LONDRES.- Los precios al consumo de la zona
euro están cayendo, algo que sin duda alentará la especulación de que el
presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se vea forzado a
aumentar el programa de compra de activos para alcanzar el objetivo de
una inflación cercana al 2 por ciento.
Sin embargo, hacer subir los precios podría encontrarse más allá de sus poderes.
Si el BCE no estuviese comprando en el mercado activos
financieros por 60.000 millones de euros todos los meses, el IPC podría
estar cayendo más del 0,1 por ciento en tasa anual registrado en
septiembre, la primera caída en seis meses. Y Draghi probablemente
merece algún crédito por apoyar la confianza económica de la zona euro,
que marcó un máximo de cuatro años en septiembre, según una encuesta de
la Comisión Europea publicada el 29 de septiembre.
Pero el BCE no puede combatir el ciclo de las materias
primas. Los precios de la energía siguieron ejerciendo la mayor presión
bajista en el mes de septiembre al caer un 8,9 por ciento respecto al
año anterior, según los datos de la oficina de estadísticas de la Unión
Europea.
Otros bancos centrales parecen igual de impotentes. La
inflación subyacente en Japón, que incluye el petróleo pero no los
alimentos frescos, cayó en agosto en tasa anual, el primer descenso
desde que el Banco de Japón desplegase un programa masivo de estímulos
hace más de dos años, según datos divulgados el 25 de septiembre.
Otro hándicap para Draghi es que sus compras de activos
no están produciendo la clase de beneficios secundarios que se
esperaban. El euro se ha revalorizado, frente al dólar y frente a una
cesta ponderada de divisas, ya que las compras de deuda del BCE
comenzaron en marzo. Eso no es muy útil para un banco central que podría
hacer uso del tipo de inflación que sobreviene a la debilidad de una
divisa. Entretanto, el coste de financiación de los gobiernos de la
eurozona ha subido en líneas generales, mientras que el índice bursátil
FTSEurofirst 300 ha caído.
Tal vez los inversores se han vuelto más escépticos
sobre la capacidad del BCE o otros bancos centrales para resucitar la
inflación cuando los precios de las materias primas son débiles. Esto
sin duda va implícito en el alto grado de sensibilidad que incluso las
medidas de largo alcance de las expectativas de inflación del mercado
reflejan en los precios del petróleo.
Si las compras de activos tienen tan escaso y evidente
efecto en la inflación o los mercados financieros, la única razón de
Draghi para seguir comprando sería la de desviar las críticas de que no
está cumpliendo su mandato.
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