BERLÍN.- El arreglo de los coches trucados de Volkswagen para adecuarlos a las normas legales durará meses, admitió el nuevo
presidente del gigante automovilístico alemán quien achacó el fraude a
un puñado de responsables técnicos.
Matthias Müller, que asumió el
cargo hace diez días para enfrentar la crisis, hizo esas declaraciones
en su primera entrevista, publicada este miércoles, cuando vence el
plazo que las autoridades alemanas dieron a Volkswagen (VW) para presentar su plan de reparación de los coches trucados.
VW
reconoció haber instalado en once millones de vehículos diésel de
muchas de sus doce marcas un programa informático que falseaba los datos
de emisiones contaminantes, a fin de superar los controles técnicos.
"Si
todo transcurre como está previsto, podremos empezar las reparaciones
en enero, y a fines de 2016 todo debería estar en orden", declaró Müller
al diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ).
Se trata
de una operación de gran complejidad, porque las normas legales son
diferentes en los diversos países donde se vendieron esos coches y estos
son de diferentes modelos, de las marcas Volkswagen, Audi, Seat y Skoda.
La firma anunció además el miércoles la suspensión de la comercialización de su modelo Caddy en Suecia.
Según
Müller, la mayoría de los vehículos sólo necesitan una reprogramación
informática, pero algunos tendrán que ser sometidos a importantes
intervenciones, como el cambio de los inyectores o de los catalizadores.
"Obviamente", todo ello será "gratuito para los clientes", precisó Müller.
A
esos gastos, evaluados en miles de millones de euros, se sumarán los de
las multas que VW deberá pagar en diferentes países, los daños y
perjuicios reclamados por los clientes, al igual que por accionistas
ofuscados por el derrumbe de los valores de la firma en la Bolsa de
Fráncfort (-40% en dos semanas).
Sin contar los perjuicios
comerciales para una firma que este año se había convertido en el primer
vendedor de autos del mundo, con un volumen de negocios anual de
200.000 millones de euros y 600.000 empleados en todo el mundo.
Pese a todo ello, hasta el momento "no estamos viendo un derrumbe" de ventas, aseguró Müller.
Los
costos totales del escándalo aún son difíciles de evaluar, aunque
algunos analistas lo estiman entre 25.000 millones y 50.000 millones de
euros.
El martes, Müller ya anunció a los empleados de la firma en
su sede de Wolfsburgo (norte de Alemania) que habrá que apretarse el
cinturón.
Los primeros sacrificios vendrán por el lado del plan de
inversiones de 86.000 millones de euros que la compañía había elaborado
para los próximos cinco años.
"Estamos revisando todos nuestros
planes de inversiones una vez más. Todo lo que no sea absolutamente
necesario en lo inmediato será descartado o pospuesto", afirmó Müller.
También se revisará el patrocinio del club de fútbol local, el VfK Wolfsburgo, de primera división.
Esos anuncios fueron bien recibidos por los inversores y la acción de VW cerró con una ganancia de 7,12%.
La
canciller alemana Angela Merkel pidió "no usar" el caso Volkswagen para
demonizar" al sector automovilístico, "poniendo en peligro miles de
empleos en Europa", y reclamó una "investigación urgente y una total
transparencia".
VW debe aún deslindar la responsabilidad del escándalo.
"Por lo que sé, solamente algunos empleados estuvieron implicados" en el fraude de los motores diésel, dijo Müller.
Se
trata de "algunos programadores" y "cuatro personas, incluyendo tres
directores de desarrollo de motores en diferentes épocas, fueron
suspendidas", en tanto que otros sospechosos "ya se han jubilado", dijo
Müller.
La prensa alemana mencionó entre los posibles implicados
al exjefe de desarrollo de Audi, Ulrich Hackenberg, aunque VW se abstuvo
de confirmar esa información.
Müller trató de librar de sospechas al equipo de su predecesor Martin Winterkorn, que renunció tras el estallido del escándalo.
"No
lo creo", afirmó. "¿A usted le parece que un patrón tiene tiempo de
ocuparse de la vida interna de los software de los motores?", interrogó.
El
software fraudulento se creó en 2008, cuando pareció imposible
conciliar los imperativos de costos y las exigencias medioambientales
para proponer un "diésel limpio" en Estados Unidos.
Müller afirmó en la entrevista que la astucia informática se diseñó en la sede de Wolfsburgo y no en Estados Unidos.
La
Comisión de Finanzas del Senado estadounidense anunció el miércoles una
investigación sobre los créditos de impuestos otorgados a los coches
diésel de Volkswagen.
El escándalo ha obligado a varios dirigentes de la compañía a presentar disculpas.
El
presidente de VW América del Norte, Michael Horn, presentó al Congreso
estadounidense las "sinceras excusas de Volkswagen" por trucar los
autos, mientras que su homólogo en Corea del Sur, Thomas Kühl, pidió
disculpas públicas "por traicionar la confianza de los clientes.
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