SAO PAULO.- Brasil, importante proveedor de
productos agroalimentarios para China, no pierde la esperanza de cerrar
buenas ventas con el gigante asiático pese a la desaceleración de su
crecimiento. Al menos en el corto plazo.
El apetito de los chinos
por los alimentos brasileños es crucial para el mayor país sudamericano,
que atraviesa una recesión económica. China absorbió el año pasado el
20% de las exportaciones de un sector esencial para la balanza
comercial: fueron 43.000 millones de dólares en soja, carne, café y
otros productos agrícolas brasileños.
"No habría un crecimiento
espectacular ni una caída remarcable de las importaciones chinas de
carne y de maíz en lo inmediato. Son productos esenciales para la
alimentación de la población, sobre todo el pollo", pronostica Fernando
Iglesias, analista de mercado en la consultora Safras e Mercado.
Las
estimaciones son similares para la soja, que alimenta a una buena parte
de los animales chinos y del cual Brasil es el primer proveedor mundial
de Pekín.
"La demanda no va a desacelerarse tan rápido como el
crecimiento chino porque la soja es transformada en derivados para toda
la cadena alimentaria: en aceite, en granulados para pollos y vacas? Es
diferente de las ventas de mineral de hierro, por ejemplo, que sufren
directamente la desaceleración de la industria", explica Luiz Gutierrez,
también de Safras e Mercado.
Angelo Ozelame, analista del IMEA,
el instituto agrícola del estado de Mato Grosso (centro oeste), asegura
que la soja no será la primera compra en ser suprimida, por lo cual las
perspectivas de ventas a China son buenas. "Pero aún es demasiado pronto
como para entrever las consecuencias de la situación", afirma.
El
gigantesco mercado asiático debería deglutir 79 millones de toneladas
de soja brasileña en 2015-16, o sea 3% más que el año anterior, según el
ministerio de Agricultura de Estados Unidos (USDA).
Las ventas de carne de cerdo también están en aumento, indica la ABPA, la Asociación brasileña de proteínas animales.
"En
cuanto a la caída del precio de la soja, está más ligada a la
abundancia de la oferta que a la desaceleración de la demanda", afirma
Luiz Gutierrez. Estados Unidos y Brasil tuvieron cosechas récord del
grano amarillo, de 100 millones y 96 millones de toneladas
respectivamente, y Washington espera una nueva cosecha excepcional.
Las
ventas de carne vacuna a China no hacen más que aumentar: Pekín levantó
en junio su embargo a los frigoríficos brasileños, que estaba en vigor
desde 2012.
"Es un mercado nuevo para nosotros y hasta ahora las
ventas son formidables: 11.400 toneladas en julio, 12.700 en agosto, se
entusiasma Antonio Jorge Camardelli, presidente de la Asociación
brasileña de exportadores de carne (Abiec).
"A pesar de la
desvalorización del yuan, pensamos que este mercado va a consolidarse,
sobre todo gracias a las autorizaciones sanitarias acordadas a una
decena de nuevos frigoríficos", añade.
Las
certezas son menores a largo plazo, aunque Safras e Mercado prevé un
aumento de las exportaciones agroalimentarias brasileñas hacia China
hasta 2018.
"El problema es que no conocemos la profundidad de
esta crisis: ¿los ingresos y la actividad industrial van a caer, el
desempleo va a aumentar? Si el crecimiento pasa por debajo de 3% o 4%
tendríamos serios problemas. Pero las informaciones son bastante
incoherentes, así que solo podemos esperar", dice Fernando Iglesias.
El
PIB chino creció 7,4% en 2014, su desempeño más débil desde 1990, y 7%
en el primer semestre de este año. Y la desaceleración podría estar
subestimada por las estadísticas del gobierno, según observadores.
Angelo
Ozelame, del IMEA, afirma que el sector de soja está "claramente
vigilante en cuanto a la demanda china, porque el menor movimiento
afectaría peligrosamente a los productores".
Séptima potencia
económica mundial, Brasil es el primer exportador mundial de carne de
pollo, de café, de azúcar y de jugo de naranja.
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