BRASILIA.- La economía brasileña, la séptima
del mundo, se hundió aún más en la recesión en el tercer trimestre del
2015, cuando el PIB se contrajo un 1,7% en relación a los tres meses
previos, más de lo previsto.
El PIB de Brasil cayó asimismo 4,5%
de julio a setiembre en relación al 3T de 2014, el mayor retroceso desde
que comenzó la serie histórica hace 19 años, precisó el Instituto
Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE, oficial).
Un conjunto
de economistas consultados por el diario económico brasileño Valor
esperaban caídas menores: -1,3% en este 3T en relación al 2T, y -4,2% en
relación al 3T de 2014.
En el primer y segundo trimestre del año,
la economía de Brasil se contrajo un 0,8% y un 2,1% respectivamente en
relación a los tres meses previos, según las últimas cifras revisadas y
difundidas este martes.
En recesión técnica
desde el 2T, la mayor economía de Latinoamérica va de mal en peor: de
enero a setiembre, el PIB acumula una caída de 3,2% en relación al mismo
periodo del año pasado, el mayor retroceso acumulado desde el inicio de
la serie en 1996.
En la medición de los últimos cuatro trimestres, la contracción del PIB acumula un 2,5%.
"La
primera lectura de las cifras del 3T recuerdan un obituario", dijo
André Perfeito, economista jefe de Gradual Investimentos en Sao Paulo,
que estima que los números pueden empeorar "por lo menos hasta mediados
del año que viene".
El mercado proyecta un retroceso del PIB de
3,19% este año y de 2,04% en 2016. Si se confirman los dos años
consecutivos de recesión, sería la primera vez que esto ocurre en 85
años, desde 1930-31.
La presidenta de izquierda Dilma Rousseff
enfrenta un complejo cóctel que mezcla una contracción de la actividad,
déficit fiscal, una inflación de casi dos dígitos y desempleo creciente.
Su popularidad está en apenas 10%, la oposición pide su juicio político
y el Congreso tarda en aprobar un crucial plan de austeridad.
A
la inmensa corrupción destapada en la estatal Petrobras, que ha golpeado
la economía y llevado a la cárcel a grandes empresarios, banqueros y
figuras del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), se sumó la
decisión de la agencia Standard and Poor's de retirar el grado inversor al país.
Otras
dos grandes agencias, Moody's y Fitch, rebajaron la nota de Brasil al
último escalón y lo dejaron al borde de perder el certificado de buen
pagador.
"Llevar a cabo un ajuste fiscal que mitigue el riesgo
generado por la pérdida del grado de inversión y que logre recuperar la
confiança de los agentes económicos es un factor indispensable" para
revertir la mala racha de los últimos trimestres, "sobre todo la caída
de la inversión total, que persiste desde 2013", estimó el ministerio de
Hacienda en un comunicado.
La economía del gigante
latinoamericano está en un proceso de ajuste recesivo, compuesto por
tres aspectos, explicó el economista Perfeito: una fuerte alza de las
tasas de interés (14,25% anual), un ajuste fiscal -el gobierno paró de
gastar todo lo que puede- y un pesimismo generado por una crisis
política muy severa.
"El ajuste demoró mucho tiempo en
concretarse, y eso creó una situación de agonía prolongada. Es un
proceso que debía ser rápido, pero está siendo muy difícil" debido a la
crisis política y las maniobras de obstrucción al corte del gasto de
parte del presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha,
archirrival de Rousseff, dijo Perfeito.
El
gobierno de Rousseff precisa con urgencia que el Congreso le apruebe la
meta fiscal de 2015, reducida varias veces hasta convertirse en
déficit, porque sino estará violando la ley de responsabilidad fiscal.
La votación podría tener lugar esta misma noche.
Para 2016, espera
mejorar las cuentas y poder generar un superávit fiscal primario (sin
tener en cuenta el pago de intereses de la deuda) de 0,7%, una meta que
parece ambiciosa dados los actuales números.
"Tener un superávit
mínimo el año que viene es esencial. Si no, quedaremos como Grecia, un
país con problemas estructurales, que no consigue ahorrar nada para
pagar la deuda", advirtió el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, en una
entrevista con el diario O Globo publicada el lunes.
"En ese
escenario nadie invertiría (en el país) y el empleo se hundiría",
añadió. Aunque acotó enseguida que "es claro que Brasil, con 200
millones de habitantes, toda la riqueza, la industria y la agricultura
que tiene, no tiene cómo ser la Grecia de los últimos años. Tenemos que
organizarnos y tener la disposición de adoptar las medidas necesarias".
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