MADRID.- La Bolsa atraviesa un mes de serias turbulencias que, de momento, ya
se ha cobrado las ganancias acumuladas durante todo el año (-0,08%). Y
es que las dudas sobre la economía china y el nuevo horizonte de
incertidumbre en Grecia con nuevas elecciones en septiembre forman un
cóctel que no sienta nada bien a los mercados.
De hecho, el Ibex cerró
la segunda peor semana del año con un caída del 5,6% después de que en
la sesión de este viernes se dejase un 2,98%, lo que supone el mayor
descenso en una jornada desde la implantación del 'corralito' en Grecia.
De esta forma, agosto ahonda en su leyenda negra como una fecha de
tremenda volatilidad. Hace tres años llevó la prima de riesgo a los 600
puntos. Ahora, cuando todavía falta una semana para que concluya el mes,
el Ibex ya ha perdido más de un 6% de su valor. El desplomes es aún más
desolador si se compara con hace un mes (21 de julio) y que muestra un
retroceso del 10,3%.
La jornada de este viernes fue de mal en peor. Tras un inicio con
pérdidas moderadas, el Ibex se contagió del pesimismo tras la apertura
negativa de Wall Street y acabó por ceder 315,3 puntos y cerrar en los
10.271 enteros, el nivel más bajo desde enero. De hecho, todas las
firmas, salvo Abengoa, terminaron en rojo. Destacaron los descensos de
IAG (-4,3%) y Grifols (-4,2%), así como los retroceso de Santander
(-3,1%), BBVA (-3,1%) o Inditex (-3,3%). Las caídas del selectivo
español estuvieron en línea con la de las principales plazas europeas.
Así París se dejó un 3,2% y Fráncfort un 2,9%. El índice Eurostoxx cayó
un 2,9% y Londres un 2,8%. Las dudas de los inversores también se
trasladaron al mercado de deuda, aunque a una menor escala. De hecho, la
prima de riesgo repuntó hasta los 144 puntos y el bono a diez años se
situó en el 2,1%. En cuanto a las divisas, el euro se cambió en los 1,13
dólares.
Todas las miradas -y los miedos- de los inversores están puestas en
China. A pesar de los esfuerzos del Gobierno de Pekín la convulsión en
los mercados del país se mantiene. De nada ha servido que el Banco
Popular de China inyectase esta semana 150.000 millones de yuanes (casi
21.000 millones de euros) en la economía mediante la compra de acciones y
de anunciar que lo haría durante el tiempo que fuese necesario. La
Bolsa de Shanghái cayó este viernes un 4,27% tras conocer el mal dato de
actividad industrial -el más bajo en seis años y medio- y acumula unas
pérdidas del 11,5% en los últimos siete días. La Bolsa de Shenzhen, la
segunda en importancia, perdió hasta un 5,39%.
El miedo al estallido de la burbuja crediticia en China se agiganta.
El Gobierno devaluó la moneda durante tres días hasta alcanzar una
depreciación del 4,6% frente al dólar en un intento de recuperar el
impulso en el sector exterior. Y es que las exportaciones del país
asiático se hundieron en más de 8% en julio en tasa anual. Este
movimiento monetario puede provocar una guerra de divisas en otros
países emergentes como puede ser Rusia o Indonesia. De momento, las
dudas sobre Pekín han arrastrado a otros índices del continente asiático
como Tokio, que registró una caída de un 3%.
Además, las dudas sobre la economía china también han cruzado el
Atlántico y han provocado que la Reserva Federal estadounidense se
muestre más cauta sobre la posibilidad de afrontar la primera subida de
tipos desde que comenzó la crisis. En principio estaba previsto que esa
decisión se tomase en la reunión de septiembre. Sin embargo, algunos
analistas creen más probable que ahora se retrase a diciembre.
Caída del petróleo
Pero la preocupación por las economías emergentes que ya ha
manifestado el FMI en su último informe sobre perspectivas globales no
afecta sólo a China. Y es que gran parte de estos países se ven
afectados en los últimos meses por el abaratamiento de las materias
primas, en especial, del barril de petróleo, que sigue en niveles de
hace seis años. En concreto, el barril de Brent -de referencia en
Europa- cayó un 3% y se sitúa en los 45 dólares. Mientras que el de
Texas descendió hasta la barrera psicológica de los 40 dólares.
Tampoco ayuda a la tranquilidad de los mercados la enésima
incertidumbre que se vive en Grecia después de que Alexis Tripras
dimitiera para forzar elecciones anticipadas. Una decisión que ha
provocado la escisión de Syriza con la salida del sector crítico
contrario al programa del tercer rescate. Una medida que puede llevar
otra vez la inestabilidad a la zona euro en función de los resultados
electorales. De momento este viernes la Bolsa de Atenas se dejó un 2,5%.
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