HONG-KONG.- La masiva llegada
de turistas chinos a Hong Kong ha reavivado la conocida práctica de las
"compras forzosas" con las que operadores turísticos tratan de
rentabilizar sus negocios, mientras la policía investiga la relación de
esta táctica ilegal con la violenta muerte de un ciudadano chino.
Durante años, operadores turísticos de ambos lados de la frontera han
aprovechado el floreciente auge del turismo chino en Hong Kong para
exprimir al máximo sus ahorros a través de la práctica que se ha
denominado "compras forzosas".
La estructura de este negocio consiste en ofrecer a estos turistas
que viajan en grupo paquetes de viaje a Hong Kong por precios por debajo
del coste real con el objetivo de atraer el máximo número de
visitantes.
A cambio, los viajeros están sometidos a un rígido programa de
visitas por la ciudad enfocadas principalmente en los comercios de joyas
y productos electrónicos.
Durante las mismas, los empleados de los comercios y los guías
turísticos que acompañan a los viajeros les incitan y presionan para que
gasten su dinero en los mencionados comercios.
De esta forma, los operadores tratan de recuperar los costos de estos
viajes a través de comisiones y porcentajes de venta que obtienen de
las transacciones, que varían en función del consumo de estos turistas.
Esta polémica práctica volvió a los titulares del país esta semana
cuando el pasado martes un turista chino falleció como consecuencia de
los golpes recibidos cuando trataba de mediar en una discusión entre un
guía turístico y una compañera de viaje que se negó a comprar en una
joyería de la ciudad.
La víctima, un varón de 54 años, fue sacado del comercio por cuatro
individuos que le golpearon hasta dejarle inconsciente, para fallecer
horas después en un hospital.
Mientras la policía y los gobiernos de China y Hong Kong se
comprometieron a llevar a cabo una investigación conjunta para resolver
las circunstancias de la muerte del turista chino, el macabro suceso ha
provocado una fuerte indignación en las redes sociales chinas, donde se
pide boicotear las compras en la isla.
El asunto está sirviendo además como llamada de atención a sendos
gobiernos para poner más empeño en el control del comercio fronterizo y
de las crecientes tensiones entre los ciudadanos de la parte continental
y Hong Kong que este sector está motivando.
En 2013, el gobierno chino ya puso en vigor una norma que prohibía a
las agencias turísticas ofrecer a sus clientes paquetes vacacionales a
precios desproporcionadamente bajos.
Sin embargo, muchas de las agencias pronto encontraron subterfugios
contra esta ley, compensando a los turistas por los costos extras con
cupones de compra en los comercios de Hong Kong.
En 2010 un turista de la provincia de Hunan falleció como
consecuencia de un infarto durante una disputa con un guía turístico por
las supuestas presiones a las que fue sometido para que realizara
compras en un comercio de Hong Kong.
En abril del pasado año, una pareja de periodistas infiltrados de la
cadena china de televisión CCTV se hicieron pasar por turistas chinos
participando en un tour de cinco días con hotel incluido por Hong Kong y
Macao por el que habían abonado 32 dólares y cuyo coste real superaba
los 500.
En el transcurso del viaje los reporteros documentaron cómo uno de
los guías se negó a dejarles salir de un comercio hasta que no hicieran
alguna compra, una historia que se repite desde hace años.
El pasado lunes, sin ir más lejos, un grupo de turistas procedentes
de Pekín acusaron al personal de una joyería del turístico barrio
comercial hongkonés de Tsim Sha Tsui de retenerles en el interior del
local durante tres horas hasta forzarles a realizar compras por valor de
22.000 dólares.
La excolonia británica atrae a hordas de turistas chinos -más de 47
millones el año pasado-, muchos de ellos en viajes de compras de lujo y
otros en busca de productos que son más caros en la parte continental,
dadas las relajadas tasas impositivas a la importación vigentes en Hong
Kong.
Este auge turístico ha expuesto el creciente descontento de los
ciudadanos locales, que acusan a sus vecinos de haber encarecido el
precio de productos básicos de consumo dada la alta demanda y de saturar
los servicios de transporte de la ciudad.
Muchos de estos consumidores aprovechan los bajos precios de Hong
Kong para aprovisionar productos que luego son vendidos en la parte
continental a precios más caros, lo que se conoce como el 'comercio
paralelo' y que ha provocado muchas protestas en Hong Kong.
Con el objetivo de reducir estos problemas, en marzo el gobierno de
Pekín anunció el recorte del número de visados para residentes chinos en
las zonas fronterizas, y en Hong Kong se ha limitado el volumen de
productos de primera necesidad que pueden ser sacados de la ciudad.
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