BRASILIA.- En toda América Latina, y especialmente en Brasil,
llevan años escuchando que son la tierra del futuro, que un dorado les
espera a la vuelta de la esquina. A pesar del crecimiento y la
consolidación democrática de los países, ese tiempo de prosperidad no
acaba de llegar y la crisis brasileña -con una recesión estimada en 2015
del 3,6%, la peor de los últimos 25 años- amenaza con arrastrar a todos
sus vecinos. América Latina, según un reciente estudio de la Cepal
(Comisión Económica para América Latina y el Caribe), crecerá tan sólo un 0,2% este 2015.
Son muchos los que aún hoy rescatan el libro de 1940 del escritor austriaco Stefan Zweig,
Brasil, país del futuro, para mentar la proyección de un país que
siempre está a punto de convertirse en superpotencia. El propio Zweig,
que vivía en la ciudad brasileña de Petrópolis, se
suicidó junto a su mujer un año después de firmar este ensayo elogioso
de una tierra pacífica y alegre en contraste con una Europa en guerra
contra el nazismo. Hace exactamente cuatro años, el país presidido por Dilma Rousseff se
convertía en sexta economía mundial y lideraba Sudamérica hacia tiempos
dorados con su combinación de desarrollo y ayudas públicas para paliar
la desigualdad.
La misma presidenta que parecía la
gestora perfecta para el gran salto sufre hoy una erosión casi
insoportable tras imponerse en las elecciones de 2014 por los pelos. Un juicio político para destituirla por irregularidades fiscales en el cierre de cuentas del pasado año,
una oposición agria en el Congreso que torpedea sus medidas fiscales
para paliar la crisis y una corrupción endémica en las más altas esferas
políticas y empresariales mantienen al país ingobernable e incapaz de
hallar cualquier atisbo de recuperación.
La Bolsa de São Paulo recibió la pasada semana con desconfianza el relevo al frente del Ministerio de Hacienda. El liberal Joaquim Levy, responsable de los recortes llevados a cabo este año, era destituido por un Nelson Barbosa que debe aplicar la tijera con menos agresividad. Para Ernesto Talvi, director de la inicativa Brookings-CERES
para América Latina, uno de los centros de estudios más influyentes de
la región, la relevancia de esta figura «es relativa y está muy
condicionada al contexto».
«Ningún ministro de Economía podrá sacar un conejo de la chistera mientras exista la parálisis política que hoy vive Brasil. Lo que sí muestra este cambio de ministro es una derrota por parte de la presidenta: quería llevar a cabo un proyecto de austeridad conducido por un equipo ortodoxo y ha sido incapaz». Un proyecto de austeridad conducido por un equipo ortodoxo y ha sido incapaz» del Ministerio de Hacienda. El liberal Joaquim Levy, responsable de los recortes llevados a cabo este año, era destituido por un Nelson Barbosa que debe aplicar la tijera con menos agresividad. Para Ernesto Talvi, director de la inicativa Brookings-CERES para América Latina, uno de los centros de estudios más influyentes de la región, la relevancia de esta figura «es relativa y está muy condicionada al contexto».
«Ningún ministro de Economía podrá sacar un conejo de la chistera mientras exista la parálisis política que hoy vive Brasil. Lo que sí muestra este cambio de ministro es una derrota por parte de la presidenta: quería llevar a cabo un proyecto de austeridad conducido por un equipo ortodoxo y ha sido incapaz». Un proyecto de austeridad conducido por un equipo ortodoxo y ha sido incapaz» del Ministerio de Hacienda. El liberal Joaquim Levy, responsable de los recortes llevados a cabo este año, era destituido por un Nelson Barbosa que debe aplicar la tijera con menos agresividad. Para Ernesto Talvi, director de la inicativa Brookings-CERES para América Latina, uno de los centros de estudios más influyentes de la región, la relevancia de esta figura «es relativa y está muy condicionada al contexto».
«En una especie de década dorada entre 2003 y 2012, el crecimiento supersónico de China, los elevadísimos precios de las materias primas y recursos financieros muy baratos
inundaron las economías emergentes y generaron una falsa sensación de
prosperidad en la región. Ahora que eso se disipó, vemos que en parte el
rey estaba desnudo y, más allá del viento de bonanza, no se hizo lo
suficiente para entrar en la senda del desarrollo», agrega Talvi.
Señala, no obstante, que no se puede ser fatalista si se analiza la
situación con perspectiva histórica: «Hace 35 años prácticamente el 100%
de los gobiernos latinoamericanos eran dictaduras y no había casi
ningún país con una inflación de un dígito. América Latina vivía de
espaldas al mundo y no tenía ni la madurez democrática que tiene hoy,
aunque no sea perfecta, ni la disciplina macroeconómica».
La
inflación sigue siendo el temido monstruo de las economías
latinoamericanas y cuando se disparó un poco fue uno de los detonantes
(junto a la corrupción y la deficiencia de los servicios públicos)
de las históricas protestas sociales de Brasil en junio de 2013. Hoy,
el Banco Central brasileño estima en un preocupante 10,8% la inflación
en 2015.
Aunque el panorama latinoamericano es el peor de los últimos años, sólo Brasil, Venezuela y Argentina decrecerán este año. Venezuela se contraerá un 10%
y su desempeño económico será el peor del mundo este año, con una
inflación del 159% en medio de una crisis de abastecimiento, un clima de
violencia y un terremoto político que ha derrocado al chavismo en el
legislativo pero que el presidente Maduro pretende compensar aumentando
el control del poder judicial.
En cuanto a Argentina, el recién
elegido presidente Mauricio Macri tendrá como reto revertir la
contracción del 0,7% con que el país cerrará el año, primera desde 2002.
Más asfixiante son el 16,8% de inflación y la crisis cambiaria de un
peso devaluado. La conversación entre el padre y el protagonista de la
película argentina Martín Hache sirve aún hoy para reflejar la
frustración que sienten muchos argentinos: «Argentina es una trampa,
sentís que puede cambiar. Lo sentís cerca, ves que es posible, es ya,
mañana, no es una utopía. Y siempre te cagan. Vienen los milicos y matan 30.000 tipos.
O viene la democracia y las cuentas no cierran y otra vez a cagarse de
hambre». Corría el 97 y faltaban cuatro años para el corralito. Una vez
superado aquel bache, Argentina no es un país estable y también se
resfría cuando estornuda Brasil.
México, Chile, Colombia, Ecuador y Perú
seguirán creciendo, pero todos a un ritmo menor. «Todos los países
deberán pasar por una cirugía de diferentes niveles», contempla Talvi en
referencia a unos recortes que considera inevitables tanto en lo
público como en lo privado. Los acuerdos con Estados Unidos y Europa,
una vez recuperados de la crisis, «paliarán en parte los efectos de la
desaceleración de la China» en las economías latinas.
El Mercosur
intenta estos días, en efecto, cerrar acuerdos bilaterales con el
bloque del Pacífico y con Europa. Para Talvi, no se puede esperar que
México asuma el liderato económico que Brasil pierde con su crisis
porque «vive en otra realidad geopolítica mucho más centrada en Estados
Unidos». Por ello, la recuperación de Brasil es indispensable para que
América Latina vuelva a ser la región del futuro o, aún mejor, se
convierta al fin en la del presente.
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