PEKÍN.- El primer ministro chino, Li
Keqiang, admitió este jueves que China enfrentaba una transición
"dolorosa", pero que no amenazaba el crecimiento global, pese a los
datos que no terminan de convencer a los inversores.
El mensaje de
Li ante los participantes en el Foro Económico Mundial que se celebra
en Dalian (en el norte) es claro: la segunda economía mundial "no tendrá
un aterrizaje brutal" y las autoridades del país comunista disponen de
"los medios apropiados para afrontar la situación".
Los mercados
financieros mundiales sufrieron grandes sacudidas en agosto, por las
preocupaciones provocadas por la evolución de la economía china y las
dudas respecto a la eficacia de las medidas adoptadas por Pekín. Los
datos divulgados este jueves no permitieron apaciguar la ansiedad de los
inversores.
La inflación (IPC) de agosto fue de un 2% interanual, después del 1,6% de julio, lo cual
parece alejar un poco más el espectro de la deflación que asomó en
enero, cuando el aumento de los precios al consumo se situó por primera
vez en cinco años por debajo del 1%.
El resultado de julio es
incluso superior al de las estimaciones de los expertos consultados por
la agencia Bloomberg, que apostaban por un 1,8%.
No obstante, el
desglose muestra que se trata de un promedio engañoso, dado que el
aumento del IPC se debe "casi totalmente" al aumento del precio de los
alimentos, que han subido un 3,7% desde agosto de 2014, apunta Julian
Evans-Pritchard, de la consultora Capital Economics. Y el precio de la
carne porcina, el de mayor importancia en el apartado de alimentos, tuvo
un incremento del 20%. Las verduras y hortalizas subieron, por su
parte, un 16%.
China
atraviesa una transición "dolorosa" y compleja de su modelo de
crecimiento, admitió este jueves el primer ministro chino, Li Keqiang,
quien trató de calmar las preocupaciones afirmando que ese proceso no
amenazaba la economía mundial.
Las autoridades comunistas chinas
resaltan con frecuencia sus esfuerzos para transformar un modelo de
desarrollo sustentado en las inversiones y las infraestructuras en otro
basado en el consumo interno, los servicios y la tecnificación de la
producción industrial. "Será un proceso largo y sembrado de obstáculos",
con "altibajos (...) inevitables", admitió Li ante los empresarios que
participan en el Foro Económico Mundial de Dalian (en el norte).
Los
mercados financieros se han visto agitados en las últimas semanas por
las señales de una rápida desaceleración de la segunda economía mundial.
Una percepción que Li trató de contrarrestar. "China no es una fuente
de riesgo para la economía mundial, sino una fuente de fortaleza del
crecimiento global", recalcó.
La economía china, que representa
alrededor del 13% del PIB mundial, aportó en el primer semestre de este
año un 30% del crecimiento planetario. Además, Li destacó que algunos de
los problemas económicos de su país tienen su origen en otras regiones.
"La economía china está estrechamente integrada en el mercado
internacional", destacó. Por ello, "China no puede permanecer indemne
ante el débil crecimiento económico mundial" de los últimos años,
declaró.
El índice PPI, que mide la evolución de los precios de
venta a la salida de las fábricas, se contrajo en agosto un 5,9%
interanual, por 42º mes consecutivo, alimentando la sensación de
desánimo. Ese retroceso fue el mayor en seis años, en momentos en que la
industria sigue vendiendo a precios de oferta ante una demanda que no
da señales de reanimación, pese a los cinco recortes de la tasa básica
de interés decididas por el banco central desde noviembre.
El
sector manufacturero tuvo el mes pasado una fuerte contracción, golpeado
tanto por la reducción de las exportaciones como de la demanda interna.
"Es bastante preocupante. La deflación (del PPI) se volvió a agravar
(...), en concordancia con la ralentización de la economía", señalaron
los analistas del banco Nomura.
Li Keqiang trató de colocar las
dificultades actuales en la perspectiva de una transición compleja de un
modelo sustentado en las inversiones y las infraestructuras hacia otro
basado en el consumo interno, los servicios y la tecnificación de la
producción industrial. "Será un proceso doloroso y sembrado de
obstáculos", con "altibajos (...) inevitables", admitió. No obstante,
"China no es una fuente de riesgo para la economía mundial, sino una
fuente de fortaleza del crecimiento global", destacó.
El primer
ministro justificó las intervenciones "adecuadas" del gobierno en los
mercados financieros para frenar el derrumbe de las bolsas chinas
durante el verano pasado, aunque esa iniciativa contradiga la voluntad
proclamada de acordar un "papel crucial" al mercado.
Li también
defendió la súbita devaluación del yuan en agosto, pero aclaró: "No
queremos una guerra de divisas". El gobierno se comprometió esta semana a
adoptar medidas de estímulo fiscal. China "es capaz" de mantener un
crecimiento vigoroso, aseguró Li.
El PIB chino tuvo un crecimiento
de un 7,3% en 2014, su menor nivel en casi un cuarto de siglo, y el
gobierno prevé este año una expansión de "alrededor del 7%".
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