domingo, 15 de noviembre de 2015

La economía se resentirá sin un giro de EE UU frente al Estado Islámico

WASHINGTON.- Tras los ataques de París, la Casa Blanca está convencida que debe pasar a una estrategia más agresiva en la lucha contra el Estado Islámico extendiendo su campo de acción más allá de Siria e Irak y reforzando su presencia militar. La economía se resentirá sin un giro de EE UU en esta cuestión.

    Todo parece indicar que el presidente Barack Obama tendrá que rendirse a la evidencia de los hechos, visto que no puede seguir ignorando que el del Estado Islámico ha dejado de ser un conflicto regional para convertirse en cambio en una guerra a nivel global, con los Estados Unidos y Europa en la primera línea.
    Tras la reunión que mantuvo el sábado en la Casa Blanca del Consejo para la seguridad nacional, Obama espera ahora las conclusiones de la cumbre del G20 en Turquía, cuyo tema clave fue precisamente el de preparar el terreno para fortalecer la coalición internacional contra el Estado Islámico.
    Una coalición que por el momento ha demostrado ser demasiado frágil y fragmentada, en algunas situaciones incluso dividida.
    El elemento clave para logra este objetivo e intentar poner fin a la devastadora crisis de Siria es llegar a un pacto con Rusia.
    El otro eje del plan de Obama en el marco de esta estrategia es el de contar con una presencia más firme de Europa, área donde hasta ahora muchos países han demostrado tener una posición muy prudente.
    Según Washington, las naciones del Viejo Continente deberían dar un aporte mayor, incluso en el frente crucial de la acción militar.
    De esta manera, en las últimas semanas el secretario de Estado John Kerry ha acelerado las negociaciones con Rusia para impulsar la transición en Siria.
    Paralelamente, el jefe del Pentágono, AsH Carter, ha puesto bajo presión a numerosas capitales europeas y otros países.
    Una presión que en estas horas, tras el horror de París, es asfixiante, por ejemplo con Turquía y con algunos países árabes.
    Washington está por otra parte reforzando el eje con Francia.
    La Casa Blanca ha señalado un acuerdo para intensificar los ataques aéreos y el Pentágono asegura por su parte que los dos países están listos para dar "pasos concretos" en vista de una escalada en el plano militar. Según fuentes de Washington, la idea es atacar al Estado Islámico por doquier, comenzando obviamente por Siria e Irak, donde el avance de los yihadistas ha sido frenado, pese a que la situación se mantiene estancada.
    La ofensiva contra el Estado Islámico deberá activarse también en Libia, donde opera un grupo involucrado en los recientes atentados en Túnez.
    Los mismo ocurrirá en la península del Sinaí, donde según parece se encuentran los responsables de la explosión días atrás del avión ruso lleno de turistas que había partido desde la localidad turística de Sharm el Sheik. Yemen es otro blanco, visto que en ese país Washington no descarta una alianza entre las fuerzas de Al Qaida y las del Estado Islámico. Ni tampoco se excluye reforzar los controles de otras formaciones yihadistas -por ejemplo en Nigeria, Pakistán y Afganistán- oficialmente no vinculadas al Estado Islámico pero consideradas igualmente muy peligrosas por Washington.
    El nuevo plan de Obama preve por otra parte un firme fortalecimiento de la coordinación y el intercambio de informaciones entre los diferentes servicios de inteligencia occidentales.
    En este frente hay dos prioridades que hasta ahora habían estado en segundo plano: detener las corrientes de dinero que desde diferentes partes del mundo llegan a los militantes del Estado Islámico en Siria e Irak y cortar cuanto antes las conexiones y canales de comunicación entre los diferentes grupos yihadistas, incluídas aquellos que se encuentran en el Medio Oriente o las células en EEUU o Europa.

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