lunes, 24 de agosto de 2015

Tras la firma del pacto nuclear, Irán y Gran Bretaña reabren sus embajadas en Teherán y Londres

TEHERÁN/LONDRES.- En dos actos cargados de histórico simbolismo, Gran Bretaña e Irán reabrieron sus embajadas en Londres y Teherán tras varios años de crisis y rupturas. La presencia del canciller británico Philip Hammond en la capital iraní para la apertura del victoriano edificio, vandalizado y robada por una turba pro Guardias de la Revolución en el 2011, demuestra la importancia del gesto.

Pero hubo otros igualmente significativos. Mantener sin limpiar la frase de “Muerte a Inglaterra”, que se puede leer, escrita con sangre y en persa, por encima del retrato de la reina Isabel. Un graffiti, que junto a otros signos de daño, no fue eliminado en el viejo edificio victoriana asaltado, a pesar de la presencia de iraníes VIPS y la llegada del canciller británico. Memoria y al mismo tiempo la advertencia de que Gran Bretaña no olvida el agitado vinculo bilateral, desde que llegó la revolución de los mullahs a Irán, hasta ahora.
“Nosotros no siempre estamos de acuerdo. Pero a medida que crece la confianza y la verdad, no va a haber limites que no podamos alcanzar juntos”, dijo el canciller Hammond en la ceremonia de reapertura en Teherán.
En la primera visita de un canciller británico en 12 años a Irán, presenció el izamiento de la bandera de la Unión y se escuchó el himno “God Save the Queen” desde unos destartalados altoparlantes. No solo el avance de la tecnología los hace sonar añejos. Irán pone un estricto limite de 15 kilos para la valija diplomática por miedo al espionaje. Hasta ahora, Gran Bretaña no puede introducir un nuevo hardware, luego que el otro fuera destruido en el asalto, ni aparatos más modernos de comunicaciones. Tampoco puede introducir los materiales, que se deben traer desde Londres, para reconstruir la mansión victoriana, dañada por el asalto, a su mejor esplendor.
En la puerta, sobre el bronce donde se lee “Embajada británica”, dos manos enchastradas de sangre están impresas, desde la manifestación y sitio a la embajada en 2011 por los estudiantes y las milicias pro gubernamentales Basij, que terminó con su destrucción y evacuación. Legalmente, Londres puede exigir compensación a Teherán, pero no es esta la decisión política del gobierno británico. Los intereses hoy son otros: Hammond llegó acompañado por un grupo de empresarios británicos y Sir Simon Gass, el director político del Foreign Office, que lideró las conversaciones por el acuerdo nuclear en Ginebra durante meses.
Su visita, la recepción, el tono, demuestra después de este tormentoso vínculo cómo el acuerdo nuclear con Irán, anunciado en Viena el mes pasado, abrió la puerta a una colaboración mutua impensada cuatro años atrás.
“Nosotros tenemos claras seguridades del ministerio de relaciones exteriores iraní que nuestra embajada va a tener permitido operar sin restricciones u acoso”, dijo Hammond. “Pero debemos ser realistas con respecto a la naturaleza de la sociedad iraní. Hay diferentes facciones con diferentes puntos de vista y va a haber gente mucho menos sanguínea con respecto al restablecimiento de las relaciones entre Gran Bretaña e Irán”, continuo. Un nuevo embajador va a ser designado.
En Londres, los iraníes reabrieron su embajada también, en una acción combinada con los ingleses. A diferencia del champagne, había jugos, gaseosas, versos coránicos, macarrones a la francesa, mullías enturbantados entre fantásticas alfombras persas y caireles. Pero, especialmente, fluía un espíritu de optimismo porque consideran que se ha iniciado una nueva etapa, que sacará a Irán del aislamiento internacional en el que lo sumergieron las sanciones. A muy pocos pasos estaba el blanco edificio, donde las fuerzas especiales británicas rescataron a los rehenes, en esa operación sin igual en la embajada iraní en 1980. Una memoria imborrable para los británicos en una de las espectaculares acciones en pleno Kensington, en Londres.
No vino el canciller iraní sino su segundo, Mehdi Danesh Yazdi, y los británicos estuvieron representados por Deborah Bronnert, sin rango de ministra en el Foreign Office británico. Pero los iraníes trataban como a un estrella y a un amigo a un ex canciller británico: el laborista Jack Straw. Era su huésped de honor. El fue quien abrió las primeras negociaciones por el acuerdo nuclear en 2003. Desde que abandonó la Cámara de Diputados, aboga por un acercamiento con Teherán, más allá de lo que él llama, diplomáticamente, “los eventos del 2011”.
“Nuestros países siempre han tratado de mantener puntos en común”, dijo Hassan Habibollahzadeh, encargado de negocios de Irán. El gobierno de la república de Irán “esta listo a desarrollar relación con todos los países basados en el mutuo respeto y la no interferencia en los asuntos internos”, dijo en la apertura.

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