El crecimiento de China a ritmo anual de dos dígitos no iba a durar
toda la vida y ha llegado el momento de la cruda realidad. A la economía
china le adjudican previsiones del 6% o como mucho de casi un 7% de
aumento del PIB durante este año y en el que viene. La segunda mayor
economía del mundo, detrás de la de Estados Unidos, tiene sin embargo un
papel relevante en los mercados mundiales debido a su potente capacidad
exportadora y sobre todo a la elevada demanda de algunos productos
básicos de los que es importador neto muy importante, aunque ahora en
fase decreciente.
Los flujos comerciales de este país con el exterior son los que están
causando en estos momentos mayores distorsiones ya que los precios de
las materias primas, que China demanda en grandes proporciones, sobre
todo en algunos metales, se han hundido hasta niveles que no se conocían
desde el año 2002, lo que ha causado graves consecuencias negativas en
algunas economías altamente dependientes de las exportaciones de
materias primas. El caso más relevante es el de Brasil, cuyo PIB ha
entrado en recesión. Será, entre las grandes economías mundiales, la más
afectada. El relevo de China como potencia emergente lo está tomando ya
India, cuyo PIB crecerá este año por encima del 7%, según las
previsiones más extendidas, por lo que superará a su poderoso vecino
asiático, cinco veces más grande en tamaño del PIB. Es la segunda vez de
la que se tiene constancia en que India supera a China en crecimiento
económico, tras lo sucedido en el año 2010.
El impacto de la crisis china en Europa puede tener una vertiente
negativa pero no deja de aportar consecuencias positivas, la más
importante de las cuales es la influencia de la débil situación del país
asiático en los precios de las materias primas, lo que abaratará las
importaciones europeas y contribuirá a acentuar la baja inflación de la
Eurozona, lo que a su vez puede influir en la continuidad de las
intervenciones monetarias de apoyo del BCE destinadas a insuflar
liquidez y una menor tensión deflacionista.
Entre las materias primas afectadas por la debilidad china se
encuentra el petróleo, cuyo precio sigue cayendo de forma imparable,
hasta niveles del año 2009. Este descenso del precio del crudo se debe a
la menor presión compradora china, pero también, y sobre todo, a la
fortaleza de la producción, ya que algunos países, además de Estados
Unidos, están alcanzando cifras de producción récord en la actualidad.
Se estima que el volumen de crudo sobrante en estos momentos en los
mercados internacionales es de unos 2 millones de barriles diarios,
cifra que previsiblemente aumentará cuando Irán se incorpore a los
flujos comerciales del petróleo, una vez dejen de estar en vigor las
sanciones económicas impuestas a este país.
De momento parece que los riesgos de ambas vertientes están
equilibrados aunque a medio plazo las consecuencias de una menor demanda
de productos europeos por parte de China podrían ser negativas para
algunos importantes sectores económicos. Se cree que los más afectados,
además de las empresas dedicadas a los recursos naturales, serán los
fabricantes del sector del automóvil y la amplia gama de empresas
dedicadas a la producción de bienes de consumo, en especial los de lujo,
segmento del mercado en el que China viene jugando un importante papel
en los últimos años. También desde luego en los automóviles, en especial
los de gama media y alta, es decir, los que fabrican las plantas
alemanas de forma más cuantiosa.
El hecho de que las Bolsas europeas estén recibiendo con preocupación
la baja perspectiva económica que se espera para China en los próximos
años no es gratuíta, ya que el mercado chino ha llegado a ocupar un
papel muy importante en la producción exterior de muchas empresas
europeas, incluidas algunas españolas. A la debilidad china se unen los
malos momentos por los que están atravesando otras economías emergentes,
como Brasil, en las que la actividad empresarial europea, y española en
particular, es bastante notable.
(*) Periodista y economista
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