miércoles, 2 de septiembre de 2015

El petróleo marca con signos opuestos el destino político de Colombia y Venezuela / Antonio Sánchez-Gijón *

La reciente crisis diplomática entre Caracas y Bogotá invita a unas reflexiones que den cuenta de la sinrazón de que dos países vecinos y en cierto modo hermanos, Colombia y Venezuela, no sólo se hallen diplomáticamente enfrentados en términos de desarrollo económico, sino también en términos de cultura política. Aunque ambos países son víctimas de la bajada del precio del petróleo, Venezuela, la sufre con mucha mayor intensidad, induciendo una posiblemente explosiva crisis del régimen bolivariano; caso que no se da en relación con Colombia, que ha mantenido por más de cincuenta años las alternancias propias de un régimen democrático. Para Colombia, se trata de un bache en su desarrollo y para Venezuela de un socavón que puede tragarse el régimen bolivariano.

La pro­duc­ción co­lom­biana de hi­dro­car­buros es una frac­ción de la de Venezuela: sólo un mi­llón de ba­rriles al día, aunque re­pre­senta el 50% de las ex­por­ta­ciones to­tales del país. No es el caso de Venezuela, para la que el pe­tróleo y otros hi­dro­car­buros re­pre­sentan muy por en­cima del 90% de los in­gresos de di­vi­sas. Colombia, sin em­bargo, tiene una eco­nomía más di­ver­si­fi­cada, y podrá aguantar mejor la ten­dencia a la baja de los pre­cios de las ma­te­rias pri­mas, po­niendo mo­de­ra­ción a las pers­pec­tivas de cre­ci­miento que desde hace ocho, diez o más años se pro­me­tían la mayor parte de los países de América Latina, y tantos otros de África y Asia. La lás­tima es que esta co­yun­tura ad­versa en­cuentre a los dos países su­midos en una amarga que­re­lla, que re­fleja la ani­mad­ver­sión ideo­ló­gica exis­tente entre sus go­biernos y el con­traste entre las tra­di­ciones po­lí­ticas de los dos paí­ses: una de­mo­cracia acen­drada en Colombia, y una su­ce­sión de re­gí­menes dic­ta­to­ria­les, de­mo­crá­ti­cos, po­pu­listas y se­mi­rre­vo­lu­cio­na­rios en Venezuela.

Desde el punto de vista de la cohe­sión so­cial, nin­guno de los dos países puede darse por sa­tis­fe­cho. La so­ciedad de Colombia se halla frac­tu­rada sobre ali­nea­mientos de clase, sobre todo entre los dueños de la tierra y los des­po­seí­dos. Estos úl­timos son una in­mensa masa de peones o de cam­pe­sinos atados a par­celas mar­gi­nales de cul­ti­vos, apenas su­fi­cientes para man­tener una fa­mi­lia, siempre en lucha con las con­di­ciones ad­versas pro­pias de un te­rri­torio muy ac­ci­den­tado, con malas co­mu­ni­ca­cio­nes, y en lucha con­tinua con la selva. Estas con­di­ciones ge­neran pro­testa so­cial y vio­len­cia, que en­cuen­tran pronto ex­pre­sión ideo­ló­gica en ali­nea­mientos de con­ser­va­du­ris­mo-­mar­xismo.

El pro­blema so­cial de Venezuela se ca­rac­te­riza por la pro­fun­didad de la deses­truc­tu­ra­ción so­cial de am­plias capas de la po­bla­ción, con los con­si­guientes pro­blemas de mar­gi­na­li­dad, lo que se re­fleja en una de las tasas de ho­mi­ci­dios más altas del mundo. La dis­po­ni­bi­lidad de tie­rras es, sin em­bargo, com­pa­rable o su­pe­rior a la de Colombia, aunque una eco­nomía vol­cada al pe­tróleo y un ré­gimen pa­ter­na­lista de dis­tri­bu­ción de los in­gresos ge­ne­rados por esta ma­teria prima hacen de la agri­cul­tura ve­ne­zo­lana un re­curso se­cun­da­rio.

Alegaciones de Maduro contra los co­lom­bianos

La ri­queza na­tural de Venezuela siempre cons­ti­tuyó un imán para un gran nú­mero de co­lom­bia­nos. Se es­tima que en Venezuela viven más de cinco mi­llo­nes. La ex­pul­sión de unos cuantos mi­les, re­cien­te­mente dis­puesta por el go­bierno de Caracas, en la zona fron­te­riza del de­par­ta­mento de Táchira, es más un gesto de afir­ma­ción de au­to­ridad ante la propia po­bla­ción ve­ne­zo­lana que una me­dida capaz de poner coto a la in­tensa ac­ti­vidad eco­nó­mica, tanto formal como in­for­mal, de los co­lom­bianos en Venezuela. Las ale­ga­ciones del go­bierno del pre­si­dente Maduro, en el sen­tido de que pa­ra­mi­li­tares co­lom­bianos operan dentro de Venezuela, no son una no­ve­dad, y de hecho pa­recen tener una di­men­sión pro­pa­gan­dís­tica, para tratar de dar cuenta de la tre­menda es­casez de bienes de con­sumo bá­sicos que se re­gis­tran por todas las re­giones del país.

