PEKÍN.- China aprobó la
construcción de 155 plantas de carbón en los primeros nueve meses de
este año, cuatro a la semana, pese a la saturación del sector y a la
bajada del consumo de esta fuente de energía, que, de entrar en
funcionamiento, tendrán un gran impacto en el medio ambiente del país,
denuncia hoy Greenpeace.
Las emisiones de CO2 de estas plantas supondrán el 6 por ciento de
las actuales emisiones de China o, lo que es lo mismo, las emisiones
totales de Brasil, señala Greenpeace en un comunicado publicado este
miércoles.
Además, las emisiones de partículas tóxicas de estos nuevos proyectos
serán mayores que las emisiones de todos los vehículos juntos de Pekín,
Tianjin, Shanghái y Chongqing, las cuatro ciudades con estatus de
provincia de China.
Su puesta en funcionamiento provocará, alerta la ONG, que aumenten
los casos de asma y bronquitis crónica en la población, así como que
ascienda el número de muertes relacionadas con la contaminación en unas
6.100 por año.
La ONG explica que la aprobación de estas nuevas plantas parece
deberse a la decisión de China de descentralizar la autoridad para dar
luz verde a este tipo de proyectos.
Además, ocurre cuando la producción de electricidad por la quema de
carbón no ha crecido desde 2011 y "no tendrá espacio" para hacerlo hasta
2020, según los objetivos del Gobierno para impulsar energías verdes.
"Al mismo tiempo que el consumo de carbón baja y China redobla sus
compromisos con el clima, las empresas estatales están invirtiendo
ciegamente en una forma de generación de energía contaminante y
anticuada", consideró Lauri Myllyvirta, activista sénior de Greenpeace.
La organización pide una "inmediata prohibición" de nuevas plantas de
carbón, uno de los principales factores de la grave contaminación que
sufre el país.
Según datos de Greenpeace, estas 155 plantas suponen una inversión de
alrededor de 70.000 millones de dólares y aumentarán en un 40 por
ciento la deuda actual de las compañías estatales involucradas.
En este contexto, las firmas estatales bloquearán las reformas
encaminadas a construir un sistema energético más verde en el país,
considera Greenpeace, que ve la situación como "una burbuja de carbón"
muy peligrosa para China, tanto a nivel económico como social.
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