para
abordar esa "preocupación clave", señaló que hay que hacer "mayores
esfuerzos" en la asistencia a los demandantes de empleo, pero también en
las opciones de formación que se les ofrecen, ya que "muchos de ellos
están poco capacitados".
En términos más generales, recomendó dar un giro hacia una economía basada en el conocimiento que
ofrezca "un crecimiento más incluyente y creaciones de empleo", para lo
cual ve fundamentales "reformas estructurales para facilitar la
apertura y la ampliación de empresas y la mejora de la innovación".
La
OCDE subrayó que en España el descenso de los tipos de interés, junto
al bajón del barril de petróleo y a las rebajas de impuestos, en unas
condiciones de inflación negativa durante meses, han favorecido el poder
adquisitivo del consumidor.
Además, refleja que el descalabro de los precios de la vivienda ha tocado fondo,
la inversión en la construcción ha empezado a subir y los principales
socios comerciales europeos con su recuperación incrementan la demanda
de bienes españoles, que además son más competitivos fuera de Europa
gracias a la depreciación del euro.
El llamado "Club de los países
desarrollados" estimó que haber ralentizado en los dos últimos años los
ajustes presupuestarios es bueno para reforzar la recuperación, pero
advirtió de que si los resultados son mejores que lo previsto, la
recaudación suplementaria debería dedicarse a reducir la deuda pública.
De acuerdo con sus cálculos, esa deuda va a engordar y
subirá al 98,9 % del PIB en 2015 y al 99,1 % en 2016, mientras que el
Gobierno español espera que toque techo este año y empiece a descender
al 98,5 % el próximo.
La OCDE no se privó de recordar excesos de
la burbuja especulativa que estalló con la crisis, como el hundimiento
de la inversión (pasó del pico histórico del 31 % del PIB en 2007 al
18,5 % en 2013), el alto endeudamiento de las empresas -que se está
corrigiendo- o "una excesiva inversión en aeropuertos regionales".
Por
el contrario, señalaron carencias en redes eléctricas transfronterizas,
así como insuficiencias en los dispositivos para armonizar el precio de
las emisiones causantes del efecto invernadero que promuevan así
inversiones en tecnologías que permitan su reducción.
Otras reformas recomendadas fueron una mejora del clima de negocios con la armonización de las regulaciones en las comunidades con
la ley del mercado único, licencias menos onerosas, una base de cálculo
más amplia para el impuesto de sociedades pero con un tipo más
reducido, o una liberalización de la entrada en los servicios
profesionales.
La OCDE también abogó por incitar a que las universidades y los centros de investigación aumenten su escala y se especialicen, con un reparto de los recursos en función de sus resultados.
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