El pre­si­dente Maduro se en­frenta a las elec­ciones a la asam­blea na­cional del 6 de di­ciembre pró­ximo, en un mo­mento de ba­jí­sima po­pu­la­ri­dad. La es­tra­tegia con que afronta este crí­tico pe­riodo es ex­ter­na­lizar las res­pon­sa­bi­li­da­des, tra­tando de señalar a los con­tra­ban­distas co­lom­bianos como cau­santes de la es­ca­sez.

Para en­fa­tizar la di­li­gencia del go­bierno a la hora de afrontar este desafío, el go­bierno ha de­cre­tado el es­tado de emer­gencia en seis mu­ni­ci­pios co­lin­dantes con la fron­tera. Es éste un ex­pe­diente que pro­ba­ble­mente se irá ex­ten­diendo a otras partes del país, a me­dida que se vaya agu­di­zando el des­abas­te­ci­miento y la pro­testa po­pular y que, ade­más, puede ser apli­cado contra la opo­si­ción. Muchos de los opo­si­tores más sig­ni­fi­cados se ha­llan en pri­sión, y mu­chos otros su­fren res­tric­ciones de todo tipo. Los ór­ganos de opi­nión de la opo­si­ción su­fren es­casez o di­fi­cul­tades de ac­ceso al pa­pe­l-­prensa.

En al­gunos sen­ti­dos, la co­yun­tura del mer­cado in­ter­na­cional de ma­te­rias primas pone a los dos países en aprietos si­mi­la­res, aunque menos agudos en el caso co­lom­biano. El aba­nico de ma­te­rias primas ex­por­tadas por Colombia, prin­ci­pal­mente café, ní­quel y car­bón, es más di­ver­si­fi­cado que el de Venezuela, con ex­por­ta­ciones casi ex­clu­si­va­mente de­pen­diente de los hi­dro­car­bu­ros. Por otra parte, la planta in­dus­trial de Colombia es muy su­pe­rior a la de Venezuela.

Las ex­por­ta­ciones de Colombia han caído, de $28.000 mi­llones en enero-­junio de 2014, a $20.000 mi­llones en el mismo pe­riodo de 2015. Venezuela, por su parte, de­pende del pe­tróleo para más del 90% de sus in­gre­sos, y ha visto hun­dirse su pre­cio, de cerca de $100 el ba­rril a menos de $40 en unos doce me­ses. Esto ha pro­vo­cado un corte drás­tico a los sub­si­dios del go­bierno a los con­sumos bá­si­cos, lo que le ha for­zado a adoptar un sis­tema de ra­cio­na­miento que causa pe­na­li­dades sin cuento a la po­bla­ción, y es­ti­mula el con­tra­bando. La es­casez de pro­ductos de con­sumo no es un pro­blema par­ti­cu­lar­mente grave en Colombia, que goza de un ré­gimen más abierto a la li­bertad del mer­cado. La in­fla­ción es otro factor en que los dos países di­vergen con­si­de­ra­ble­mente. Mientras la de Colombia se fija en 4,5% para el úl­timo año, la de Venezuela se es­tima ra­yana en el 100% en el mismo pe­riodo.

Las ex­pec­ta­tivas de cre­ci­miento se­paran igual­mente a ambos paí­ses. Aunque la de Colombia fue cal­cu­lada en la pe­núl­tima pre­vi­sión en 3,5% para este año, la úl­tima sitúa el cre­ci­miento en 2,8%, en con­traste con la aguda con­trac­ción que se prevé para Venezuela.

La co­yun­tura eco­nó­mica in­te­rior es otro factor de di­fe­ren­cia­ción entre Colombia y Venezuela. Las fi­nanzas del go­bierno de Maduro en­cuen­tran pocos apoyos en el ex­te­rior, mien­tras que las po­lí­ticas más or­to­doxas de Colombia en­cuen­tran su­fi­cientes fa­ci­li­dades de fi­nan­cia­ción.

Las ac­ti­tudes de los dos go­biernos de cara al fu­turo in­me­diato dis­crepan de modo ra­di­cal. Políticamente, el pre­si­dente Juan Manuel Santos en­cara una dura opo­si­ción por parte del ex­pre­si­dente Uribe, en un am­biente de con­fron­ta­ción que se di­ri­mirá en las ur­nas, mien­tras que el pre­si­dente Maduro en­frenta no sólo a la opo­si­ción de­mo­crá­tica y la pro­testa po­pular por el des­abas­te­ci­miento, sino tam­bién los pe­li­gros que la di­fícil si­tua­ción plantea al ré­gimen como un todo, de modo que el pre­si­dente debe estar atento no sólo a la opo­si­ción de­mo­crá­tica, sino a los mo­vi­mientos de la je­rar­quía del par­tido bo­li­va­riano, preo­cu­pado por la drás­tica ba­jada de po­pu­la­ridad del ré­gi­men.


(*) Periodista español

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