lunes, 10 de agosto de 2015

Grecia y sus acreedores inician la recta final de las negociaciones para el tercer rescate

ATENAS.- Las negociaciones entre Atenas y sus acreedores sobre un tercer rescate a Grecia se han reanudado este lunes, tras unas reuniones que duraron todo el fin de semana y podrían llegar a buen puerto en las próximas horas, pese a las reticencias de Alemania.

Durante todo el sábado y el domingo hasta bien entrada la noche, los griegos abordaron en un hotel del centro de Atenas las condiciones del nuevo plan de ayuda con sus acreedores de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).
El objetivo del Gobierno de Alexis Tsipras es cerrar el acuerdo a más tardar este martes y someterlo a votación en el Parlamento heleno el próximo jueves.
Atenas necesita dar muestras de buena voluntad aceptando las reformas de saneamiento de la economía del país, a cambio de un plan de ayuda de más de 80.000 millones de euros en tres años.
El domingo, una fuente europea indicó que las discusiones podrían concluir "en 48 horas". Y el ministro griego de Economía, Yorgos Stathakis, consideró el sábado que las negociaciones se encontraban "en su recta final".
Pero aún faltan numerosos puntos sobre los que ponerse de acuerdo, tan diversos como el aumento del impuesto de solidaridad a las mayores rentas o las tasas de IVA en las clases privadas, el combustible para los agricultores o la carne de buey.
Pero también sobre la suerte reservada a los 90.000 millones de euros de deudas incobrables que ensucian el balance de los frágiles bancos griegos. Las opciones barajadas son una cesión a fondos especializados o la creación de un 'banco malo'.
El texto del acuerdo podría ser votado por los diputados griegos el jueves y presentado el viernes a los ministros de Finanzas del Eurogrupo. Este escenario ideal permitiría la entrada en vigor del plan de ayuda antes del 20 de agosto, fecha en la que Grecia debe reembolsar 3.400 millones de euros al BCE.
Dado el buen ambiente actual de colaboración entre Atenas y sus acreedores, inédito desde la llegada al poder del partido Syriza de Alexis Tsipras en enero, no parece que haya riesgos de que los acreedores de Atenas la dejen en una posición que le impida asumir ese pago.
Pese a ello, Alemania parece favorable a no ceder de forma inmediata y alargar lo máximo posible las negociaciones, acordando únicamente una financiación puente a Atenas para que pague al BCE, un gesto similar al que hizo la UE en julio, al prestar 7.000 millones a Grecia tras la conclusión del acuerdo que abría la puerta al tercer rescate. El préstamo sirvió para el pago de 4.200 millones al BCE con vencimiento el 20 de julio, y el reembolso de 2.000 millones debidos al FMI desde finales de junio.
Este lunes precisamente, el Gobierno alemán ha vuelto a la carga y ha dicho por boca de su portavoz, Steffen Seibert, que le parece más importante cerrar con Grecia un acuerdo "exhaustivo" antes que un acuerdo rápido.
La prensa griega ha vuelto a plantear la posibilidad de que Tsipras, que sigue siendo muy popular, convoque elecciones anticipadas próximamente, para consolidarse entre sus bases frente a la oposición al acuerdo por parte del ala más izquierdista de su partido. 
El diario de centro izquierda 'Ethnos' avanza dos posibles escenarios para Tsipras: bien esperar a noviembre para verse fortalecido por eventuales nuevas concesiones de los acreedores a Grecia, o bien aprovechar la dinámica actual y la falta de preparación de la oposición para convocar elecciones hacia mediados de septiembre.

Alemania ha ganado 100.000 millones de euros con la crisis griega

PARÍS.- Alemania, que desde el principio de la crisis económica y financiera ha mantenido una férrea línea frente a Grecia, ha ganado alrededor de 100.000 millones de euros con la misma, según afirma un estudio divulgado este lunes.

"Este ahorro supera los costos generados por la crisis, incluso si Grecia no reembolsa por completo su deuda", ha explicado el estudio realizado por el instituto de investigación económica Leibnitz (IWH). "Por lo tanto, Alemania se ha beneficiado de la crisis en Grecia", ha concluido.
Dicha suma representa el dinero que Alemania ha ahorrado en pagos de intereses gracias a la crisis griega. Por lo general, frente a una crisis, los inversores buscan un refugio seguro para su dinero, y Alemania se "benefició de forma desproporcionada" de este efecto durante la crisis de la deuda griega.
"Cada vez que los mercados financieros se enfrentaban a malas noticias sobre Grecia en los últimos años, las tasas de interés de los bonos del gobierno alemán caían, y cada vez que había una buena noticia, subían."
Alemania ha adoptado un tono firme frente a la crisis griega, exigiendo recortes del gasto y reformas económicas difíciles a cambio de consentir a un nuevo préstamo de los acreedores internacionales. 
La suma estimada de 100.000 millones de euros que Alemania ha ahorrado desde 2010 representa el 3% de su PIB, según el instituto. Los bonos de otros países entre ellos, Estados Unidos, Francia y los Holanda, también se han beneficiado, pero "en un grado mucho menor".

