miércoles, 15 de abril de 2015

La Iglesia ortodoxa griega ofrece sus bienes al Gobierno para pagar las deudas del país

ATENAS.- La Iglesia griega se ha mostrado dispuesta a utilizar sus activos para pagar las deudas del país. Así lo ha declarado el Arzobispo de Atenas y del país Ieronymos II en una entrevista a la televisión helena.

La Iglesia ortodoxa de Grecia ha ofrecido sus bienes al Gobierno de Alexis Tsipras para pagar las deudas a las que se enfrenta el país. Así lo ha declarado el Arzobispo de Atenas, Ieronymos II en una entrevista a la televisión helena en la que ha explicado que no se trata de vender activos.

Durante las fiestas de Pascua ortodoxas, el Arzobispo ha ofrecido su ayuda al Gobierno de Syriza: "Si es necesario que cooperemos, estamos aquí". Ha explicado que no tiene intención de vender sus propiedades, pero sí de "trabajar juntos y usar los ingresos para pagar todas las deudas... pero las tierras seguirán en manos griegas".

La institución, muy poderosa en el país, es titular del mayor número de tierras solo por detrás del propio Estado. Entre otros activos, ostenta bienes inmobiliarios de primera línea en la capital. No obstante, no existe un registro público sobre los bienes de la Iglesia.

Mercado del petróleo: los precios bajos, un arma geopolítica / José Sánchez Mendoza *

En el mer­cado del pe­tró­leo, ese otro juego donde tam­bién se apuesta con di­nero y sen­si­bi­li­da­des, tan im­por­tante es ofrecer un buen pro­ducto como anular al com­pe­ti­dor. Eso es lo que hace Arabia Saudí.

Mes tras mes, la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) man­tiene e in­cluso in­cre­menta a ni­veles ré­cord su pro­duc­ción, con­te­niendo los pre­cios del crudo en ni­veles de risa. Y son los sau­díes los ar­tí­fices de esta po­lí­tica.

A pri­mera vista, po­dría pa­recer ab­surdo, in­cluso sui­cida, que el mayor pro­ductor mun­dial se em­pe­cine en des­va­lo­rizar su pro­ducto. ¿Por qué quieren que el pe­tróleo se mal­venda? ¿Y por qué el om­ni­po­tente Obama, sen­tado en su trono de Washington, no da un paso al frente para cam­biar una po­lí­tica que causa cuan­tiosas pér­didas a la in­dus­tria yanqui del 'fracking'?

La lec­tura de la si­tua­ción da un giro de 180 grados si se tiene en cuenta quienes su­fren los daños co­la­te­ra­les: Rusia y Venezuela, los versos sueltos de la geo­po­lí­tica. No im­porta cuántas veces Maduro re­clame un golpe de timón que dé un res­piro a la rui­nosa eco­nomía ve­ne­zo­lana y per­mita re­poner los es­tantes de los su­per­mer­ca­dos. Tampoco im­porta cuán ca­ria­con­te­cido se muestre el gé­lido Putin.

Arabia Saudí, el aliado de Estados Unidos en Oriente Medio, ma­neja las cla­vijas de la OPEP, ha­ciendo de ellas un ga­rrote vil para las arcas de Moscú y Caracas.

Washington, el ár­bitro del mundo, mira para otro lado. A lo que pa­rece, está dis­puesto a hacer algún que otro sa­cri­ficio para man­tener a sus enemigos en ja­que. Inmolar a los em­pre­sa­rios del 'fracking' a cambio de arruinar a Rusia no es un mal ne­gocio para la pri­mera po­ten­cia.

Por su parte, tal y como señala Bloomberg en un ex­tenso re­por­taje, Arabia Saudí per­sigue me­diante esta tác­tica un doble ob­je­tivo: por un lado, y como ya se ha di­cho, des­ha­cerse de la com­pe­tencia del pe­tróleo de es­quisto es­ta­dou­ni­dense. En se­gundo lu­gar, pro­longar lo má­ximo po­sible la ‘era del pe­tró­leo’ antes de que los hi­dro­car­buros sean en­te­rrados como fuente de ener­gía, a fin de tener tiempo su­fi­ciente para cons­truir otro mo­delo de ri­queza.

Mientras el crudo sea ba­rato, no será tan ne­ce­sario in­vertir en ener­gías re­no­va­bles, con lo que éstas tar­darán más en im­po­nerse en el mer­cado. Riad quiere apro­ve­char este re­traso para pre­parar lo mejor po­sible a su ca­pital hu­mano y em­pre­sa­rial de cara a un mundo sin pe­tró­leo.

El fu­turo no pinta muy ha­la­güeño para los que fían su suerte a la apre­cia­ción del crudo. En el ho­ri­zonte se vis­lumbra la des­con­ge­la­ción de las re­la­ciones de Occidente con Irán, otro gi­gante pro­duc­tor. Un even­tual le­van­ta­miento de las san­ciones que pesan contra el ré­gimen de los aya­tolás agre­garía un nuevo sur­tidor de pe­tróleo a un mer­cado ya inun­dado, con lo que su valor se des­plo­maría aún más.

El re­greso persa al ruedo pe­tro­lero in­ter­na­cional le me­tería otro fe­no­menal gol por toda la es­cuadra a la in­dus­tria del 'fracking' es­ta­dou­ni­dense, pero a veces in­cluso ir por de­trás del mar­cador puede ser una es­tra­te­gia. Sobre todo si los peores enemigos de Washington -Rusia y Venezuela- co­rren, sin re­sue­llo, de­trás del ba­lón, gas­tando toda su energía y re­cur­sos.

(*) Director de Distrito Financiero