PEKÍN.- China es un motor clave del
crecimiento mundial y, como tal, la desaceleración de su crecimiento
(6,9% en el tercer trimestre, el nivel más bajo desde 2009) y de su
comercio exterior ha generado temor en las plazas financieras
internacionales.
Además, perjudica considerablemente las finanzas
de los países productores de materias primas, para los que el gigante
asiático es un cliente esencial.
En la segunda economía del
planeta, el sector inmobiliario está ahora saturado, después de años de
euforia, el gasto público se está ralentizando en las infraestructuras y
el sector manufacturero acusa los efectos de la sobrecapacidad.
Todo
esto explica una ralentización general de la economía y la caída de la
demanda de materias primas como el carbón y el acero, ingredientes clave
de la industria pesada.
Las
cifras de las aduanas confirman que la demanda no tiene visos de
mejorar. En los diez primeros meses del año, las importaciones de carbón
retrocedieron cerca de un 30% en volumen y un 40% en valor.
Pekín
está reorientando su economía hacia un modelo más sostenible y basado
en el consumo interno, los servicios y las nuevas tecnologías, aunque la
transición está resultando complicada.
Una serie de
intervenciones ineficaces en los mercados financieros y la repentina
devaluación del yuan en agosto sembraron desconfianza entre los
inversores respecto a las autoridades.
Y, según los analistas del
banco australiano ANZ, las exportaciones chinas no han terminado de
acusar las turbulencias. El yuan "sigue siendo fuerte", lo cual supone
"una deterioro de la competitividad" del país. "Una recuperación
económica moderada en los países desarrollados podría sostener la
demanda mundial, pero las exportaciones chinas no saldrán a priori
beneficiadas de eso, por la devaluación de las divisas de otros mercados
emergentes", apunta el ANZ.
Según Capital Economics, que se
expresó antes de la publicación de los últimos datos, el excedente
comercial persistente reforzará previsiblemente la moneda china.
El
presidente chino, Xi Jinping, acaba de fijar el rumbo de la economía
del país para los próximos cinco años, diciendo que con un crecimiento
anual del 6,5%, bastará para cumplir con el objetivo de duplicar la
renta media por habitante en el decenio 2010-2020. Dicho nivel se
establece claramente por debajo del "alrededor del 7%" fijado como
objetivo por Pekín para este 2015.
China tuvo en octubre un
excedente comercial récord, con una nueva caída de las importaciones y
de las exportaciones que confirma la debilidad persistente de la segunda
economía mundial y las dificultades de su demanda interior.
Las
importaciones chinas, calculadas en dólares, retrocedieron en octubre un
18,8% respecto al mismo mes del año anterior, a 130.774 millones de
dólares. Se trata del duodécimo mes consecutivo de bajada y llega tras
una caída del 20,4% en septiembre.
Como ocurre desde julio, las
exportaciones retrocedieron también, un 6,9% en octubre, a 192.414
millones de dólares, en una contexto de debilidad de la demanda
internacional, anunciaron las aduanas chinas. Esta caída supera con
creces el 3,2% pronosticado por los analistas consultados por la agencia
Bloomberg News.
El excedente comercial resultante fue de 61.640
millones de dólares, lo que implica un alza interanual del 34%. Es el
mayor excedente registrado por China desde 1995, fecha de los últimos
datos relativos en manos de Bloomberg.
Las importaciones chinas retrocedieron en octubre un 16% respecto al
año anterior, a 833.140 millones de yuanes (131.200 millones de
dólares), según datos oficiales publicados el domingo que confirman la
desaceleración de la demanda en la segunda economía mundial.
Como
ocurre desde julio, las exportaciones retrocedieron también un 3,6% en
octubre, a 1,23 billones de yuanes, en una contexto de debilidad de la
demanda internacional, anunciaron las aduanas chinas.
El balance comercial se apreció, por su parte, un 40,2%, a 393.220 millones de yuanes.
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