MOSCÚ.- Rusia advirtió hoy a Turquía sobre
"nefastas consecuencias" por sus "provocaciones", tras el incidente
ocurrido esta mañana entre una fragata rusa y un pesquero turco en aguas
del mar Egeo.
El viceministro de Defensa, Anatoli Antónov,
convocó al agregado militar de Turquía en Moscú, al que expresó "su
profunda inquietud por la nueva provocación turca", que se suma al
derribo a finales de noviembre de un bombardero ruso Su-24 en la
frontera siria.
"Se le hizo una firme advertencia sobre las
posibles nefastas consecuencias de las imprudentes acciones de la Ankara
oficial en relación con el contingente militar ruso que cumple misiones
contra el terrorismo internacional en Siria", señala el comunicado
castrense.
Agrega que "sólo por pura casualidad se pudo evitar la
tragedia", en alusión a que la fragata rusa "Smetlivi" "se vio obligada a
efectuar disparos de advertencia con armas de fuego" para evitar una
colisión.
"El contraalmirante turco Ahmet Gunes prometió
transmitir inmediatamente a Ankara el contenido de la protesta rusa",
destacó la nota.
Rusia convocó con urgencia al agregado militar
turco después de que su buque efectuara disparos de advertencia para
evitar chocar a unos 22 kilómetros de la isla griega de Lemnos con el
barco de bandera turca, que llevaba rumbo de colisión.
La
tripulación del buque de la Armada rusa localizó esta mañana al pesquero
a unos mil metros por estribor, tras lo que intentó ponerse en contacto
con los pescadores turcos por radio y de manera visual, sin obtener
respuesta.
"Cuando el barco turco se aproximó a unos 600 metros de
la fragata rusa y con el fin de prevenir una colisión se utilizaron
armas de fuego", explicó el Ministerio.
El comunicado precisa que
esos disparos de advertencia se realizaron "cuando el barco turco se
encontraba a una distancia que le impedía ser alcanzado".
"Inmediatamente,
el barco turco cambió bruscamente de rumbo y, sin llegar a entrar en
contacto con la tripulación rusa, prosiguió su deriva a una distancia de
540 metros del 'Smetlivi'", señaló.
Las relaciones entre Rusia y
Turquía no han dejado de deteriorarse desde que un caza turco derribara a
finales de noviembre un bombardero ruso en la frontera siria,
presuntamente después de que éste hubiera violado el espacio aéreo
turco, algo que Moscú niega rotundamente.
Ante la negativa de
Ankara de presentar disculpas formales, el presidente ruso, Vladímir
Putin, ordenó adoptar sanciones económicas contra Turquía, como la
suspensión de vuelos chárter, la imposición de visados, la congelación
de acuerdos comerciales y el embargo a verduras y frutas.
Seguidamente,
Putin acusó a Turquía de derribar su avión para proteger las vías de
suministro del petróleo que el grupo terrorista Estado Islámico (EI)
extrae en los territorios bajo su control en Siria e Irak.
El
presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien ha negado que él y su
familia se enriquezcan con el negocio ilegal de petróleo del EI, como
sostiene Moscú, ha advertido de que a Ankara se le está acabando la
paciencia con la agresiva actitud rusa.
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