Posiblemente y al aire mismo de la recrecida tensión originada por la
segunda visita de Vladimir Putin a la anexionada península de Crimea
-en la que el presidente de la Federación Rusa afirmó con toda
solemnidad que en un futuro Ucrania y Rusia volverían a ser el mismo
Estado-, la Administración de la Unión Europea se ha visto obligada a
tirar de la manta en el caso del policía estonio detenido hace siete
meses en el lado ruso de la frontera, acusado de espionaje en una
primera versión de los cargos. Una detención de naturaleza
administrativa, convertida al poco en encarcelamiento indefinido sin que
mediara proceso judicial alguno y sin que pudiera, tampoco, ser
visitado por el consulado de su país en la zona.
Federica Mogherini, la Representante de la Unión Europea para la
Política Exterior, ha hecho una severa declaración de exigencia a la
Federación Rusa para que se atenga a sus obligaciones internacionales,
palmariamente incumplidas en la ya demorada existencia de este problema
del policía estonio. Un asunto que cabe integrarlo en un temario
paralelo al ucraniano, bien que contemplado desde un tiempo anterior de
los acontecimientos. Pues si Crimea fue devuelta a Ucrania durante el
mando de Nikita Kruschef en el compás más tenso de la Guerra Fría,
Estonia, como Letonia y Lituania se liberaron de su anexión conjunta por
la URSS de Stalin cuando ésta se descompuso.
Llegados aquí resulta obligado, una vez más, referirse a la
aseveración putiniana de que la desaparición de la Unión Soviética fue
una “ catástrofe geopolítica”. Una afirmación sobre tal hecho que , de
modo implícito, llevaba el corolario de que él resolvería, volviendo a
poner las cosas en su sitio. El caso del policía Khove, visto desde la
óptica putiniana de la muerte de la URSS no cabe entenderlo de otra
forma que la de una presentación “sui generis” de las convicciones
anexionistas sobre Estonia del actual presidente ruso.
También desde este mismo contexto se entiende de forma más precisa la
inquietud política de estos tres países ante la decisión norteamericana
de retirar parte de las dotaciones aéreas desplegadas en ellos al
estallar el conflicto de Ucrania; inquietud que la OTAN ha querido
calmar precisando que el total de aportación defensiva no ha sido
disminuido. ¿Acaso con más misiles?
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