PEKÍN.- El primer ministro
chino, Li Keqiang, afirmó hoy que la economía del país asiático "es
estable" y no va a sufrir un aterrizaje forzoso, a pesar de la creciente
ralentización que apuntan sucesivos indicadores.
En una intervención ante el plenario del Foro Económico Mundial de
Verano y un coloquio posterior con ejecutivos internacionales, Li se
esforzó por dar una imagen tranquilizadora de la economía china, si bien
no dejó de reconocer que su Gobierno afronta "desafíos" para mantener
el ritmo de crecimiento y reconoció que una política de expansión
cuantitativa no sería una solución en sí misma.
La economía china "es estable y marcha en una dirección positiva a
pesar de la moderación del crecimiento", aseguró el primer ministro,
quien envió mensajes positivos sobre la estabilidad de las bolsas, el
proceso de reformas económicas, la reestructuración del modelo
productivo y la estabilidad del yuan.
Li admitió que el ritmo de crecimiento económico (el 7 % durante el
primer semestre del año) confirma la progresiva ralentización, aunque
"la tendencia subyacente es positiva" y se mantiene "estable" dentro de
la moderación del aumento.
También subrayó que la economía china "es resistente a los choques" y "no va a sufrir un aterrizaje forzoso".
En todo caso, Li Keqiang dejó claro que Pekín no se va a alarmar por
un cambio de unas décimas en los índices de crecimiento mientras otros
indicadores (como empleo o ingresos personales) mantengan una tendencia
positiva.
Así, el jefe del Gobierno chino resaltó el positivo nivel de creación
de empleo urbano (el único que se mide en el país), con 7,1 millones de
puestos de trabajo creados en la primera mitad del año y un índice de
desempleo urbano del 5,1 %.
También apuntó a la positiva marcha del proceso de transformación de
la estructura económica china, para intentar hacerla menos dependiente
de la industria y de las inversiones y con más peso del consumo
doméstico y los servicios, como en las economías más desarrolladas.
Por ejemplo, el consumo está contribuyendo en un 60 % al crecimiento y
el sector servicios supone ya casi la mitad del PIB chino, destacó.
La intervención de Li se centró en tranquilizar al resto del mundo
sobre la fortaleza económica de China tras los dos episodios de crisis
bursátiles de julio y agosto, unida a la devaluación del yuan del mes
pasado, que han sembrado dudas sobre la solidez del país asiático y su
proceso de reformas.
Sobre las bolsas, afirmó que las medidas de su Gobierno han
"prevenido con éxito los riesgos financieros de un posible alcance
sistémico" y se comprometió a continuar el proceso de modernización de
los mercados y del sistema financiero.
"Vamos a continuar la reforma financiera... Vamos a facilitar el
acceso al mercado para los bancos privados, incluyendo la entrada
ordenada de inversores privados en el sector financiero", aseguró.
Sobre la devaluación del yuan del 11 de agosto, de casi un 2 %,
recalcó que fue "un ajuste pequeño" después de que la divisa china se
había apreciado un 15 % en los últimos dos años y medio, y volvió a
dejar claro que "no queremos ver una guerra de divisas" a nivel mundial.
Li también mostró un cauto optimismo al señalar el aumento de la
inversión extranjera directa en China. Precisamente hoy, el Ministerio
de Comercio anunció un incremento del 22 % interanual en agosto,
mientras que el acumulado de los ocho primeros meses del año muestra una
subida del 9,2 %.
Sin embargo, Meng Yuanxin, un analista del Instituto Nuevo
Continente, un centro de estudios independiente de Pekín, dijo a Efe que
no comparte el optimismo de Li, ya que "hay problemas" con la marcha
del proceso de reforma económica.
El Gobierno aún tiene que cambiar el monopolio de las empresas
estatales y proseguir la reforma de los mercados financieros,
especialmente en el desarrollo de los bancos privados, explicó.
"Aunque ha aprobado algunas medidas, no se han llevado a la práctica", insistió.
En este sentido, la Cámara de Comercio de la Unión Europea pidió el
pasado lunes más "audacia" al Gobierno de Pekín en la aplicación urgente
de reformas estructurales, especialmente en el abultado sector de las
empresas estatales y la apertura a inversores extranjeros de algunos
sectores económicos, a fin de combatir la desaceleración económica.
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