PARÍS.- El alivio de las tensiones por la crisis griega ha traído un momentáneo respiro al Banco Central Europeo (BCE), cuyo regreso de las vacaciones esta semana está ensombrecido por las
incertidumbres en China y el reciente encarecimiento del euro.
Por
primera vez desde enero, los gobernadores de la institución "podrían
aludir a posibles medidas adicionales" de apoyo a la economía, con
motivo de su reunión de política monetaria el miércoles y jueves,
anticipa Michael Schubert, economista de Commerzbank.
La
reunión, a la que sigue como es habitual una rueda de prensa del
presidente del BCE, Mario Draghi, se produce una semana después del
pánico que se apoderó de las grandes plazas financieras mundiales,
debido a las múltiples señales sobre una ralentización de la economía de
China y sus posibles repercusiones en la coyuntura mundial.
El
BCE no prevé "anunciar un cambio de política en esta reunión en la
medida en que ha minimizado los riesgos vinculados a China" augura
Jennifer McKeown, de Capital Economics. No obstante, al mismo tiempo, la
institución ve con malos ojos la reciente apreciación de la moneda
europea, que se convierte en valor refugio en un contexto de
inestabilidad bursátil.
Un euro más caro amenaza con debilitar la
competitividad de los exportadores europeos. Por otro lado, la bajada de
los precios del petróleo impide que se recupere la inflación en la
eurozona, de apenas un 0,2% interanual en agosto, muy por debajo del
ritmo de algo menos del 2% que desea el BCE.
Para reactivar esta
dinámica inflacionaria, el BCE ha implementado un amplio plan de compra
de activos y compra mensualmente desde marzo unos 60.000 millones de
euros de deudas, principalmente públicas. Espera haber llegado a 1,14
billones en total en septiembre de 2016.
Pese
a algunas señales positivas -mejora del crédito a las familias y
empresas, así como de la confianza en el sector privado de la eurozona-
los banqueros centrales consideran "decepcionante" la recuperación
económica, según las actas de su última reunión de política monetaria.
En
el segundo trimestre, el crecimiento en la eurozona se frenó
ligeramente a un 0,3% contra un 0,4% en el primer trimestre del año.
Sobre
todo, el BCE corre el riesgo de mostrarse "particularmente contrariado
por la reciente evolución de las expectativas de inflación en los
mercados", un indicador muy observado por los gobernadores centrales,
destaca Michael Schubert, de Commerzbank.
El jueves, "el BCE
podría limitarse a comentarios tranquilizadores, pero la decepción ante
las expectativas de inflación lo va a obligar sin duda a una nueva
intervención" en el próximo futuro, prevé Sylvain Broyer, jefe
economista de Natixis. "Todo dependerá de la Fed" estadounidense, precisa.
Varios
operadores apuestan porque el banco central de Estados Unidos suba sus
tasas directoras antes de fin de año. Sin embargo, si no lo hiciera, la
cotización del euro puede subir aún más y lastrar cualquier intervención
del BCE.
Varios banqueros centrales europeos dijeron
recientemente que el BCE está listo para usar todos los medios a su
disposición para garantizar el retorno de la inflación hacia su
objetivo.
Por tanto, se prevé que proseguirá su política de compra
de activos (conocida como Quantitative Easing, QE) y, en caso de
dificultades, el BCE podría incluso anunciar que prolonga estas compras o
las amplía. "No nos despertamos cada mañana mirando los indicadores
económicos para decidir si paramos o ampliamos el QE. Tenemos una
perspectiva a largo plazo", afirma no obstante Benoît Coeuré, miembro
del directorio del BCE.
Y añade: "Solo nos sentiríamos obligados a
actuar si hubiera un cambio fundamental en la situación económica o si
la política monetaria estuviera seriamente alterada por los
acontecimientos en los mercados".
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