PARÍS.- Los ministros de Finanzas y los jefes de los bancos centrales del G-20 tratarán esta semana en Turquía de calmar a los mercados sacudidos por los tumbos de China, los errores de las economías emergentes y las angustias monetarias.
En su
encuentro de abril pasado, los responsables financieros de las
principales potencias industrializadas y emergentes se congratularon por
una "disminución de los riesgos" que pesaban sobre la economía mundial.
Sin embargo, el diagnóstico será seguramente muy diferente el sábado,
cuando concluyan su reunión de dos días en Ankara.
La directora
gerente del FMI, Christine Lagarde, ya advirtió el martes en Yakarta de
que el crecimiento económico mundial podría ser en 2015 "algo inferior"
al 3,3% anunciado por las previsiones de la institución dos meses atrás.
Las
discusiones se centrarán en gran parte en la necesidad de un
'aterrizaje suave' de la economía china, después de años de crecimiento
frenético. Las Bolsas chinas vienen en caída libre desde hace varios
meses y la moneda nacional, el yuan, sufrió una fuerte devaluación.
La
divulgación de los malos índices industriales de la segunda economía
china volvieron a provocar el martes fuertes caídas en las Bolsas
mundiales y en el precio del petróleo.
"A
corto plazo, la economía china cuenta con los medios para enfrentar una
desaceleración" gracias a sus gigantescas reservas de divisas, aunque
"el verdadero desafío será el de su mutación en un modelo de desarrollo
más sostenible", menos dependiente de las exportaciones, afirmó una
fuente gubernamental francesa, que se preguntaba sobre la fiabilidad de
las estadísticas chinas.
Estados Unidos, por su parte, espera que
China "comunique" de manera "más clara y eficaz en una amplia gama de
temas relacionados con el crecimiento o los mercados financieros", dijo
el martes un alto funcionario del Departamento del Tesoro.
No
obstante, la ralentización china no es el único quebradero de cabeza de
los señores de las finanzas mundiales: los datos revelan cierta flojera
del crecimiento en Estados Unidos, una anemia de la economía francesa en
el segundo trimestre y la entrada en recesión de Canadá y Brasil.
Ningún
miembro del G20 podrá vanagloriarse en Ankara, ni siquiera la próspera
Alemania, que no tiene ningunas ganas de volver a ser blanco de críticas
por sus insolentes excedentes comerciales. Todos tratarán en cambio de
apaciguar los temores.
"Estoy seguro de que los acontecimientos
recientes en los mercados, que aún no han llegado a su fin, no podrán
desestabilizar a la economía europea", aseguró el martes el comisario
europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici.
"Hay muchas
interpretaciones exageradas (sobre los acontecimientos en China) y por
eso será importante que los líderes del G-20 reafirmen su voluntad de
coordinación", dijo Sébastien Jean, director del Centro de
investigaciones Económicas (CEPII).
Esa voluntad de coordinación
será necesaria ya que tarde o temprano Estados Unidos subirá sus tasas
de interés, poniendo fin a años de flexibilización monetaria. Y ese
será, en palabras de Sébastien Jean, "un momento verdaderamente
sensible" para la economía mundial.
El impacto en otros países de
las medidas monetarias nacionales será un tema que "no podrá resolverse
en seis meses", pero que debe permanecer en "el núcleo" de las
reflexiones del G-20, según una fuente gubernamental francesa.
En
2013, la simple mención por parte de la Reserva Federal (Fed) de un
posible aumento de las tasas provocó un corte abrupto en el flujo de
capitales hacia los mercados emergentes, ante la posibilidad de
inversiones con mayor rendimiento en Estados Unidos.
El
G-20 también tendrá que desvirtuar la idea de que el mundo se ha
convertido en el teatro de una 'guerra de divisas', un término que
volvió a poner de actualidad el Financial Times, diario de referencia de
los mercados.
Según una fuente cercana a los preparativos de la
reunión de Ankara, las devaluaciones recientes en países emergentes se
considera más como una consecuencia del alza del dólar que como
resultado de una política deliberada para ganar mercados.
La
agenda de los ministros y banqueros centrales incluirá además la lucha
contra la optimización fiscal de las grandes multinacionales, un tema
que maneja la OCDE y que debería entrar en una nueva fase a finales de
año.
Los participantes también buscarán coordinar mejor la lucha
contra la financiación del terrorismo, un tema candente que se llevará a
cabo en Turquía, un país vecino de Siria, donde vastos territorios
están bajo el control de la organización yihadista Estado Islámico (EI).
Por
su parte, Francia tratará de movilizar fondos contra el calentamiento
climático, en vísperas de la gran conferencia sobre el clima (COP 21)
que se realizará en París a finales de año.
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