BERLÍN.- Los círculos económicos alemanes
veían el mes pasado de manera positiva el arribo de centenares de miles
de refugiados, pero varias voces expresan ahora temores por el impacto
de esa ola migratoria en el mercado laboral.
El presidente de la
federación del sector de la construcción, Michael Knipper, acusó a la
poderosa federación industrial BDI de propagar una visión "unilateral"
sobre el tema, que "no pone de relieve los riesgos vinculados a la
inmigración descontrolada y menciona solamente las oportunidades" que
esta ofrece. "No consigo entender la euforia carente de todo matiz que
impera en amplios ramos de la industria alemana y de las federaciones
económicas sobre el arribo de refugiados", escribió Knipper, para quien
"es ilusorio creer que se podrá encontrar rápidamente trabajo" para los
centenares de miles de personas que llegan a Alemania.
El
empresario también fustiga el optimismo inquebrantable del ministro de
Economía, Sigmar Gabriel, y de muchos economistas que desde hace varias
semanas sostienen que el aluvión de migrantes tendrá el efecto de "un
pequeño programa de reactivación" sobre la economía de Alemania.
Sus
afirmaciones parten del supuesto de que la acogida, alojamiento e
integración de quienes hayan obtenido el estatuto de refugiados
requerirán la inversión de miles de millones de euros que crearán a su
vez una demanda suplementaria.
En ese esquema, el sector de la
construcción debería ser lógicamente uno de los grandes beneficiarios de
esa demanda. Pero la federación BDI niega esas premisas y denuncia los
"efectos a largo plazo" de la ola migratoria.
En un marco de
ajustes presupuestarios, que el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble,
no da ninguna señal de querer flexibilizar, el dinero consagrado a los
inmigrantes reducirá las partidas de educación e infraestructuras,
explicó un portavoz de la federación.
Los
círculos económicos consideraron inicialmente que el fuerte aflujo
humano -800.000 migrantes habrán entrado este año en Alemania y otros
800.000 el próximo- constituía una verdadera oportunidad para una
sociedad en vías de envejecimiento y para un mercado laboral falto de
mano de obra cualificada.
Una actitud que fue acompañada por la
calurosa bienvenida brindada por los alemanes a quienes huían con lo
puesto de la guerra en Siria e Irak o de otros conflictos en Oriente
Medio y África.
Pero el entusiasmo inicial se fue enfriando, tanto en los ámbitos empresariales como entre los alemanes de a pie.
Los
economistas siguen apostando por un efecto positivo a largo plazo en el
mercado laboral, pero los expertos coinciden en que, a corto plazo, el
desempleo subirá. Los recién llegados no hablan alemán y sus
cualificaciones no son las que necesita el mercado, falto de ingenieros e
informáticos.
El presidente del BDI,
Ulrich Grillo, aseguraba a inicios de septiembre que los refugiados
sirios tenían en su mayoría un buen nivel profesional. Pero la ministra
de Trabajo, Andrea Nahles, admitió que "el médico sirio" no es una
figura representativa de los contingentes de refugiados.
"La
mayoría de los refugiados no tienen ninguna posibilidad de hacer pie en
el mercado laboral a corto o medio plazo", predijo recientemente Carsten
Linnemann, líder de un lobby de pequeñas y medianas empresas en el seno
de la CDU, el partido conservador de la jefa de gobierno, Angela
Merkel. "Solamente un 10% de los refugiados podrán insertarse en el
mercado de trabajo", asegura.
El instituto de investigaciones Igo, de Múnich, también publicó previsiones pesimistas al respecto, pero
su presidente, Hans-Werner Sinn, es conocido por sus declaraciones
alarmistas y las federaciones económicas prefieren alinearse con Merkel,
quien proclama, con una certeza inalterable: "¡Lo lograremos!"
Y
muchas empresas han dejado de lado las dudas y se han puesto manos a la
obra para favorecer la integración. Una de las últimas iniciativas al
respecto surgió del fabricante de automóviles Daimler, que la semana pasada anunció el reclutamiento de 40 refugiados en
período de formación, en colaboración con la agencia local de empleo.
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