domingo, 27 de diciembre de 2015

Otro año de complicadas relaciones de Rusia con Occidente

RUSIA.- La extensión de las sanciones por Estados Unidos y la Unión Europea (UE), las contramedidas, el congelamiento de la cooperación ruso-estadounidense y la ofensiva de la OTAN significaron en 2015 un deterioro notable de las relaciones con Rusia. 

Durante todo el año dominó una atmósfera tensa, y en muchas ocasiones hostil, cuando menos un visible inmovilismo en la política de la UE en relación con Moscú, tras mantenerse intacto el régimen de sanciones que desencadenó la reacción de Occidente ante la crisis originada en Ucrania por el golpe de Estado de febrero de 2014.

La respuesta antirrusa fue una triada del bloque de los 28 miembros, Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con la intención de aislar política y económicamente a la nación euroasiática, al punto de conducir las relaciones a un nivel de confrontación y deterioro sin precedentes desde 1991.

Se ampliaron en septiembre la lista de funcionarios rusos sancionados y el plazo de vigencia de las restricciones a compañías y bancos por otros seis meses, enfiladas a sectores estratégicos de la economía como la agricultura, el complejo militar-industrial, el energético y el financiero.

El Consejo Europeo anunció la intención de otra prórroga de la política punitiva contra Rusia hasta el 31 de julio de 2016. La decisión podría consumarse durante la cumbre comunitaria o después de ésta, antes del cierre de año.

La más ferviente defensora de las sanciones es la canciller alemana, Ángela Merkel, pese a los estragos de esa política en la economía y el comercio bilaterales.

Berlín sigue condicionando a ciegas la normalización de los vínculos con Moscú a un cumplimiento de los acuerdos de Minsk sobre el conflicto de Kiev con el Donbass, cuando queda mucho por hacer para el establecimiento de una paz duradera entre las partes beligerantes -sobre todo por parte de Ucrania-, cuyo proceso acompaña Moscú.

Durante una visita reciente a Nicosia (Chipre), el canciller Serguei Lavrov insistió en que las acciones de la UE encaminadas a congelar todo vínculo con su país eran contraproducentes y no contribuían a los intereses de crear un espacio único e indivisible de seguridad y cooperación.

Por segundo año consecutivo, siguen sin convocarse las cumbres semestrales Rusia-UE y el consejo bilateral de asociación a nivel de ministros de Relaciones Exteriores.

Rusia lleva un lustro promoviendo la idea de una Europa unida sin líneas divisorias, desde Lisboa a Vladivostok, postulado más cercano hoy a una utopía que a la realidad geopolítica en el llamado Viejo Continente.

Las profundas discrepancias en la visión de solución del conflicto en Siria y en la lucha contra el terrorismo demostraron que la crisis ucraniana y la reunificación de Crimea y Sebastopol con Rusia fueron usadas como punta de lanza para crear un entorno inhóspito a las iniciativas rusas de paz.

Así, los anuncios de Estados Unidos, Reino Unido y de Francia se han quedado en la proclama de cooperar en la lucha antiterrorista, mientras no afloran señales para una coalición unida en ese frente, como propuso el presidente Vladimir Putin en septiembre, al intervenir en la Asamblea General de la ONU. En el plano de las relaciones ruso-estadounidenses, el mayor logro de estos tiempos fue la reapertura del diálogo bilateral en torno a Siria con reiterados encuentros entre los jefes de las diplomacias de los dos países, Serguei Lavrov y John Kerry.

Los más recientes ocurrieron en octubre y noviembre, en Viena, con la presencia de un círculo ampliado de actores internacionales y regionales.

Por decisión de Barack Obama sigue congelada desde marzo de 2014 la labor de la comisión presidencial bilateral.

Las carteras de Defensa, empero, dieron pasos para una reanudación de las consultas, lo cual redundó en la firma de un memorando en que las partes se comprometen a garantizar la seguridad de los vuelos en el espacio aéreo sirio por las acciones de la coalición capitaneada por Estados Unidos, y de la aviación militar rusa, del otro lado.

Un comunicado reciente de la cancillería cataloga de complicada la situación en torno a las relaciones ruso-norteamericanas y la cooperación por una serie de pasos adoptados por Washington, tendientes a la confrontación, bajo el pretexto de la crisis ucraniana.

La administración de Obama no dio señales de disposición a cooperar con Moscú tras el atentado terrorista contra el avión civil ruso en Egipto el 31 de octubre, con saldo de 224 muertos, ni a raíz de los ataques en París, que tuvieron un efecto dominó para la seguridad europea.

Siendo Estados Unidos el horcón de la OTAN, las relaciones del bloque con Rusia están signadas por el contínuum de la confrontación y la ausencia de diálogo. La principal estructura de cooperación -el Consejo bilateral- sigue congelado.

En los últimos 12 meses la alianza intensificó el despliegue de tropas y armamentos en Europa, en la región del Báltico, centro y sur, en una política dirigida a la contención del potencial disuasorio ruso y a un cambio del balance de fuerzas en el continente.

La OTAN no vaciló en tensar la cuerda en torno a Rusia luego del derribo de un avión militar de ese país por un caza turco dentro del espacio aéreo sirio, con una posición indulgente respecto a Turquía, su aliado acusado por Moscú de ser cómplice de los terroristas a través del contrabando de petróleo y el apoyo logístico con armamentos.

El despliegue de la presencia militar hacia el este, cada vez más cerca de las fronteras rusas, es un hecho, lo cual hasta el propio secretario norteamericano de Estado, John Kerry, defendió con vehemencia como una obligación del bloque occidental, de afincarse en tierra, mar y aire, a lo largo y ancho de Europa.

La creciente actividad de las tropas y medios de la OTAN en las proximidades de sus fronteras obliga a Rusia a reforzar sus defensas con la convicción de no caer en la trampa de descuidar su desarrollo económico y social, uno de los objetivos de Occidente con su permanente asedio.

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