NUEVA DELHI.- India acoge a partir del lunes un
encuentro inédito de jefes de Estado africanos, en un intento por
hacerse un hueco en un continente en el que China lleva ventaja en la
carrera por las materias primas.
La cumbre India-África, aplazada
desde diciembre debido a la epidemia de ébola, se celebrará del 26 al 29
de octubre. Será la primera para el primer ministro indio, Narendra
Modi, y la más importante por el número de dirigentes extranjeros en el
país desde 1983.
Más de 40 jefes de Estado y de gobierno
confirmaron su asistencia y la posible presencia del presidente sudanés,
Omar Al Bashir, bajo orden de arresto de la Corte Penal Internacional,
podría suscitar polémica.
China está muy asentada en África. El
comercio bilateral alcanzó los 200.000 millones de dólares el año
pasado. Con India pasó de 3.000 millones de dólares en 2000 a 70.000
millones en 2014, según Nueva Delhi.
India se esfuerza por dar una
imagen de amiga e insiste en su historia común con el continente,
citando el comercio marítimo con África en el siglo XVI o la lucha
contra el colonialismo. Sus políticas se apoyan en la diáspora de 2,7
millones de indios, muchos de ellos en Sudáfrica, donde Gandhi, héroe de
la independencia, empezó su lucha.
"Durante la lucha por la
independencia de África frente al neocolonialismo, al apartheid y a la
discriminación, fuimos hermanos de armas", afirma Navtej Singh Sarna,
experto en África en el ministerio de Relaciones Exteriores indio.
Pese
a esta historia común, la primera cumbre entre India y África tuvo
lugar hace sólo siete años, mucho después de las celebradas por China,
la Unión Europea o Japón.
Las inversiones indias en África
alcanzan los 30.000 millones de dólares, según el gobierno, o sea, la
sexta parte de las chinas.
Y los países africanos sólo abarcan el
11% de las exportaciones indias, por lo que la patronal india Assocham
califica la relación de "ampliamente infraaprovechada".
Los
dirigentes chinos viajan a menudo a África, pero India se muestra más
distante. Modi todavía no lo ha hecho, pese a haber visitado Isla
Mauricio y las Seychelles.
"India llega un poco tarde", estima
Sanusha Naidu, del 'think tank' Institute for Global Dialogue, con sede
en Pretoria. "El compromiso político no está a la altura del económico",
sentencia.
Al igual que para China, los recursos naturales
africanos abren el apetito de India, que importa el 80% de su petróleo.
Las exportaciones africanas en India están formadas por minerales,
metales, piedras preciosas y productos químicos. Pero sus principales
intereses son energéticos. India ha echado el ojo a Nigeria y a Angola
para reducir su dependencia de Oriente Medio.
Algunas grandes empresas ya han invertido, como la operadora Bharti Airtel, que adquirió el grupo kuwaití Zain, muy presente en África, por 10.700 millones de dólares.
El
gobierno indio prestó, por su parte, 300 millones de dólares para la
construcción de una línea ferroviaria entre Etiopía y Yibuti.
Pero
la mayor parte de los negocios pasa por pequeñas inversiones privadas,
que contrastan con la ofensiva china apoyada por el Estado en las minas y
la industria manufacturera.
"Nuestros gobiernos no han hecho lo
suficiente", declaró el empresario indio Ramesh Awtaney,
fundador de ISON Group y con negocios en Burkina Faso, Tanzania y Chad.
"China mueve tanto sus fichas en África que India queda muy rezagada. Me
gustaría que hubiera más relaciones bilaterales", añade.
El
gobierno de Modi no entra en detalles sobre los objetivos de la cumbre,
pero será la ocasión de aprovechar las desilusiones generadas por China,
cuya necesidad de materias primas disminuye debido a la desaceleración
de su crecimiento.
Pekín financia desde hace décadas estadios,
hospitales y autopistas en África a cambio de contratos. Las voces
críticas afirman que esta estrategia ha endeudado a los países africanos
y aventajado sólo a los grupos chinos.
India no puede rivalizar
financieramente con China, pero apuesta por el intercambio de
conocimiento y de tecnología, y ha aumentado en 5.400 millones su ayuda
al desarrollo.
India y África comparten los mismos desafíos, sobre
todo buscar empleo a millones de jóvenes cada año y sacar de la pobreza
a cientos de millones de personas.
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