El miedo por el futuro de China,
que movió cual montaña rusa los índices de los mercados, reanimó viejas
pesadillas: ¿se repetirán arrasadoras crisis mundiales como las de 1997 o
2008?
Analistas descartan descalabros de aquella magnitud debido
a las reformas económicas realizadas desde entonces. Empero advierten
que la turbulencia desatada por el enlentecimiento de la economía de
China pasará factura al crecimiento de la economía mundial,
especialmente a los países emergentes.
La caída de 8,5% de la
bolsa de Shangai el lunes hizo desplomar las bolsas de todos los
continentes, provocó la caída de los precios de las materias primas e
hizo depreciar monedas. Las pérdidas bursátiles en Europa y Estados
Unidos fueron de tal magnitud que se perdió lo ganado en lo que va del
año.
El desastre fue grande para los países emergentes y aun
cuando los mercados, salvo el de China, se recuperaban algo el martes,
se tornó inevitable recordar el pavor de la crisis de 1997. En ese año
las economías del este y sureste asiático se fueron a pique y terminaron
pidiendo auxilio al Fondo Monetario Internacional (FMI)
En aquel entonces China era sólida como una roca. Hoy, en cambio, es una fuente de pánico.
Pekín
no consiguió calmar su propio mercado de capitales ni frenar el
enlentecimiento económico interno y los problemas se exacerbaron por la
devaluación del yuan hace dos semanas, todo lo cual llevó a inversores a
desprenderse de activos.
La mayoría de las economías emergentes
sufrió el golpe de la devaluación china y devaluaron también sus monedas
para defender su competitividad
La preocupación ante la ineficacia de las medidas tomadas por Pekín ante sus problemas está creciendo.
"Lo
que vemos ahora es la creciente falta de confianza en la capacidad de
las autoridades chinas para manejar la transición de la economía", dijo a
la AFP el economista Angel Ubide del Peterson Institute for
International Economics en Washington.
Las fallidas
intervenciones de Pekin en el mercado sólo aumentaron interrogantes
sobre si los chinos "están a la altura del problema", añadió.
Debido
a los problemas de China y otros emergentes, el FMI ya había recortado
en julio de 3,5% a 3,3% la previsión de crecimiento anual de la economía
mundial.
"Hay problemas persistentes que implican un
persistente impacto en la economía mundial", dijo Charles Collyns,
economista jefe del Instituto Internacional de Finanzas de Washington.
Observó
que hay un generalizado malestar en los mercados emergentes y mencionó
las crisis políticas de Brasil y Turquía, las estancadas reformas de
India, el impacto de las sanciones a Rusia y el ingreso de menos dinero
en países exportadores de crudo como Nigeria.
Aún así, Collins y otros analistas no avizoran una crisis financiera mundial en el horizonte.
Tras
la crisis de Asia de 1997, las economías emergentes liberaron sus
monedas y el mercado de capitales y sus empresas dejaron de depender de
los hasta entonces baratos créditos en dólares.
"En aquel
entonces, se derrumbó el castillo de naipes. Sin embargo hoy, sin
ataduras, las tasas de cambio pueden funcionar como una válvula de
seguridad", dijo Song Seng Wun, economista de CIMB Private Banking, de
Malasia.
En tanto en Japón,
Europa y Estados Unidos las fuentes de la crisis de 2008, los bancos,
fueron reformados y recapitalizados y están mejor colocados para
enfrentar embates.
Los respectivos bancos centrales siguen alerta
con sus tasas de interés cercanas a cero y, en el caso de Japón y
Europa, prosiguen inyectando liquidez para estimular el crecimiento.
Desde el años 2008, billones de dólares han sido volcados para apuntalar bancos y alentar el consumo, las inversiones y empleo.
"Desde
hace tiempo lo único que ha evitado otra crisis financiera ha sido la
extraordinaria liquidez de los bancos centrales y las intervenciones
generales de autoridades mundiales, y esperamos que todo eso continúe",
dijo Jim Reid analista del Deutsche Bank.
El
apoyo podría ser fácilmente sostenido, incluso si la economía se
enlentece más. Tokio y el Banco Central Europeo podrían expandir sus
programas de reducción de las tensiones financieras, Pekín podría
agregar apoyo al crecimiento, y la Reserva Federal de Estados Unidos
podría aplazar el aumento de las tasas de interes, que están en casi
cero para estimular la economía.
Ubide alega que sería prematuro que los bancos centrales fuera del de China tomaran medidas.
"Es
cierto que es aterrador. Pero, en momentos como estos, los bancos
centrales deben mostrar mano firme y mantener la calma", añadió.
"Lo
que deberían hacer es esperar y ver cuánto dura ésto, cómo es la
situación dentro de dos o tres semanas y luego reaccionar", afirmó.
(*) Periodista de AFP
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