Las malas previsiones sobre Latinoamérica no hacen más que aumentar.
España no va a permanecer al margen de los problemas económicos de esta
importante región del mundo que, en nuestro caso, ha sido el principal
polo de expansión de las empresas en su tarea de crecer y diversificarse
fuera de nuestras fronteras. La más reciente previsión del Fondo
Monetario ya cifra en guarismos negativos (caída del 0,3%) la evolución
del PIB para este año cuando hace apenas unos meses (en julio) las
previsiones eran todavía positivas, con pronósticos de crecimiento del
1%.
En Latinoamérica, España se juega mucho, no en vano ha sido el
destino de las mayores inversiones que han realizado las empresas
españolas. El volumen de inversión estimada en la zona ronda, según
fuentes oficiales, los 120.000 millones de euros. Los principales
destinos de la inversión han sido las dos grandes economías de la zona,
México y Brasil, cuyo PIB representa algo más del 60% del conjunto de la
zona.
España es el segundo inversor en Latinoamérica, aunque nos hemos
quedado bastante rezagados respecto a Estados Unidos y a China en lo que
atañe a las relaciones comerciales, ya que las exportaciones españolas a
esta área representan apenas un 6% de las ventas totales de España en
los mercados internacionales. Es decir, muy por debajo de lo que allí
venden las dos grandes potencias económicas, con las que sin embargo
rivalizamos en presencia empresarial y en inversiones productivas.
A
pesar de la fuerte presencia de las empresas españolas en la mayor parte
de los países latinoamericanos, el flujo exportador está muy lejos de
guardar proporción con la presencia efectiva de las empresas españolas
en la zona. Una presencia que no ha servido de acelerador de las
exportaciones a la vista de las cifras que año tras año van reflejando
el modesto papel de las transacciones comerciales. Brasil es nuestro
principal socio económico y comercial y es, para nuestra desgracia, el
que va a presentar este año una trayectoria más negativa, con una aguda
recesión que impactará de forma negativa en algunos aspectos de la
economía española. En todo caso, en los resultados de las empresas
españolas presentes en el país.
Tal y como están evolucionando este año las cosas, Brasil y México
representan la cara y la cruz de la trayectoria de la economía
latinoamericana, con una previsión de caída del PIB de Brasil del orden
del 3,0% este año (última previsión actualizada del Fondo Monetario) y
un aumento del PIB en el caso de México del 2,4%, crecimiento no muy
sólido aunque se beneficie de la proximidad de la economía
estadounidense, lo que no sucede con las demás economías de la zona,
aunque en Centroamérica se está viviendo una fase de expansión económica
muy acusada debido sobre todo a la influencia del poderoso vecino del
norte.
Esta ambivalencia en el crecimiento de las economías latinoamericanas
se amplía a otros países, como Colombia, en el lado positivo, frente a
Venezuela, un auténtico desastre, cuyo PIB puede acusar este año un
retroceso histórico, lo que es debido no sólo al impacto negativo de su
principal fuente de ingresos (la producción y exportación de
hidrocarburos) sino a la propia torpeza de las autoridades del país, que
han sido incapaces de revertir una parte de esa riqueza petrolera en
favor del desarrollo interno que, a su vez, ha limitado el crecimiento
de una clase media que proporcione estabilidad social y económica al
país.
La mediocridad del crecimiento económico de la zona es, en suma, un
mal augurio para el futuro a medio plazo de la economía española, que
pierde de este modo uno de los catalizadores exteriores del crecimiento
español.
(*) Periodista y economista español
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