BERLÍN.- Cuatro décadas
divididos y bajo sistemas antagónicos abrieron una brecha entre los
alemanes del este y del oeste que 25 años de unidad han ido cerrando
progresivamente, aunque los estados orientales siguen siendo más pobres,
padecen todavía un mayor desempleo y albergan ahora a la población más
envejecida.
En vísperas de conmemorarse este sábado el 25 aniversario de la
reunificación del país, la Oficina Federal de Estadística alemana
presentó hoy un informe que disecciona las diferencias que persisten,
aunque también refleja cómo ambas sociedades han dado pasos de gigante
hacia la convergencia.
A pesar de esos avances, las fronteras económicas permanecen con
"claras diferencias regionales": la renta per capita en los estados
orientales se situaba en 2013 entre los 22.800 y los 24.200 euros,
mientras que en los occidentales se acercaba a los 33.400 euros.
La tasa de desempleo, nunca medida en Alemania del este y disparada
en ese territorio tras la reunificación hasta superar el 18 %, ha bajado
hasta el 9,8 % en el este, pero sigue lejos del 5,9 % que se registra
en los estados del oeste.
La precariedad laboral sí les ha acercado: tras sellarse la unidad
del país el 76 % de los trabajadores del oeste y el 83 % de los del este
tenían un trabajo estable a jornada completa, porcentajes que han
bajado al 67 % y al 70,5 %, respectivamente.
En todo el país han aumentado en los últimos años los denominados "empleos atípicos" a tiempo parcial, por horas o mini-jobs.
En los que en Alemania todavía se denominan "nuevos estados
federados", el territorio de la antigua República Democrática de
Alemania (RDA), se borra también despacio la huella de la profunda
crisis en la que se hundió su poco competitiva industria al implantarse
la economía de mercado tras la caída del muro.
El peso de la industria y la construcción en el PIB del este se sitúa en el 17 %, frente al 24 % que supone en el oeste.
Junto a la radiografía económica, el informe de la Oficina Federal de
Estadística muestra los cambios demográficos y sociales experimentados
en el último cuarto de siglo y, especialmente, "los intensos movimientos
migratorios" que se registraron en el país desde la caída del muro.
En este apartado quien salió claramente perdiendo fue el territorio
de la antigua RDA, que entre 1991 y 2013 vio cómo 3,3 millones de
ciudadanos se trasladaban a vivir al oeste, mientras que sólo recibía a
2,2 millones desde los estados vecinos.
Los flujos ya se han equilibrado, como también se han estabilizado los nacimientos, que cayeron a más de la mitad.
La principal consecuencia ha sido el envejecimiento de la población
en el este; los mayores de 65 años suponen ya 24 % de la población, diez
puntos más que antes de la reunificación y cuatro puntos más que la
tasa occidental.
Los patrones sociales que separaron al este y al oeste han comenzado a
diluirse y en toda Alemania se comprueba la caída del "modelo
tradicional de familia" compuesto por una pareja y sus hijos.
Sin embargo, continúan las diferencias y mientras que en el oeste
tres cuartas partes de las parejas con hijos están casadas, el
porcentaje se queda en el 52 % en el este, donde tradicionalmente el
matrimonio siempre tuvo menor peso.
En el este sigue siendo además mucho más elevado el porcentaje de
parejas de hecho (22 %, frente al 7 % del oeste) y también el de padres
que crían sin pareja a sus hijos (26 %, frente al 18 %).
La presencia de la mujer en el mercado de trabajo a tiempo completo,
herencia de la RDA, marca también a los estados del este, mientras que
en el oeste predominan las familias en las que sólo un miembro de la
pareja tiene trabajo remunerado o en las que el salario del varón es el
principal ingreso del hogar.
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