martes, 18 de agosto de 2015

Agricultores franceses se unen para plantar cara a los hipermercados


PARÍS.-"¡Nos va muy bien sin ellos!". 'Ellos', son los hipermercados y para evitarlos, varios productores agrícolas franceses han decidido abrir una tienda en el norte del país, en la región de Lille, donde venden directamente y con mucho éxito sus productos.

A la entrada de "Talents de ferme" ("Talentos de la granja"), de 300 m2 y situada en Wambrechies, el consumidor se encuentra de bruces con una foto del grupo de los 13 productores que iniciaron el proyecto, con el objetivo de vender directamente al consumidor sus productos de calidad, frescos y, sobre todo, de temporada.
El éxito popular ha permitido crear ya 28 empleos a tiempo completo.
"La idea es sobre todo acercarnos a los consumidores", dice Emmanuelle Lambin, productora de fruta, "haciéndonos lo más independientes posible".
Mientras el sector agrícola vive su enésima crisis debido a los precios que imponen los distribuidores, que les aprietan las tuercas hasta asfixiar a muchos, algunos productores ven su salvación en los circuitos de proximidad, como "Talents de fermes" que el 19 de agosto cumple su primer aniversario.
"Hemos abandonado la gran distribución, ya que son ellos los que imponen los precios, su calidad y el calibre de los productos. No tenemos miedo de vender productos poco atractivos siempre y cuando sean buenos y de temporada", dice Isabelle Ruhant, productora de verduras bio.
Por eso, a mediados de agosto no es posible encontrar cerezas en los anaqueles sino manzanas, tomates o calabacines de las huertas cercanas.
Tanto para ella como para sus vecinos, el consumo debe ser un acto responsable en el que el comprador tiene que transformarse en "consumidor-actor", preocupado también por la lucha contra el desperdicio de alimentos, que se efectúa a "título individual aunque sobre todo, en la gran distribución".
"Los distribuidores me piden que produzca, pero sin reflexionar. Hoy, puedo prever mis reservas y he dejado de tirar verduras, mientras que en 2014, cuando trabajaba con ellos, tuve que botar 12 toneladas de zanahorias", cuenta Georges Eric Vermon, agricultor de 33 años de la comuna vecina de Marcq-en-Baroeul.
En los anaqueles sólo hay productos locales procedentes de alguna de las 13 explotaciones. La más alejada es la de un criador de cerdos "criados en paja", a 80 km.
"¡Pruebe este tomate!", invita Vermon, mientras ofrece un fruto todavía caliente arrancado de la planta en la mañana. "No tenemos que ponerlo en el frigo", bromea.
Y funciona. Además de los más de dos millones de euros vendidos, "el doble de lo esperado", se han creado 28 empleos. Más de 250 clientes, de los alrededores pero también de Lille e incluso de Bélgica, frecuentan diariamente la tienda.
"Vivo cerca, por lo que vengo regularmente por la calidad y la frescura de sus productos. Y si además ayudo a los agricultores locales...", dice Myriam Catteau, que lleva una cesta llena de verduras y de jugo de manzana artesanal.
Todos los clientes adoptan una actitud militante para apoyar a los productores, que han osado la arriesgada apuesta de la independencia. Pese a la desaparición de los intermediarios, los precios son parecidos a los de los hipermercados.
"Nosotros fijamos el precio de venta en función de nuestro precio de producción", dice Lambin. "Simplemente queremos ganar correctamente nuestra vida".
Actualmente, todos viven de su trabajo, vendiendo sus productos directamente. Aunque producen cantidades similares, los productores han diversificado su producción, lo que no ocurría antes, cuando los grandes distribuidores les exigían que se especializaran en uno o dos productos.
Con cerca de 70 horas de actividad por semana, compartidas entre el tiempo en la explotación, la quincena de horas que consagran a la tienda o las reuniones semanales, la carga de trabajo es pesada.
"No lo contamos", dice Pascale Baron, productora de productos lácteos que explica que todos han tenido que aprender a administrar un comercio, su comunicación o el contacto directo con los clientes.
"Nuestra motivación la encontramos en la satisfacción de los clientes cuando les damos consejos o ideas de recetas, por ejemplo, lo que no van a encontrar en las grandes superficies", dice Ruhant.
"Sabemos por qué nos levantamos por la mañana. Estamos orgullosos de haber hecho este proyecto", dice. Otros 250 puntos de venta de este tipo existen ya en Francia.

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