BUENOS AIRES.- Argentina sufre un estancamiento
económico, las leyes han alejado a los inversores y los mercados le dan
la espalda, pero el candidato del peronismo oficialista podría ganar las
elecciones presidenciales del domingo.
Daniel Scioli, un ex campeón de motonáutica que
gobierna la provincia de Buenos Aires, promete continuar con los
generosos planes sociales que han ayudado a millones de argentinos
pobres y cimentado la popularidad de la saliente mandataria Cristina
Fernández. Pero más conciliador que ella, asegura que hará ajustes
graduales a una economía muy regulada por el Estado.
Aunque Scioli, de 58 años, tiene posibilidades de ganar
en primera vuelta el domingo y encabeza con comodidad las preferencias,
su principal rival, el alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio
Macri, podría forzarlo a una segunda vuelta.
Macri, de 56 años, es un ingeniero de centroderecha que
promete cambios más radicales para reconquistar a los inversores
extranjeros, como eliminar abruptamente un control de cambios, impuestos
agrícolas y restricciones a las exportaciones de Argentina, que
atraviesa tiempos duros en gran parte por la caída de los precios de las
materias primas que exporta.
Por su parte, el peronista disidente Sergio Massa
también está intentando colarse en el segundo lugar para luchar contra
Scioli en una segunda vuelta prevista para el 22 de noviembre. En las
últimas semanas se ha acercado mucho en los sondeos a Macri, que había
rechazado su propuesta de una alianza para enfrentarse a Scioli.
Los tres tienen muchas diferencias ideológicas, pero
sus propuestas no son tan distintas: todo indica que el país girará
hacia políticas económicas más amigables con los mercados, tras doce años
de peronismo de centroizquierda, aunque intentando mantener los logros
sociales.
Cualquiera de ellos que llegue a la presidencia deberá
intentar reactivar una economía estancada por la escasez de inversiones,
controlar la alta inflación y reducir los niveles de inseguridad a
partir de diciembre.
Si bien Scioli ha reconocido que son necesarios algunos
cambios, se ha comprometido a mantener las principales políticas de
Fernández, como el control estatal de la petrolera YPF y los subsidios a
la pobreza.
"Si hay un contexto internacional donde bajan los
precios de los 'commodities' hay que repensar instrumentos financieros o
fiscales para apuntalar cada sector productivo", sostuvo el miércoles
por la noche en un programa de TV, en el que reconoció que el tipo de
cambio debe tener "una flotación responsable".
La cercanía de Scioli con el mundo de los negocios
-nació en el seno de una familia de empresarios- inquieta al entorno de
la presidenta Fernández, por los temores de que abandone muchas de sus
políticas una vez en el poder.
Aunque tiene mucho apoyo popular, la presidenta,
conocida por su retórica populista y fuerte temperamento, no puede
aspirar a otro reelección. Pese a los cortocircuitos que tuvieron en el
pasado, Fernández ungió a Scioli como heredero por ser el único
oficialista con posibilidades reales de ganar, y dejó claro que espera
que continúe con sus políticas.
Y muchos de sus seguidores también tienen dudas.
A pesar de las bajas tasas de desempleo y el combate a
la pobreza, los avatares económicos han abierto oportunidades para la
oposición.
"Este Gobierno por mentir logró que todos pierdan la
confianza en ellos y nos 'encepó' (puso controles cambiarios). No se
puede importar ni exportar y el país hace cuatro años que no crece",
denunció Macri el miércoles en un programa de TV local.
Macri puede empujar a Scioli a la segunda vuelta si el
peronista no alcanza el 40 por ciento de los votos y le saca a la vez al
menos diez puntos de diferencia.
Los expertos temen un resultado que deje a Scioli muy
cerca del 40 por ciento de los votos, porque podría desencadenar
denuncias cruzadas de fraude electoral y dudas sobre el escrutinio. Eso
demoraría por días la definición de la elección, en la que también están
en juego algunas gobernaciones de provincias importantes y bancadas en el
Congreso.
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