WASHINGTON.- El Fondo Monetario
Internacional (FMI) vuelve a América Latina para celebrar su asamblea
anual en un momento de "brusca ralentización" y sombras sobre su futuro
económico, casi cinco décadas después de la última asamblea anual del
organismo celebrada en la región, en Brasil en 1967.
Después de una década de optimismo y logros indudables, especialmente
con la salida de millones de ciudadanos de la pobreza y su entrada en
la clase media, las incertidumbres sobre el crecimiento de la región en
plena ralentización de China y caída de los precios de las materias
primas se han incrementado.
"Este es un tema de gran preocupación. Muchos de estos nuevos
miembros de la clase media están solo a un salario mensual o un gasto
significativo de regresar a la pobreza. Su posición en la clase media es
débil, en el mejor de los casos", explicó Eric Farnsworth,
vicepresidente del centro de estudios Council of the Americas en
Washington.
Las últimas previsiones de crecimiento del Fondo, divulgadas en
julio, avanzaban en la tendencia a la baja, con una estimación de
expansión económica para América Latina de apenas el 0,5 % en 2015,
después del 2,9 % de 2013 y el 1,3 % de 2014.
Esta semana, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, remarcó
que Latinoamérica ha experimentado en los últimos años "una brusca
ralentización" dentro del proceso de desaceleración de los mercados
emergentes.
"Las economías de la región necesitan restaurar el grado de
credibilidad, la certidumbre en términos de qué cambios van a adoptar, y
hacia qué tipo de diversificación quieren avanzar", apuntó Lagarde, en
referencia a la excesiva dependencia de las exportaciones de materias
primas.
Una de las grandes incertidumbres se centra en torno a Brasil, la
mayor economía regional, para la que ya se preveía en julio una
contracción económica de 1,5 % este año y que puede ser aún mayor.
De fondo, la sombra que se cierne sobre Latinoamérica es la
transición de China hacia un modelo económico más centrado en el mercado
interno, con unas tasas de crecimiento por debajo del 7 % anual y cuyos
efectos ya se están notando en la caída de los precios de las materias
primas, tanto minerales como agroalimentarias.
Por ello, apunta Farnsworth, la entrada de Latinoamérica "en recesión es ciertamente una posibilidad".
Otro de los grandes temas que centrarán las conversaciones de los
delegados de los 188 países miembros es la volatilidad financiera que
viven los mercados a la espera de que la Reserva Federal (Fed) de EE.UU.
eleve los tipos de interés de referencia antes de final de año, como
parece apuntar.
Lagarde calificó este inicio del ajuste monetario, junto con la
evolución de China, como el "gran reto" que encara la economía global
por sus implicaciones internacionales.
Precisamente, los bancos centrales de los países emergentes están
encarando una creciente presión sobre sus divisas, cuyos valores han
descendido notablemente desde el comienzo de año, y registrando
importantes salidas de capital en previsión de la inminente subida de
tipos de interés en EE.UU.
Estos, además de la necesidad de impulsar un crecimiento más
sostenible y equitativo, así como el combate a la desigualdad, serán los
ejes de la reunión que tendrá lugar en la capital peruana del 6 al 11
de octubre.
En el mismo marco también se celebrará un nuevo encuentro ministerial
del G20, las 20 mayores economías del planeta. Alfonso Fernández.
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