NUEVA YORK.- Hoy en China existen dos economías. Una se está hundiendo, mientras que la otra, aunque no crece como antes, sigue a flote. Esto ayuda a explicar por qué compañías como Apple pueden prosperar en el Reino Medio. Los sectores de la industria pesada, la extracción de
recursos y la construcción están en recesión en China. Pero otros
sectores, entre ellos servicios como los viajes, la restauración y el
comercio electrónico, siguen creciendo a ritmos respetables, se escribe en 'The Wall Street Jornal'.
Los signos de esta divergencia están por todas partes. La
última confirmación la ofrecieron los índices de gestores de compras
publicados por el Gobierno el jueves. El PMI industrial se situó por
debajo del umbral clave de 50 por segundo mes consecutivo en septiembre,
lo que indica que prosigue la contracción. Pero el PMI no industrial,
que cubre diversos servicios y que lleva años superando a su índice
hermano, sigue señalando una cómoda expansión con una lectura de 53,4.
La división también es geográfica. China posee un nuevo
"cinturón del óxido" (un área muy industrializada con fábricas poco
rentables o cerradas) en el frío noreste, corazón del viejo complejo
industrial estatal. En la primera mitad de 2015, tres provincias chinas
registraron un crecimiento del PIB nominal negativo, según Andrew Batson
y Chen Long, analistas de la firma de investigación GaveKal. Éstas
fueron Liaoning y Heilongjiang en el noreste y la provincia rica en
minas de carbón de Shanxi, al oeste.
Pero las grandes ciudades de Pekín, Shanghái y Shenzhen, donde se
congregan los empleados administrativos, y algunas provincias de la
región suroriental, más rica, siguen creciendo a tasas nominales que
rebasan el 7,5%, de acuerdo con GaveKal.
Esto explica por qué algunas empresas estadounidenses, como el
fabricante de herramientas para la construcción Caterpillar, comunican
ventas horribles en China, mientras que otras, como Nike, Apple y
Starbucks, siguen registrando un rápido crecimiento. Es posible que los
trabajadores de los sectores del acero y el carbón estén sufriendo, pero
los profesionales urbanos siguen despilfarrando en zapatillas y
smartphones de lujo.
No obstante, no todo el consumo es inmune. Las ventas de cerveza, por
ejemplo, se han resentido. Pero esto también tiene que ver con la
geografía. El norte y el noreste de China son las zonas que muestran un
mayor gusto por la cerveza -el consumo por persona allí es un 62% mayor
que en el resto del país, según Euromonitor- y las mayores cerveceras
del país están afincadas en esas regiones.
La ralentización industrial refleja en parte los esfuerzos del
Gobierno por cambiar a un nuevo modelo económico. Pero la transición ha
sido inestable, debido en gran parte a errores políticos cometidos en el
pasado. En los años del boom, se permitió que se crease un exceso de
capacidad en industrias que van desde el acero a los coches. La
consolidación es difícil, ya que muchos productores pertenecen o están
protegidos por autoridades locales.
Asimismo, la construcción masiva de apartamentos ha dejado un lastre.
Las ventas de viviendas se están recuperando, pero la construcción
todavía no, ya que las promotoras inmobiliarias tienen un enorme stock
de pisos vacíos. Hacen falta nuevas construcciones para que el sector
minero y siderúrgico vuelva al trabajo.
Los riesgos podrían propagarse de la vieja economía a la nueva. Por
ejemplo, de un impago inesperado de una entidad gubernamental local. Por
este motivo, al igual que por otros políticos, Pekín no puede
permitirse demasiada debilidad en el cinturón del óxido. Cabe esperar
más gasto en infraestructuras y estímulos en las áreas deprimidas.
Pero hasta que el exceso de capacidad desaparezca del sistema, las
viejas industrias continuarán rechinando. Los inversores deberían
acostumbrarse a la idea de dos Chinas.
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