martes, 13 de octubre de 2015

Pekín liberaliza sus finanzas y prepara su ingreso en el TPP / Antonio Sánchez-Gijón *

La respuesta que China dará al recién firmado Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (conocido como TPP, Transpacific Partnership) adquiere forma rápidamente. El pasado día 8, un economista del Banco Central de China reconoció que las industrias chinas de textiles, ropa y electrónica registrarían pérdidas si el país no entraba en la nueva área comercial que forman doce países ribereños del Pacífico.

Al día si­guiente, el mi­nis­terio de Comercio anunció que China, Japón y Corea del Sur se dis­po­nían a firmar un tra­tado de libre co­mer­cio. Japón es sig­na­tario del TPP, pero China y Corea del Sur no lo son, aunque Seúl in­formó re­cien­te­mente que tiene in­terés en unirse. Por lo tanto, es le­gí­timo asumir que sus ne­go­cia­ciones con Japón y Corea del Sur tienen por ob­je­tivo fa­ci­litar el in­greso de China en el TPP.

Se trata de otro paso más en la irrup­ción de China en la eco­nomía mun­dial para com­petir con blo­ques co­mer­ciales del mundo ca­pi­ta­lista, como los Estados Unidos y la Unión Europea. Con $10,3 bi­llones de pro­ducto in­te­rior bruto, la eco­nomía china es bas­tante in­fe­rior en vo­lumen a la de Estados Unidos pero algo menos in­fe­rior que la de Europa, aunque es la pri­mera po­tencia ex­por­ta­dora mun­dial, con $2,3 bi­llo­nes. Las ex­por­ta­ciones han sido el motor de la eco­nomía china desde 1979 (bajo el li­de­razgo de Deng Xiaoping). El rá­pido cre­ci­miento eco­nó­mico ha per­mi­tido al go­bierno co­mu­nista ase­gurar la es­ta­bi­li­dad, tanto del ré­gimen como la de la so­ciedad china.

Pero el desa­rrollo chino ha en­trado en una fase de cam­bio. La es­ta­bi­lidad in­te­rior exigía un enorme es­fuerzo para man­tener altas tasas de ocu­pa­ción, lo que se logró me­diante un ma­sivo em­pleo de mano de obra ba­rata, capaz de en­trar com­pe­ti­ti­va­mente en áreas eco­nó­micas ex­te­riores con costos del tra­bajo más ele­va­dos. La crisis de la eco­nomía eu­ropea y las bajas tasas de cre­ci­miento en los Estados Unidos re­du­jeron en los úl­timos años la ca­pa­cidad china de man­tener esa ven­taja com­pe­ti­tiva. El freno de las eco­no­mías emer­gentes añade otra pre­sión sobre el fu­turo de la de China, al ver re­du­cidos sus in­gresos por ex­por­ta­cio­nes.

En res­puesta a esos cam­bios, el li­de­razgo de Pekín adoptó dos po­lí­ticas su­ce­si­vas, sobre un pe­riodo re­la­ti­va­mente breve de años. La pri­mera con­sistió en es­ti­mular el con­sumo in­terior, y la se­gunda me­jorar la pro­duc­ción en tér­minos de ca­lidad y so­fis­ti­ca­ción tec­no­ló­gica, al ob­jeto de man­tener su pri­macía co­mer­cial, sobre las de las eco­no­mías emer­gen­tes.

El es­tí­mulo del con­sumo in­terno, unido al desa­rrollo ur­bano, fue apo­yado por una po­lí­tica cre­di­ticia que acabó pro­du­ciendo bur­bujas in­mo­bi­lia­rias y de­pre­cia­ción de ac­ti­vos, con una pér­dida es­ti­mada en $3 bi­llo­nes, sólo entre junio y agosto de este año. Intentar el cambio del pa­trón de pro­duc­ción in­dus­trial, y por tanto de sus ex­por­ta­cio­nes, en un medio po­lí­tico in­terno cen­tra­li­zado y pla­ni­fi­cado re­sul­taba cada vez más di­fí­cil. Los cam­bios de las po­lí­ticas in­dus­trial y co­mer­cial, sin em­bargo, exi­gían una re­vi­sión drás­tica de las po­lí­tica mo­ne­taria y fi­nan­ciera del es­tado. El yuan, la­men­ta­ble­mente, no era una mo­neda in­ter­na­cio­nal. Era, pues, pre­ciso es­ti­mular la en­trada de ca­pital ex­tran­jero en China, así como que el yuan ope­rase en los mer­cados in­ter­na­cio­na­les. En este ca­pí­tulo se ob­servan cam­bios muy su­ges­ti­vos, sobre todo desde que el banco cen­tral chino y la au­to­ridad mo­ne­taria de Hongkong fir­ma­ron, en 2010, un acuerdo para que el yuan ope­rase li­bre­mente en ese centro of­f-s­hore.