El diktado de Alemania / Ignacio Ramonet *

Sólo en las películas de terror se ven escenas tan sádicas como las que vimos el 13 de julio pasado en Bruselas, cuando el primer ministro griego Alexis Tsipras –herido, derrotado, humillado– tuvo que acatar en público, cabizbajo, el diktado de la canciller de Alemania, Angela Merkel, renunciando así a su programa de liberación por el cual fue elegido, y el cual precisamente acababa de ser ratificado por su pueblo mediante referéndum.

Exhibido por los vencedores como un trofeo ante las cámaras del mundo, el pobre Tsipras tuvo que tragarse su orgullo y tragar también tantos sapos y culebras que el propio semanario alemán Der Spiegel, compadecido, calificó la lista de sacrificios impuestos al pueblo griego de “catálogo de horrores”...

Cuando la humillación del líder de un país alcanza niveles tan espeluznantes, la imagen se queda en la historia para aleccionar a las generaciones venideras, incitadas a no aceptar nunca más un trato semejante. Así han llegado hasta nosotros expresiones como “pasar por las horcas caudinas” (1) o el célebre “paseo de Canossa” (2). Lo del 13 de julio fue tan enorme y tan absolutamente irreal que quizás este día también será recordado en el futuro de Europa como el día del “diktado de Alemania”.

La gran lección de ese escarnio es que se ha perdido definitivamente el control ciudadano con respecto a una serie de decisiones que determinan la vida de la gente en el marco de la Unión Europea (UE) y, sobre todo, en el seno de la zona euro, hasta tal punto que podemos preguntarnos: ¿de qué sirven las elecciones si los nuevos gobernantes se ven obligados a hacer lo mismo que los precedentes en los temas esenciales, es decir, en las políticas económicas y sociales? Bajo este nuevo despotismo europeo, la democracia se define, en menor medida, por el voto o por la posibilidad de escoger y, en mayor medida, por el imperativo de respetar reglas y tratados (Maastricht, Lisboa, Pacto Fiscal) adoptados hace tiempo y que resultan verdaderas cárceles jurídicas sin posibilidad de evasión para los pueblos.

Al presentar a las muchedumbres a un Tsipras con la soga al cuello y coronado de espinas –“Ecce Homo”–, Merkel, Hollande, Rajoy y los otros pretendían demostrar que no hay alternativa a la vía neoliberal en Europa. Abandonad toda esperanza, electores de Podemos y de otros frentes de izquierda europeos; estáis condenados a elegir gobernantes cuya función consistirá en implementar las reglas y los tratados definidos una vez por todas por Berlín y el Banco Central Europeo.

Lo más perverso es que, al igual que en un juicio estalinista a semejanza del “Proceso de Praga”, se le ha exigido a quien más criticó el sistema, a Alexis Tsipras, que sea quien se humille ante él, que lo elogie y que lo suplique.

Los que ignoraban que vivíamos en un sistema despótico lo han descubierto en esta ocasión. Algunos analistas dicen que ya estamos en un momento que podríamos calificar de “postdemocrático” o de “postpolítico”, ya que lo que pasó el 13 de julio en Bruselas demuestra el desgaste del funcionamiento democrático y del funcionamiento político. Además, muestra que la política ya no consigue dar las respuestas que los ciudadanos esperan, aunque voten mayoritariamente a favor de ellas.

La ciudadanía observa, desesperanzada, cómo se exige al partido griego Syriza, que ganó las elecciones y que ganó un referéndum con un discurso contra la austeridad, que aplique con mayor brutalidad la política de recortes que los electores rechazaron. Consecuentemente, muchos se preguntan: ¿para qué sirve elegir una alternativa si la alternativa acaba siendo exactamente una repetición de lo mismo?

Lo que Angela Merkel ha querido demostrar de manera muy clara es que, hoy en día, no existe lo que llamamos alternativa económica, representando ésta una opción contraria a la política neoliberal de recortes y de austeridad. Así, cuando un equipo político elabora un programa alternativo, lo somete a la ciudadanía para que pueda elegir entre éste y otros programas y cuando dicho programa gana las elecciones y un equipo nuevo alcanza legítimamente, democráticamente, la dirección de un país, ese equipo de gobierno, con su proyecto alternativo antineoliberal, descubre que, en realidad, no tiene margen de maniobra. En materia de economía, de finanzas y de presupuestos no dispone de ningún tipo de margen de maniobra porque, además, están los acuerdos internacionales, que “no se pueden tocar”; los mercados financieros, que amenazan con sanciones si se toman ciertas decisiones; los lobbys mediáticos, que hacen presión; los grupos de influencia oculta como la Trilateral, Bildeberg, etc. No hay espacio.

