ESTAMBUL.- Los ministros de
Finanzas y grandes banqueros del G-20 se mostraron este martes de acuerdo
en la necesidad de apoyar el crecimiento y en la lucha antiterrorista
en el marco de la financiación, pero no pudieron disimular la tensión
sobre Grecia.
La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine
Lagarde, quien también asistió a la reunión de las principales economías
del planeta, destacó en un comunicado que el "tiempo apremia frente al
riesgo de un bajo crecimiento persistente y fuerte desempleo, al que se
enfrentan muchos países".
El G-20 se comprometió a actuar "con determinación" contra estos
riesgos en los frentes monetario y presupuestario, según el comunicado
final de la reunión. Pero, detrás de esta "determinación", las voces no
son unánimes.
Así, el secretario del Tesoro estadounidense, Jack Lew, dijo ante la
prensa que, en Europa, "algunos países tienen un margen de maniobra
presupuestario".
"Deben utilizarlo para aumentar la demanda", subrayó.
Un mensaje dirigido directamente a Alemania, que acaba de registrar
un récord en el sector de la exportación, pero busca al mismo tiempo
equilibrar su presupuesto.
Respecto al delicado asunto del impacto de la bajada de los precios
del petróleo, el G-20 congrega países consumidores, que se alegran de
ello, y países productores preocupados.
"El impacto parece positivo en la economía mundial, pero hay
diferencias significativas de una región a otra", señaló prudentemente
el viceprimer ministro turco, Ali Babacan, cuyo país preside este año el
G-20 hasta la cumbre de jefes de Estado y de gobierno prevista en
noviembre.
Los miembros del G-20 también se comprometen a "reforzar su cooperación" en la lucha antiterrorista.
El ministro francés de Finanzas, Michel Sapin, evocó la "necesidad de
ser mucho más eficaces y coordinados" cuando la congelación de activos
se vuelve necesaria y de vigilar los "pequeños movimientos en efectivo",
que permiten "a los terroristas llevar a cabo sus destructivas
actividades".
Los participantes en la reunión mostraron, como en encuentros
precedentes, su "profunda decepción" respecto al continuo rechazo
estadounidense a una profunda reforma del Fondo Monetario Internacional y
acordaron mantener sus esfuerzos en la lucha contra el fraude y la
optimización fiscal.
La reunión de Estambul también abordó, entre bambalinas, la situación en Grecia, pero en esta ocasión sin lograr un consenso.
El ministro de Finanzas británico, George Osborne, uno de las más
alarmistas, expresó su preocupación sobre los crecientes riesgos de una
"muy mala salida" a esta crisis, lo que le valió una llamada al orden
del comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre
Moscovici.
"De vez en cuando, la solidaridad desde fuera de la zona euro hacia
la zona euro, no estaría mal", dijo Moscovici, la víspera de
una reunión de los ministros de Finanzas de la eurozona, la primera para
el ministro griego del ramo Yanis Varoufakis.
Reino Unido, aunque es miembro de la Unión Europea, no tiene el euro
como moneda oficial, por lo que no participa en las reuniones de los 19
países miembros de la eurozona.
El gobierno griego de Alexis Tsipras, dominado por el partido de
izquierda radical Syriza, quiere abandonar las políticas de austeridad y
los acuerdos alcanzados por el anterior gobierno con los acreedores del
país, y reclama una ayuda financiera mientras prepara un nuevo programa
de reformas y de devolución de la deuda.
A falta de acuerdo, Grecia, que ya no tiene acceso a los mercados de
capitales, podría encontrarse a finales de febrero sin financiación,
máxime cuando ni Berlín, ni Bruselas desean alcanzar nuevos acuerdos sin
tener en cuenta los anteriores.
"No estamos negociando un nuevo programa. Ya tenemos un programa",
declaró en esta línea, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang
Schäuble, para quien los acuerdos cerrados en 2010 y 2012 continúan
vigentes.
"Tiene razón", aseguró poco después Moscovici, quien abogó por
"negociar en un marco colectivo, común, que ya existe, y es el del
programa en curso".