WASHINGTON.- El mundo económico se reúne la
semana entrante en Lima convocado por el Fondo Monetario Internacional
bajo los tormentosos nubarrones de la ralentización de China y el temor
por el próximo aumento de las tasas de interés de Estados Unidos.
"Hay
razones para la inquietud", dijo esta semana la directora gerente del
FMI, Christine Lagarde, quien será una de las figuras centrales en la
reunión en la capital peruana junto al Banco Mundial, ministros de
Finanzas y directores de bancos centrales de todo el mundo. "La
perspectiva de un alza e las tasas de interés y la desaceleración en
China alimentan ciertas incertezas y una mayor volatilidad en los
mercados", añadió.
Las nuevas previsiones mundiales del Fondo, que
serán publicadas el martes, y el comunicado de los ministros del G-20
financiero, esperado para el viernes, deberán reflejar este pesimismo
que se concentra en los países emergentes (con China a la cabeza),
relegando a un segundo plano las crisis en Grecia y Ucrania.
Ya
desestabilizada por las turbulencias bursátiles, China, la segunda mayor
economía mundial, deberá experimentar en 2015 su más modesta expansión
en 25 años, en una tendencia que arrastra a otros países.
La
desaceleración china recae sobre el precio de las materias primas
(petróleo, cobre, aluminio), privando así a los países productores de
recursos cruciales. Como resultado, las economías que mantienen lazos
estrechos con China caen en la recesión (Brasil) o podrán hacerlo en
breve (Sudáfrica).
"Es difícil evaluar los efectos negativos sobre
la confianza de las otras economías emergentes y para la economía
mundial en su conjunto", dijo Andreas Dombret, miembro del directorio
del Bundesbank.
Si a este escenario se le añaden los problemas de
Rusia, se torna forzoso constatar que, después de haber sido las
locomotoras de la economía mundial durante la crisis de 2008 y 2009, los
países emergentes, con excepción de India, pasaron a afrontar
problemas.
Es la conclusión a la que ha llegado la Organización de
Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que a mediados de septiembre
rebajó ligeramente sus previsiones de crecimiento mundial. "La
recuperación económica progresa en las economías avanzadas, pero las
perspectivas siguen deteriorándose en la mayoría de las economías
emergentes", apuntó esa entidad.
Además, esas economías afrontan
el riesgo real que representan los planes de la Reserva Federal, el
banco central estadounidense, que deberá aumentar sus tasas de interés,
posiblemente en 2016, un asunto que seguramente será centro de
discusiones en Lima.
Las perspectiva de un aumento en las tasas
estadounidenses puede impulsar inversiones en Estados Unidos y generó
preocupaciones en el FMI y en el Banco Mundial, ya que podría motivar
una masiva retirada de inversiones de las economías emergentes. Esos
países "deberán ajustarse los cinturones de seguridad porque el viaje
será movido", señaló recientemente el Banco Mundial.
Compañías en
países emergentes, en los que la deuda se ha cuadruplicado en 10 años,
según el FMI, podrán pagar un precio alto, posiblemente con quiebras que
podrían afectar a bancos y las finanzas públicas. "Es un ciclo
vicioso", dijo Lagarde.
A
pesar de las nubes negras, los economistas deberán seguramente reservar
algunas palabras de aliento o consuelo a Perú, el primer país
sudamericano a recibir una asamblea conjunta del FMI y el BM en casi
medio siglo.
A dos meses de la Conferencia sobre el Clima en
París, los ministros de Finanzas de todo el globo podrán detallar en
Lima su contribución a los 100.000 millones de dólares anuales
prometidos en Copenhague en 2009 para luchar contra el calentamiento
global.
"La gran cuestión será saber si esos compromisos serán
mantenidos y cómo serán calculados", señaló Jennifer Morgan, de la
organización no gubernamental World Resources Institute.
Al mismo
tiempo, los ministros de Finanzas del G-20 deberán dar la luz verde a un
enorme plan de acción contra las estrategias de las grandes empresas
multinacionales para reducir sus impuestos y reunir sus beneficios en
paraísos fiscales. Para el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim,
esas estrategias y técnicas son "una forma de corrupción" que privan a
los países pobres de ingresos fundamentales.
El acuerdo final debería quedar finalizado en noviembre, en Turquía, por los jefes de Estado y de Gobierno del G-20.
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