martes, 8 de septiembre de 2015

De Rusia a Venezuela, temen que la caída del petróleo genere más tensión social

NUEVA YORK.- El petróleo, el sustento de muchos países que lo producen y venden, se ha convertido con rapidez en una maldición económica. Hace un año, el precio internacional por barril de petróleo era de aproximadamente $103. Estos días está en unos $48.

En Iraq, donde tienen petróleo pero también la constante amenaza de insurgentes del Estado Islámico e ideologías políticas sectarias y rebeldes, surgió una nueva causa de inestabilidad este mes cuando se originaron protestas violentas porque el gobierno no ha logrado ofrecer servicios confiables de electricidad ni ha explicado qué hizo con todo el dinero del petróleo que prometió.
En Rusia, uno de los principales productores de petróleo, los consumidores ahora pagan mucho más por las importaciones, en gran medida debido a que el valor de su moneda se ha desplomado.
En Nigeria y Venezuela, que dependen casi por completo de las exportaciones de petróleo, aumenta el temor de inestabilidad económica y conflictos.
En Ecuador, donde las utilidades por la venta de petróleo han caído casi a la mitad desde el año pasado, decenas de miles de manifestantes llenan las calles cada semana, furiosos ante la política económica del gobierno.
Incluso Arabia Saudita, un país rico en que la familia en el poder gasta el dinero del petróleo sin restricciones para mantener su legitimidad, el gobierno ha consumido unos $10,000 millones al mes provenientes de valores en divisas para pagar gastos, y solicitó préstamos en los mercados financieros por primera vez desde el 2007. Otros países árabes del Golfo Pérsico que dependen de las exportaciones de petróleo, como Kuwait, Omán y Bahrein, enfrentan déficits fiscales por primera vez en dos décadas.
Aunque el precio está a la baja desde hace meses, los pronósticos siempre se han basado en la hipótesis de que el petróleo logrará estabilizarse en algún momento, o al menos el precio no se mantendrá en un nivel bajo por mucho tiempo. Pero debido al reciente descontrol por los problemas de China, el consumidor más voraz de energía del mundo, ha surgido el temor de que el precio del petróleo, que en la actualidad es 30 por ciento menor que hace sólo unos meses, podría mantenerse en un nivel bajo por mucho más tiempo del que esperaban incluso las proyecciones más pesimistas, y causar un daño todavía mayor a los exportadores de petróleo.
“Estos países sufren mucho”, indicó René G. Ortiz, ex secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y antiguo ministro de Energía de Ecuador. “Estos países tenían la ilusión de que los precios bajos se mantendrían por un plazo muy breve”.
Ortiz calculó que los principales países exportadores de petróleo han perdido en total $1 billón en ventas a consecuencia de la caída del precio durante el año pasado.
“La evidente debilidad de la economía china se extiende hacia el resto del mundo”, afirmó Daniel Yergin, vicepresidente de IHS, empresa líder en información de mercados y autor de dos libros seminales sobre la historia de la industria del petróleo, The Prize y The Quest.
“Muchísimos productores que pasaban por una buena época dependían más de lo que creían del crecimiento de la economía china”, señaló Yergin. “Estamos en medio de una conmoción petrolera”.
Aunque la caída del petróleo ha afectado más directamente a los exportadores de petróleo, también es posible que marque un nuevo periodo de problemas económicos globales, una preocupación que ya se hizo evidente en la revolución de los mercados de valores.
La caída del precio del petróleo también ha desempeñado un papel indirecto en el curso de la guerra civil de Siria y otros puntos de tensión global. Según algunos analistas, los países que antes podían utilizar su riqueza petrolera para obtener alguna ventaja, como Rusia, Irán y Arabia Saudita, ya no tienen tanta influencia. Irán, que llegó a declarar que sobreviviría el embargo antinuclear de su petróleo por parte de Occidente, parece haber pensado mejor esa predicción y llegó a un acuerdo sobre sus actividades nucleares en julio.
Por supuesto, cuando los precios del petróleo son más bajos, también hay ciertas ventajas económicas. El hogar estadounidense promedio, por ejemplo, compra 1,200 galones de gasolina cada año y cada galón de gasolina, en promedio, se vendió la mayor parte de este año por alrededor de un dólar menos que en 2014.