Todo esto significa, simplemente, que el gobierno de un Estado de la zona euro, por mucha legitimidad democrática que posea y aunque haya sido apoyado por el sesenta por ciento de sus ciudadanos, no tiene las manos libres. Sí las tiene si decide realizar reformas legislativas para modificar aspectos importantes de vida social como, por ejemplo, el aborto, el matrimonio homosexual, la reproducción asistida, el derecho a voto de los extranjeros, la eutanasia, etc. Sin embargo, si desea reformar la economía para liberar a su pueblo de la cárcel neoliberal, se encuentra con que no puede hacerlo. Sus márgenes de maniobra aquí son prácticamente inexistentes, no sólo por la presión de los mercados financieros internacionales sino también, sencillamente, porque su pertenencia a la zona euro le obliga a someterse a los imperativos del Tratado de Maastricht, del Tratado de Lisboa, del Pacto fiscal (que exige que el presupuesto nacional no puede tener un déficit superior al 0,5% con respecto al PIB del país), del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (que endurece las condiciones impuestas a los países que necesitan un crédito), etc.

Como consecuencia, se ha creado, efectivamente, en Europa en la actualidad, el estatus de “nuevo protectorado” para los Estados que han pedido un rescate. Grecia, por ejemplo, es gobernada de manera “soberana” para todas las cuestiones que tienen que ver con la gestión de la vida social de sus ciudadanos (los “indígenas”). No obstante, todo lo que tiene que ver con la economía, con las finanzas, con la deuda, con la banca, con el presupuesto y, evidentemente, con la moneda está gestionado por una instancia superior: la tecnocracia euro de la Unión Europea. Es decir, Atenas ha perdido una parte decisiva de su soberanía, el país ha sido rebajado al grado de protectorado.

Dicho con otras palabras: lo que está ocurriendo no sólo en Grecia sino en toda la zona euro –en nombre de la austeridad, en nombre de la crisis– es, básicamente, el paso de un Estado de bienestar hacia un Estado privatizado en el que la doctrina neoliberal se impone con un dogmatismo feroz, puramente ideológico. Estamos ante un modelo económico que está arrebatando a los ciudadanos una serie de derechos adquiridos después de largas y, a veces, sangrientas luchas.

Algunos dirigentes conservadores tratan de calmar al pueblo diciendo: “Bueno, se trata de un mal periodo, un mal momento que hay que pasar. Tenemos que apretarnos el cinturón, pero saldremos de este túnel”. La pregunta es: ¿qué significa “salir del túnel”? ¿Nos van a devolver lo que nos han arrebatado?¿Nos van a restituir los recortes salariales que hemos padecido? ¿Van a restablecer las pensiones al nivel en el que estaban? ¿Vamos a volver a tener créditos para la salud pública, para la educación?

La respuesta a cada una de estas preguntas es “no”. Porque no se trata una “crisis pasajera”. Lo que ocurre es que hemos pasado de un modelo a otro peor. Y ahora se trata de convencernos de que lo que hemos perdido es irreversible. Lasciate ogni speranza (3). Ése fue el principal mensaje de Angela Merkel el pasado 13 de julio en Bruselas mientras exhibía, cual teutónica Salomé, la cabeza de Tsipras en una bandeja...

(*) Periodista y editor de 'Le Monde Diplomatique' para España.


(1) La batalla de las Horcas Caudinas tuvo lugar el año 321 a. C., entre los ejércitos romano y samnita. Los samnitas de Cayo Poncio, gracias a su posición estratégica, rodearon y capturaron a un ejército romano de unos 40.000 hombres. Los soldados fueron desarmados, despojados de sus vestimentas y, únicamente con una túnica, fueron obligados a pasar de uno en uno por debajo de una lanza horizontal dispuesta sobre otras dos clavadas en el suelo, lo que les obligaba a inclinarse como condición para ser liberados. Esta derrota es el origen de la frase “pasar por las horcas caudinas” o “pasar bajo el yugo”, utilizadas en varias lenguas occidentales cuando hay que pasar un trance difícil, humillante y deshonroso por la fuerza.
(2) El “paseo de Canossa” hace referencia al viaje del emperador Enrique IV del Sacro Imperio Romano Germánico desde Espira (Speyer, Alemania) al castillo de Canossa (Italia) para ver al Papa Gregorio VII en enero de 1077. El objetivo era solicitarle que le levantara la excomunión. Cuando llegó a Canossa, Enrique IV tuvo que permanecer arrodillado a las puertas del castillo tres días y tres noches, nevando, vestido como un monje, con una túnica de lana y descalzo, para poder conseguir el perdón papal. Hoy en día, la expresión “Paseo de Canossa” (“Gang nach Canossa” en alemán, “Walk to Canossa” en inglés, “Aller à Canossa” en francés y “L’umiliazione di Canossa” en italiano) se usa para señalar una petición humillante.
(3) “Abandonad toda esperanza”, Dante Alighieri, La Divina Comedia. El Infierno. Canto III.