PARÍS.- Cerca de 200 países
aprobaron hoy en París el primer acuerdo universal de lucha contra el
cambio climático, en el que de manera histórica tanto naciones
desarrolladas como en desarrollo se comprometen a gestionar juntas la
transición hacia una economía baja en carbono.
El Acuerdo de París, llamado a cambiar el modelo de desarrollo del
planeta hacia uno libre de combustibles fósiles, se aprobó a las 19.26
hora local (18.26 GMT), cuando el presidente de la COP21, Laurent
Fabius, dio el esperado martillazo del consenso y dijo: "Acabamos de
hacer una cosa grande" en medio de sonoros aplausos.
Inmediatamente después, Fabius se fundía en un fuerte abrazo con la
secretaria de la Convención de cambio climático de la ONU, Christiana
Figueres y con la embajadora francesa en la COP21, Laurance Tubiana, dos
mujeres clave para conseguir el pacto, mientras muchos de los presentes
lloraban de emoción, entre ellos el secretario de Estado
estadounidense, John Kerry.
Lograr este acuerdo ha costado dos décadas de cumbres del clima y
doce meses de los más intensos esfuerzos diplomáticos "que se hayan
hecho en la historia", según la ONU, en los que Fabius ha tenido un
liderazgo fundamental.
La mayor parte de las intervenciones posteriores en el plenario
fueron efusivas, salvo en el caso del ministro nicaragüense de Políticas
Nacionales, Paul Oquist, quien se negó a sumarse al consenso por el
"procedimiento antidemocrático" utilizado en la adopción.
"Si no estuviéramos todos un poco enfadados no sería un buen acuerdo", afirmó después Kerry.
El acuerdo que se acaba de aprobar tiene como objetivo "mantener la
temperatura media mundial muy por debajo de dos grados centígrados
respecto a los niveles preindustriales", aunque los países se
comprometen a llevar a cabo "todos los esfuerzos necesarios" para que no
rebase los 1,5 grados y evitar así "los impactos más catastróficos del
cambio climático".
Para lograr ese objetivo, recoge compromisos nacionales de lucha
contra el cambio climático y obliga a los países tanto a rendir cuentas
de su cumplimiento como a renovar sus contribuciones al alza cada cinco
años.
Cada Estado se compromete a tomar las medidas necesarias a nivel
nacional para cumplir lo que dice en su contribución, y los que quieran
podrán usar mecanismos de mercado (compraventa de emisiones) para
cumplir sus objetivos.
Para asegurar que se alcanza el objetivo de menos de dos grados, la
primera revisión de las contribuciones nacionales tendrá lugar en 2018, y
la primera actualización de las mismas será en 2020.
No habrá sanciones, pero existirá un comité de cumplimiento que
diseñe un mecanismo transparente para garantizar que todo el mundo hace
lo prometido, y que advierta antes de que expiren los plazos si está o
no en vías de cumplirse.
Como objetivos a largo plazo, las naciones se proponen que las
emisiones toquen techo "tan pronto como sea posible", reconociendo que
esta tarea llevará más tiempo para los países en desarrollo, y que se
efectúen reducciones rápidas a partir de ese momento.
Además, los países se comprometen a lograr "un equilibrio entre los
gases emitidos y los que pueden ser absorbidos" en la segunda mitad de
siglo, lo que viene a suponer cero emisiones netas, o dicho de otro
modo: que no se pueden lanzar más gases que los que el planeta pueda
absorber por sus mecanismos naturales o por técnicas de captura y
almacenamiento geológico.
El acuerdo obliga legalmente a los países desarrollados a contribuir a
financiar la mitigación y la adaptación en los Estados en desarrollo, y
anima a otros países que estén en condiciones económicas de hacerlo a
que también aporten voluntariamente.
La intención de financiar debe ser comunicada dos años antes de
transferir los fondos, de manera que los países en desarrollo puedan
hacerse una idea de con qué montos cuentan.
No obstante, la mayor parte de las responsabilidades de financiación
no están en el acuerdo sino en la decisión que lo desarrolla (que no es
legalmente vinculante), donde dice que las naciones ricas deberán
movilizar un mínimo de 100.000 millones anualmente desde 2020, así como
revisar al alza esa cantidad antes de 2025.
El texto reconoce la necesidad de poner en marcha un "mecanismo de
pérdidas y daños", asociado a los efectos más adversos del cambio
climático.
El nuevo acuerdo entrará en vigor cuando al menos 55 partes, que
sumen en total el 55% de las emisiones globales lo hayan ratificado.
"Acabamos de adoptar el acuerdo más significativo de la historia, hoy
es día de celebración pero mañana mismo toca ponernos a trabajar para
cumplirlo", apeló en el plenario el comisario europeo de Acción
Climática, Miguel Arias Cañete.
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