jueves, 12 de noviembre de 2015

En Cuba, la carrera de obstáculos de las empresas extranjeras

LA HABANA.- A raíz del deshielo con Estados Unidos y las reformas de Raúl Castro, las empresas extranjeras se empujan para no perderse el tren de la apertura, pero hacer negocios en Cuba puede convertirse en un desafío.

El anuncio del acercamiento con Washington a finales de 2014 cambió radicalmente la percepción sobre Cuba en el exterior y delegaciones diplomáticas y empresariales desfilan por la isla desde hace meses.
La Feria Internacional de La Habana alcanzó la semana pasada la cifra récord de 570 empresas extranjeras, confirmando un entusiasmo comercial innegable.
"Aún cuando no se pueda medir el ritmo y la velocidad a la que se abrirá o hacia qué modelo económico se abrirá, es un mercado que mañana será el gran mercado de la región", predice Philippe García, director regional de Business Francia, agencia estatal que acompaña a las empresas francesas en el extranjero.
Las fortalezas de Cuba son múltiples: una mano de obra cualificada, una posición geográfica estratégica en el Caribe y sectores en crecimiento apoyados por las autoridades (energía, turismo, agroalimentos y biotecnología).
Además, con el presidente Raúl Castro la economía cubana inició su transformación dando un mayor espacio a la iniciativa privada y garantizó los medios para captar inversión extranjera para compensar las dificultades financieras internas y externas.
Desde hace un año una nueva ley facilita esas inversiones. Una "Cartera de Negocios" por más de 8.000 millones de dólares fue presentada a los inversionistas, con 320 proyectos, algunos de ellos destinados a la zona franca del megapuerto del Mariel, en el oeste de La Habana.
Pero a pesar de esta buena voluntad, instalarse en la isla puede convertir en una carrera de obstáculos.
Primer escollo: el embargo estadounidense vigente desde 1962, a pesar de las flexibilizaciones aprobadas por la Casa Blanca tras el deshielo.
El embargo prohíbe a los estadounidenses y cubanos residentes en Estados Unidos invertir en Cuba, y amenaza con sanciones a filiales de empresas norteamericanas o extranjeras que operan en ese país, si se arriesgan a hacer negocios con la isla.
"Mientras la relación con Estados Unidos no esté totalmente regularizada, existirá el temor de muchas empresas", explica García.
Después de las multas impuestas a los bancos BNP Paribas (8.900 millones de dólares) en 2014 y más recientemente a Crédit Agricole (787,3 millones de dólares), algunos inversionistas prefieren guardar distancia con Cuba.
Más allá del embargo, son las singularidades del panorama económico cubano las que repelen con frecuencia a los candidatos.
"Es una economía dirigida, planificada, muy burocratizada (...) el tiempo de ejecución de los negocios o la toma de decisiones son particularmente largos y es difícil descifrar porqué", subraya García.
Y el país se protege. Por ejemplo, es imposible para un extranjero comprar un bien inmobiliario en Cuba o contratar por otra vía que no sea la de una agencia empleadora estatal, que se queda con más de la mitad del salario.
Gabriela Santoyygo, coordinadora de Access Cuba, que aconseja a los empresarios que desean invertir en la isla, opina que se deben cumplir dos requisitos esenciales para instalarse.
"Hay que tener mucha paciencia y adaptarse a lo que quiere Cuba", es decir, aceptar la espera "a veces hasta de un año y medio para hacer un negocio", y sobre todo presentar un proyecto "en línea con el Plan Quinquenal de la Economía Nacional", condición sine qua non para penetrar en el mercado, explica.
A pesar de los obstáculos, García juzga esencial y estratégico estar presente lo antes posible, como hicieron ya hace algunos años las empresas francesas Total, Alcatel-Lucent, Pernod-Ricard o Bouygues, con sociedades mixtas.
"Pienso que para las empresas que lleguen el día en que todo esté perfectamente estructurado y el modelo económico haya sido seleccionado (...), entonces será demasiado tarde", asegura el experto.

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