Esa aper­tura, sin em­bargo, era re­la­tiva. Se li­mi­taba a la ope­ra­ti­vidad del yuan en los mer­cados ex­ter­nos, mien­tras que en el in­terno se­guía bajo el es­tricto con­trol del go­bierno y el banco cen­tral. Este doble sis­tema, sin em­bargo, res­tringía la en­trada de dó­lares en la eco­nomía china, y la li­mi­taba a las en­tradas por ex­por­ta­cio­nes, sobre todo a los países en rá­pido cre­ci­miento. La crisis cre­di­ticia del 2008 y des­pués, y la crisis de las eco­no­mías emer­gentes en los dos o tres úl­timos años, li­mi­taron drás­ti­ca­mente el ac­ceso de China a las mo­nedas de re­serva mun­dia­les.

Quedan aún obs­táculos para la con­ver­ti­bi­lidad del yuan

China ne­ce­si­taba que su mo­neda ope­rase en los mer­cados in­ter­na­cio­na­les, para que el ca­pital ex­te­rior la con­si­de­rase con­fiable y pu­diera medir su valor com­pa­rán­dola con las mo­nedas de re­serva. Esto movió a China a firmar acuerdos ‘swap’ y fu­turos con treinta paí­ses, lo que per­mite la ad­qui­si­ción ex­te­rior de yuanes para operar dentro de China y pagar con ellos mer­can­cías y ser­vi­cios.

Otra in­no­va­ción es que ahora le es po­sible a una serie de países y cor­po­ra­ciones emitir ins­tru­mentos fi­nan­cieros de­no­mi­nados en yua­nes. Bancos eu­ro­peos han emi­tido en los siete pri­meros meses del 2015 bonos en yuanes por valor de $2,700 mi­llo­nes, cinco meses más que en 2014. En sep­tiembre úl­timo, el go­bierno chino emitió por pri­mera vez deuda en yuanes a través de Londres. Estas transac­ciones in­ter­na­cio­nales son ope­ra­das, sin em­bargo, por grandes bancos chinos ex­pre­sa­mente au­to­ri­za­dos. Las transac­ciones están li­mi­tadas a las en­tradas de y/300.000 mi­llo­ne­s/­día, y sa­lidas de y/250.000 mi­llo­ne­s/­días. Este tipo de con­troles re­si­duales es, sin em­bargo, lo que im­pide to­davía la con­ver­ti­bi­lidad com­pleta de la mo­neda, para hacer del yuan una mo­neda de re­serva.

Hay otras me­didas fi­nan­cieras que tam­bién con­tri­buyen a cam­biar la es­truc­tura eco­nó­mica de China: 1) desde este año es po­sible la oferta de cré­dito al pú­blico, a in­terés li­bre. 2) el 15 de julio el Banco de China em­pezó a fijar el precio del yuan de acuerdo con su co­ti­za­ción ‘spot’ del día an­te­rior, co­rri­giendo así su ten­dencia a man­te­nerse por en­cima de esta úl­tima re­fe­ren­cia. La prueba de la va­lidez de las me­didas to­madas hasta ahora por la au­to­ridad fi­nan­ciera china, para hacer del yuan una mo­neda in­ter­na­cio­nal, vendrá el pró­ximo no­viem­bre, cuando el Fondo Monetario Internacional exa­mine el grado de li­be­ra­li­za­ción de su eco­nomía y el com­por­ta­miento del yuan en los mer­cados in­ter­na­cio­na­les. China desea que el con­sejo del FMI in­cluya el yuan en la cesta de mo­nedas que res­paldan la es­truc­tura de los Derechos Especiales de Giro (SDR, Special Drawing Rights), aunque la ex­pe­riencia acu­mu­lada pa­rece to­davía in­su­fi­ciente. Expertos del FMI pu­sieron en agosto fecha a ese acon­te­ci­miento his­tó­rico: sep­tiembre de 2016.

(*) Periodista español

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