La mejoría de la calificación de la deuda española anunciada el
pasado viernes por la agencia Standard & Poor’s junto a los
mediocres datos de empleo de Estados Unidos conocidos el viernes, un
nuevo argumento en favor de la no subida de tipos de interés, han
catapultado al alza a la Bolsa española en este inicio de semana. Las
Bolsas de buena parte del mundo, empezando por las europeas, también han
vivido una sesión de alzas debido a las perspectivas poco claras de
alzas de tipos. El FMI se dispone a revisar a la baja las previsiones
económicas de algunas economías importantes y de la economía global, lo
que va a seguir dificultando previsiblemente la toma de decisiones por
parte de la Reserva Federal de Estados Unidos.
La subida de tipos de la Fed sigue, por lo tanto, acumulando
contratiempos ya que añadir un elemento de dificultad adicional al
desenvolvimiento de la actividad económica global no es en estos
momentos lo que le pedirían a las autoridades monetarias estadounidenses
la mayor parte de los agentes económicos.
Pero la política monetaria expansiva, con tipos de interés cerca de
cero, no puede durar siempre. Es una situación que debería responder a
circunstancias excepcionales y tener una vida más bien limitada. Una
variación en los tipos de interés en estos momentos puede provocar
efectos negativos de muy diversa consideración, entre ellos la
revalorización del dólar y lo que ello puede acarrear como daño inducido
para la propia economía estadounidense, cuyas exportaciones se verían
afectadas de forma negativa. La mayor parte de las grandes economías
emergentes, ya muy tocadas en sus expectativas de crecimiento económico,
afrontarían también daños considerables ya que su deuda externa,
ampliamente dependiente del dólar, se encarecería y llevaría a algunas
economías (Brasil, sobre todo) a un difícil estado de situación. Todos
aquellos agentes económicos que dependen del dólar para sus costes,
tanto financieros como de explotación, se podrían ver seriamente
perjudicados.
Los estímulos monetarios de la envergadura de los adoptados en los
últimos años, tanto en Estados Unidos como en la Eurozona, y ahora en
Japón y también en China, pueden empezar a generar, sin embargo, efectos
contraproducentes. Es una sobredosis de estímulos que terminará por
resultar estéril a base de tanto insistir en el remedio y en la terapia.
En teoría, el final de estos estímulos en Estados Unidos, el primer
país que puso en marcha este procedimiento excepcional, tendría que
estar a la vuelta de la esquina y así lo vienen considerando los propios
responsables de la Fed, a pesar de los diversos aplazamientos que han
ido adoptando y que en estos momentos apuntan hacia finales de año como
fecha más apropiada para poner fin a la fase de alegría monetaria.
En suma, un auténtico callejón sin salida que, de momento, mientras
no se materializa esta subida de tipos de interés, está propiciando un
estado de euforia quizás poco fiable en los mercados, dando a las Bolsas
una apariencia de optimismo que no se corresponde con la realidad.
Estas fases de euforia bursátil pasajera han elevado de forma
considerable el riesgo de los inversores, que se mueven menos por datos
reales de la economía y más por expectativas de lo que pueda suceder a
corto plazo. Una volatilidad, en suma, que es territorio abonado para
los especuladores.
(*) Periodista y economista español
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