TEHERÁN.- Las alfombras
persas, las más preciadas y reconocidas artesanías de Irán, están listas
para poder "volar" de nuevo rumbo a Occidente para retomar un negocio
millonario del que dependen miles de artesanos que fue muy afectado por
las sanciones económicas internacionales impuestas sobre el país.
La industria del tejido a mano de alfombras en Irán, que sigue una
tradición histórica de más de 3.000 años, aguarda con impaciencia el fin
de trabas a su exportación al mercado de EEUU y también la reanudación
de los lazos bancarios con el resto del mundo al calor del acuerdo sobre
el programa nuclear de la República Islámica que abrirá de nuevo al
país al comercio mundial.
"La mejora de los lazos políticos y la eliminación de las sanciones
esperamos que facilite nuestra entrada en los EEUU y que en general
florezca la exportación de alfombras y que éstas puedan volar más que
antes a ese mercado", explicó Hamid Karegar, responsable del
Centro Nacional de Alfombras de Irán.
Las alfombras persas, particularmente las tejidas a mano, tienen una
consideración casi mística en el mercado internacional de bienes de lujo
y atesoran un alto valor por su calidad, su diseño y elaboración
artesanal, así como por su papel como transmisor de valores culturales y
artísticos.
Por su alto precio, los EEUU, los mayores compradores de alfombras
iraníes hasta entonces, las incluyeron específicamente en 2009 en sus
sanciones contra Irán y prohibieron su entrada al país, desmoronando un
negocio valorado aproximadamente en unos 80 millones de dólares anuales.
Ahora, las esperanzas iraníes ubican en unos 150 millones de dólares
anuales el valor de lo que los tejedores iraníes pueden vender en EEUU
una vez que se levanten las sanciones.
Los nuevos aires que se abren para este producto son patentes en la
gran feria anual de las alfombras persas que desde el pasado 23 de
agosto y hasta el día 29 exhibe en Teherán los trabajos de los
principales tejedores del país, un evento que atrae a los mayores
tratantes y mercaderes de estas artesanías.
Entre impresionantes piezas de intrincados diseños y calidad
incomparable, que en el mercado local pueden llegar a venderse por el
equivalente a 60.000 dólares, los productores y artesanos como Sediqe
Guenavi, una tejedora de la sureña provincia de Bushehr, se mostraron
esperanzados por poder volver a colocar sus alfombras en el exterior.
"Antes (de las sanciones) se trabajaba bien. Recibíamos pedidos y se
vendía al exterior. Íbamos a muestras en el extranjero, pero
lamentablemente hace un tiempo que estas relaciones perdieron fuerza",
explicó mientras con hábiles manos tejía incesantemente sobre un telar.
Tan sólo en la cooperativa de Guenavi trabajan de forma activa unos
300 tejedores, quienes también se encargan de hilar manualmente y teñir
de forma tradicional la lana que emplean en sus trabajos.
Dependiendo del tamaño, la densidad y la calidad y grosor de la lana
empleada, una pareja de artesanos puede tardar entre dos años y medio y
tres años en completar a mano una pieza de unos 40 metros cuadrados, sin
contar con el trabajo previo del diseño y el teñido natural del
material que se empleará en su elaboración.
Sobre el telar, los habilidosos tejedores anudan pacientemente
alfombras que tienen hasta 10.000 nudos por decímetro cuadrado para
lograr las piezas de tacto suave y mullido famosas en el mundo entero.
En Irán se producen anualmente unos tres millones de metros cuadrados
de alfombra, que se venden aproximadamente a unos 10.000 dólares por
metro, todos con la "marca de calidad" que exigen las autoridades
iraníes.
"Irán no usa trabajo infantil para producir alfombras a mano, usa
tintes vegetales y fibras naturales compatibles con el medio ambiente y
su tradición es histórica y está en el corazón de los mitos y leyendas
del país. Es cultura, arte y economía, representante y mensajero de
Irán", resumió Karegar.
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