La mayor economía del mundo (o la segunda mayor, según el baremo que
se utilice) no está satisfecha con su divisa, el yuan. Y el Banco
Central ha decidido rebajar su paridad frente al dólar en un 1,86% para
tratar de frenar el descalabro comercial que reflejaron sus cuentas del
pasado mes de julio, cuando las exportaciones registraron un retroceso
del 8,3%.
Los movimientos que está protagonizando China en las últimas semanas,
los más importantes en torno a la actividad bursátil y la gestión de
sus empresas públicas, ponen de relieve un creciente nerviosismo de las
autoridades de este país ante el gradual recorte de sus expectativas de
crecimiento económico. La dirección en la que están actuando las
autoridades chinas apunta en principio a una creciente liberalización,
pero la gestión de la economía parece sometida a tensiones inesperadas,
que el Gobierno del país está afrontando con un cierto grado de
precipitación. Este hecho ha llevado a algunos a temer que China esté
incubando una crisis de alcance global que podría tener consecuencias
considerables para el resto del mundo.
Con este último movimiento de reducción del valor de su divisa, China
se une a otros dos importantes competidores mundiales que aplicaron
políticas depreciatorias en los últimos meses, Japón con el yen y la
Eurozona con el euro, aunque el movimiento de este martes apenas
compensa a China de su apreciación de los últimos meses frente a ambas
divisas, ya que el yuan frente al yen se había apreciado más del 20% y
frente al euro en torno a un 17%. Los productos chinos se habían
encarecido de forma notable en estos mercados.
Estamos, por lo tanto, ante un nuevo episodio de la guerra de las
divisas, en la medida en que China pretende recuperar fuerza en el
comercio mundial, para remediar el deterioro de sus exportaciones, de
las que dependen muchos millones de empleos en este país. Dado que China
conserva un apreciable superávit comercial, a pesar de la caída de sus
exportaciones en julio pasado, la devaluación de su tipo de cambio no
parece que vaya a lograr avances importantes en la corrección de su
mermada competitividad. Un escaso 2% de depreciación frente al dólar
deja al yuan en una posición todavía de notable fortaleza frente a las
demás divisas de otros países competidores, como Corea del Sur, que
había mejorado su posición cambiaria frente al yuan chino en torno a un
11% en los últimos meses, dañando de este modo las expectativas y las
posibilidades comerciales del gigante chino.
Las autoridades chinas han defendido su decisión como un intento de
dotar a la divisa doméstica de una mayor autenticidad en su valor en
relación con lo que demanda el mercado. Pero China ha tenido siempre muy
controlada su divisa por parte del banco central y generalmente ha
fijado un tipo de cambio que favorece sus intereses comerciales con
objeto de apoyar las exportaciones y en suma el crecimiento económico.
La medida adoptada este martes tiene en todo caso un significado también
diplomático, ya que China pretende que el yuan sea incluido en el
paquete de divisas internacionales que conforman el valor de los DEG
(Derechos Especiales de Giro), la divisa teórica que gestiona el Fondo
Monetario Internacional para sus operaciones entre países. Entrar en
esta cesta de divisas es un importante paso para Pekin porque situaría a
China en la élite de las finanzas globales, aunque para llegar a esa
admisión, la liberalización de la divisa china debe mostrar una mayor
autenticidad, como le están exigiendo tanto desde el Fondo Monetario
como desde algunos países desarrollados y otras organizaciones
internacionales.
La actual fase de debilitamiento de la economía de China puede ser el
origen de importantes medidas liberalizadoras. China hará todo lo que
sea necesario para preservar su ritmo de crecimiento económico por
encima cuando menos del 7%.
(*) Periodista y economista
http://www.republica.com/retablos-financieros/2015/08/11/china-de-rebajas/