domingo, 20 de septiembre de 2015

Euro, Grecia, refugiados... Europa atraviesa una crisis "existencial"

PARÍS.- Primero hubo la tormenta en torno al euro, el psicodrama griego y el fantasma de un divorcio entre Londres y Bruselas. Ahora son los miles de refugiados que llaman a sus puertas. Estas turbulencias amenazan con sumir a la Unión Europea en una verdadera crisis "existencial".

Frente a esos desafíos, si los Estados miembros no superan sus divisiones, el ideal europeo nacido de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial podría quedar malherido, consideran algunos expertos y responsables políticos. 
"Ahora son el corazón de Europa y el núcleo del proyecto europeo los que están amenazados", aviso Guy Verhofstadt, el antiguo primer ministro belga, que lidera el grupo liberal ALDE en el Parlamento Europeo. Para él, el drama de los refugiados, sin precedentes desde 1945 y que lleva los países a enfrentarse sobre su reparto y acogida, es "más profundo que la crisis del euro".
 "Creo que es una verdadera prueba, pero también es una oportunidad para dar un salto adelante", declaró.
Las crisis sucesivas han vuelto a abrir viejas heridas en la Unión Europea, compuesta hoy por 28 países y 500 millones de habitantes, que conforman la primera esfera económica del mundo.
La crisis de la deuda en la zona euro volvió a poner de manifiesto la brecha que separa el norte y el sur de Europa. La de los refugiados muestra hoy las divisiones persistentes entre el este y el oeste.
Esto da "una terrible imagen de Europa" en el mundo, lamentó el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Antonio Guterres, hace unos días ante el Parlamento Europeo en Bruselas, criticando también la "falta de unidad" de la UE.
Los Veintiocho comenzaron a responder a la afluencia de refugiados de forma descoordinada y varios Estados restablecieron controles fronterizos para intentar detener su llegada. Aunque sólo sean medidas temporales, el regreso de esos controles pone en entredicho uno de los logros más tangibles de la UE: la libertad de circulación instaurada tras los acuerdos de Schengen.
Entretanto, aunque Grecia, ahogada por las deudas, consiguió un nuevo plan de ayuda, los analistas aseguran que perduran algunos problemas subyacentes del euro.
Sea cual sea el resultado de las elecciones de este domingo en Grecia, la enorme deuda del país permanecerá en niveles insoportables, mientras que en Bruselas las conversaciones para conseguir una mayor unión bancaria siguen en punto muerto.
La crisis en Ucrania, que lastra las relaciones con la Rusia de Vladimir Putin y el riesgo de que Reino Unido salga de la UE, tras un referéndum previsto de aquí a finales de 2017, también ensombrecen el panorama.
"Siempre pensé que Europa se haría en las crisis, que sería la adición de las soluciones que se aportarían ante esas crisis", decía el francés Jean Monnet, uno de los padres de la UE.
Pero hoy parece que esas crisis paralizan a los gobiernos -preocupados por la presión de los populismos eurófobos, de extrema derecha y extrema izquierda- y los llevan a actuar cada uno por su cuenta.
Para Raoul Ruparel, codirector de Open Europe, un laboratorio de ideas con sede en Londres, "la confluencia de esas graves crisis existenciales" exigen una reforma urgente en Bruselas. "Intentar poner todos esos países en el mismo molde ahondó las divisiones. Lo hemos visto en la zona euro con Grecia y Alemania, ahora lo vemos con la crisis migratoria, entre el este y el oeste", explica.
Pero la UE aún no ha alcanzado su punto de ruptura, asegura Janis Emmanouilidis, del European Policy Center de Bruselas, convencido de que las décadas de integración europea han producido un "ADN común".
 "Esto podría suponer el final de algunos elementos de la UE, pero no creo que la propia UE vaya a desaparecer", opina.

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