PARÍS.- La última rebaja de los tipos de
interés del banco central chino (PBOC) es "bienvenida" pero el gobierno
tiene que adoptar más medidas de apoyo y de reactivación presupuestaria
para dinamizar la segunda economía mundial, advierten los analistas.
Tras
el descalabro de la Bolsa de Shanghái que ha arrastrado al resto de las
bolsas del mundo, el banco central chino, el PBOC, presentó el martes
su nuevo arsenal de medidas para apoyar la actividad económica y tratar
de calmar la creciente preocupación sobre la desaceleración y los
riesgos de contagio al resto del mundo.
China representa en torno al 13% del PIB mundial.
El
PBOC ha reducido la tasa de interés en un cuarto de punto, a 4,60%, su
nivel más bajo, abaratando el precio del dinero, y ha reducido las
reservas obligatorias que se exigen a los bancos, lo que supone en la
práctica una inyección de liquidez al sistema.
Pero no ha
convencido a los inversores. Las bolsas chinas se hundieron este
miércoles un poco más y la volatilidad se adueñó de las asiáticas al
igual que de las europeas, que al final cerraron en rojo, pese a la
buena marcha de Wall Street.
"Es
necesaria una política monetaria expansiva para contener las
fragilidades financieras, frenar las presiones deflacionistas,
estabilizar el endeudamiento y tranquilizar a los mercados", subraya
Wang Tao, analista de UBS.
"Pero
la expansión monetaria por sí sola solo aportará un empujón limitado a
la economía real, a menos que se combine con una política presupuestaria
eficaz" llevada a cabo por el gobierno, insistió.
Pekín no tiene más alternativa que mantener cueste lo que cueste las inversiones en infraestructuras, señala Wang.
Como
cura milagrosa, "la tradicional política monetaria no bastará para
disipar los riesgos de una economía que se basa en un endeudamiento
colosal", dice por su parte Liu Li-Gang, del banco ANZ.
El PBOC ya había bajado en cuatro ocasiones sus tasas entre noviembre y junio para estimular la economía.
Pero sin gran éxito, pues gran parte de la liquidez acababa inflando la burbuja bursátil en vez de ayudar a las empresas.
Ahora,
el banco central debe "asegurarse de que el dinero llega bien a la
economía real", sobre todo haciendo que las empresas y los gobiernos
locales se endeuden, dijo Liu.
Por eso, los bancos
estatales que dominan el sistema financiero conceden créditos sobre todo
a las grandes empresas públicas en vez de las pequeñas firmas privadas,
consideradas como un riesgo. Y ante la falta de un mercado que inspira
confianza, muchas empresas no logran financiarse a costes razonables.
Reducir
la presión fiscal podría de hecho ser una herramienta de reactivación
eficaz "ahora que los impuestos a las empresas siguen muy altos",
agregan los economistas de China International Capital Corp.
El
crecimiento económico fue del 7,4% en 2014, su nivel más bajo en cerca
de un cuarto de siglo, antes de desacelerarse al 7% en los dos primeros
trimestres del 2015.
Ahora, el objetivo oficial de crecer un 7%
está en riesgo dado el deterioro de la segunda economía mundial: caída
de las exportaciones, contracción de la actividad industrial y de la
producción, y por si fuera poco, el batacazo de la bolsa de Shanghái,
que ha perdido 40% desde junio.
Y ello pese a las intervenciones
del gobierno, sobre todo mediante la compra masiva de acciones por los
organismos públicos. Las autoridades han gastado el equivalente de
270.000 millones de yuanes para tratar de frenar la caída.
Fondos
públicos "dilapidados" y que podrían haber sido mejor empleados, dice
Liu Li-Gang: "si estas cantidades hubieran sido invertidas en la
economía real, a la economía china le iría mejor y a las bolsas
también".
Actualmente, "las autoridades han cesado su intervención
(en el mercado) y las fluctuaciones de las plazas bursátiles han caído a
segundo plano", observa Zhu Haibin, analista de J.P. Morgan.
Las
bolsas chinas ganaron un 150% en un año, dopadas artificialmente por un
fuerte endeudamiento totalmente desconectado de los resultados reales de
las empresas.
En cambio, la rebaja de las tasas del PBOC podrían
intensificar las presiones a la baja del yuan tras una súbita
devaluación ante el dólar hace dos semanas.
Lo que hace que las
exportaciones chinas sean más competitivas pero encarece las
importaciones del país y aumenta la deuda en dólares de las empresas
locales.
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