PARÍS/BOMBAY.- India iba a la zaga de los grandes
países emergentes, políticamente paralizada y con un crecimiento
endeble, pero en tres años ha revelado un insospechado dinamismo,
mientras sus socios en el club de los BRICS luchan para evitar o para
salir del marasmo.
De los cinco BRICS, dos -Brasil y Rusia- se
hallan sumidos en la recesión; uno -Sudáfrica- se tambalea por la caída
de la demanda de materias primas; y otro -China- da señales de
agotamiento del modelo que funcionaba como motor de la economía mundial
desde la crisis de 2008.
India, en cambio, va camino de
convertirse en el miembro del G-20 (de potencias industrializadas y
emergentes) con el índice más alto de crecimiento, en torno al 7% anual,
y una situación financiera reforzada gracias al bajo precio del
petróleo.
"Si miramos los datos del crecimiento, India está
decididamente mejor que los demás (BRICS)", afirma Kunal Kundu,
economista en el banco Société Générale de Bangalore (sur de India). "China está en plena desaceleración y
Brasil y Rusia con problemas porque son dependientes de las materias
primas", agrega.
No todo es rosa, sin embargo, para India: los
datos del PIB se beneficiaron no solo de la fuerte bajada del precio del
crudo, sino también de una nueva metodología de cálculo; sus
exportaciones siguen siendo poco voluminosas y en la Bolsa de Bombay,
los principales valores se cotizan en promedio un 5% por debajo de su
nivel de hace un año.
Los economistas afirman que el crecimiento
subyacente de India sigue siendo débil y se preguntan hasta qué punto es
fiable la nueva metodología de cálculo del PIB.
Pero India salió
relativamente bien parada de los vendavales que sacudieron los mercados
financieros durante el verano (boreal) y provocaron fugas importantes de
capitales de los mercados emergentes.
"India parece un oasis de
estabilidad por el momento", señala Mark Williams, responsable del
departamento Asia de la consultora Capital Economics de Londres. "El
panorama es muy diferente del de hace un par de años, cuando India
estaba en primera línea de las preocupaciones", agrega.
Cuando
China crecía más de un 10% anual, cubría sus vastas extensiones con
autopistas y vías férreas y sus ciudades se poblaban de rascacielos y
centros comerciales y sus necesidades de petróleo, carbón, acero y
cemento eran insaciables. Pero ahora los datos oficiales muestran una
expansión más débil desde los años 90 y los analistas creen que aun así
disimulan una verdad mucho menos lustrosa.
Y cuando el 'Imperio
del Medio' reduce su apetito de materias primas, Brasil, cuya economía
es ampliamente tributaria de la venta de materias primas a China y otro
puñado de países, siente de inmediato el impacto. Los precios de las
materias primas se hallaban en agosto en su nivel más bajo en 16 años y
ya nadie compra como antes, según el Bloomberg Commodity Index, que
analiza la evolución de 22 productos.
"Brasil se ha visto muy
afectado, más que otros países emergentes", dijo Alex Agostini, analista
de Austin Rate, en Sao Paulo, tras la decisión de Standard and Poor's de rebajar a categoría especulativa la nota de la deuda soberana de Brasil.
En
2010, en pleno auge, la mayor economía latinoamericana llegó a crecer
un 7,5%; pero este año entró en recesión y los economistas piensan que
cerrará 2016 sin salir a flote.
Una parálisis agravada además por
una profunda crisis política, marcada por denuncias de corrupción que
conmocionaron a la opinión y socavaron a niveles inauditos la
popularidad de la presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los
Trabajadores (PT, izquierda), y de sus aliados.
Rusia, un país
exportador de crudo, no solo se vio golpeada por la depreciación del
barril, sino también por las sanciones que le impusieron los países
occidentales a raíz de la crisis en Ucrania. Según la oficina de
estadísticas Rosstat, cerca de 31,7 millones de rusos (un 15% de la
población) vive bajo el umbral de pobreza.
"Ahora, el mayor
impacto viene a través de (la desaceleración de) China, que influye en
la economía global, en las materias primas y en los mercados
financieros", señala Oleg Kouzmin, de la consultora Renaissance Capital, de Moscú. Según el analista, la economía rusa se contraerá este año un 4%.
También
Sudáfrica, uno de los mayores proveedores de minerales a China, sufre
de la ralentización de la segunda economía mundial. La previsión de
crecimiento de Sudáfrica se redujo a un magro 1,3% y las grandes
compañías mineras anunciaron miles de despidos.
Los BRICS podrían
verse, además, afectados por una subida de las tasas de interés en
Estados Unidos, que haría más atractivas las inversiones en dólares,
desviando capitales de los mercados emergentes.
India,
cuyo dinamismo fue destacado por el Fondo Monetario Internacional
(FMI), pudo equilibrar sus finanzas gracias en gran medida a la caída
del precio del petróleo, dado que importa el 80% de sus necesidades
crudo. Además, al no depender tanto de las exportaciones, pudo esquivar
la reducción de la demanda global.
"Nosotros no tenemos los mismos
problemas que los demás" países emergentes, señala Arya Sen, del banco
de inversiones Jefferies en Bombay.
Muchos políticos indios se
vanaglorian de la aceleración económica del país, con un índice de
crecimiento que ya rivaliza con el de China.
Pero muchos analistas
advierten de que India aún sufre problemas estructurales y de que toda
jactancia es prematura. Sus legislaciones laboral y sobre inversiones
siguen siendo extremadamente complejas y sus infraestructuras son
vetustas.
El gobierno del primer ministro, Narendra Modi, que
llegó al poder en mayo de 2014, tuvo que abandonar por otro lado una
serie de reformas, entre ellas una ley de cesión de tierras.
Y el
PIB indio, de cerca de dos billones de dólares, representa aún la cuarta
parte del de China, que a pesar de su desaceleración sigue asegurando
la tercera parte del crecimiento global.
"India no tiene que ser
complaciente" y sin sus trabas tradicionales "podría crecer mucho más,
hasta un 9% o 10% al año", apunta Mark Williams, de Capital Economics.
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