Pero aunque tener un precio de petróleo más bajo estimula las economías de los países consumidores, una caída prolongada trae consigo muchas consecuencias imprevistas. En primer lugar, la debilidad económica de los países en vías de desarrollo que compran cada vez más mercancía a los Estados Unidos y otros países del mundo industrializado.
Es evidente desde hace tiempo que hay un exceso en la oferta, debido en parte a un gran aumento en la producción de Arabia Saudita y a que Estados Unidos, que antes dependía en gran medida del petróleo del Medio Oriente, es cada vez más autosuficiente en materia de energía.
Arabia Saudita no sólo está produciendo cantidades récord; también está aumentando el número de plataformas perforadoras para la producción a futuro. Sus aliados del Golfo, los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, hacen lo mismo. Con todo y la confusión que ha causado el Estado Islámico, la producción de Iraq se ha elevado casi un 20 por ciento desde principios de año.
Aumentar la producción puede parecer ilógico, pues los precios más bajos pueden herir la economía del propio país e incluso incitar más problemas políticos y sociales. Pero todos los exportadores de Medio Oriente compiten para proteger los mercados asiáticos, ahora que los Estados Unidos necesitan mucho menos de su petróleo.
Los estados del Golfo, según Sadad I. Al-Husseini, exvicepresidente ejecutivo de la compañía petrolera Saudi Aramco, “no quieren desempeñar el papel de reguladores del precio del petróleo porque el mercado es demasiado grande y político para manejarlo”.
Si estos productores hubieran reducido su producción a finales del año pasado, dijo, “una oleada de nuevos proveedores de petróleo de Etados Unidos., Canadá, de aguas profundas y otras cuencas, habrían seguido mermando los mercados de petróleo, así que los precios hubieran caído al punto en el que se encuentran ahora, de cualquier forma”.
Al parecer, el exceso en la oferta global empeorará si se aprueba el acuerdo nuclear con Irán, pues podría sumar en un año hasta un millón más de barriles al mercado global, que se ubica en 94 millones de barriles por día.
El ministro de petróleo de Irán, Bijan Namdar Zanganeh, no ha tratado de ocultar las intenciones de su país. “Aumentaremos nuestra producción de petróleo a cualquier costo y no tenemos otra alternativa”, fue la frase que se citó en los medios de noticias estatales de Irán.
El gran cambio en años recientes fue el alza en la producción petrolera de Estados Unidos, que representa más de cuatro millones de barriles adicionales en la oferta global diaria. Pero en meses recientes, Arabia Saudita ha sido el principal responsable del exceso en la oferta, al inundar el mercado deliberadamente según los economistas, de hacer caer el precio para que otros productores que tienen costos elevados no puedan competir, en especial los estadounidenses.
Aun así, la producción de los Estados Unidos no ha bajado tanto como esperaba Arabia Saudita.
Arabia Saudita, el miembro más importante de la OPEP, se ha negado a cumplir las solicitudes de otros miembros de reducir su producción. El resultado es que casi todos los miembros de la OPEP, que en conjunto controlan una parte mucho menor del mercado global que en otros tiempos, bombean más petróleo.
“Somos testigo de cómo compiten estados miembro entre sí para tener una mayor parte del mercado, y la mayoría de esos países dependen del petróleo como fuente primaria de ingresos”, señaló Luay Al-Khatteeb, experto en política exterior del Brookings Doha Center. Si los precios no se recuperan a $60 dólares por barril, advirtió, “y los países de la región árabe siguen dependiendo tanto de las utilidades que genera el petróleo, podríamos experimentar décadas en declive”.
Meghan L. O’Sullivan, directora del programa de Geopolítica de la Energía en la Kennedy School de Harvard, expresó que su preocupación más inmediata es el impacto que causará el prolongado periodo de precios bajos en Iraq.
“Combatir a ISIS ya es una tarea cara, y muchos de los acuerdos políticos que deben aplicarse para conservar el apoyo de distintos grupos al gobierno iraquí también requieren dinero”, puntualizó.
Pero O’Sullivan compartió que a largo plazo le preocupa que Arabia Saudita haya hecho mal sus cálculos, tanto en cuanto a la duración como a la magnitud de la caída en el precio del petróleo.
“Tienen una creciente población que requiere empleo, educación y servicios médicos a diario”, declaró, “por lo que el contrato social entre la familia real y los ciudadanos, que tiene un costo elevado, tendrá cada vez mayores complicaciones, y si no se recuperan los precios del petróleo, resultará imposible mantenerlo”.

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