ATENAS.- El primer ministro griego, Alexis Tsipras ha conseguido que el Parlamento apruebe el tercer rescate del país,
según lo ha acordado con los acreedores, pero su Gobierno ha quedado
muy debilitado por las numerosas disidencias en el seno de Syriza.
Tras
un maratoniano debate, que comenzó con mucho retraso debido a las
diferencias sobre el procedimiento parlamentario, el acuerdo sobre el
tercer programa recibió el amplio respaldo de la Cámara, gracias al apoyo de la oposición (222 votos a favor, 64 en contra, 11 abstenciones y 3 ausencias en una Cámara con 300 diputados).
Aunque
ya se preveía que el Ejecutivo debería respaldarse en los otros
partidos para conseguir su objetivo, como en las dos votaciones
anteriores, no deja de ser alarmante que hasta 47 diputados de Syriza
hayan dado la espalda a su formación.
La prensa local apunta a que este debilitamiento de la mayoría parlamentaria del Gobierno
llevará a la convocatoria de una moción del confianza, que tendría
lugar después del primer desembolso del rescate que, en caso de ser
aprobado hoy por la eurozona, se realizará antes del día 20. En esta
fecha Grecia debe devolver al Banco Central Europeo 3.400 millones de
euros.
Entre los diputados díscolos ha habido personalidades tan destacadas como la presidenta del Parlamento, Zoé Konstandopulu, o el ex ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, quien en su intervención destacó que apoya al Gobierno y a Tsipras, pero que no podía secundar el rescate.
Varufakis
dijo incluso que estaba dispuesto a dejar su escaño si es necesario
para que el Ejecutivo mantenga su mayoría parlamentaria.
Desde el
inicio del debate en las comisiones ayer por la mañana, la sesión estuvo
marcada por los enfrentamientos entre Konstandopulu y varios miembros
del Gobierno.
La presidenta de la Cámara mostró sus reticencias al procedimiento de urgencia propuesto por el Gobierno y llegó a plantear que la votación se aplazase a la mañana del viernes.
Durante
su intervención, Tsipras defendió el tercer rescate como una "elección
forzosa" del Gobierno, que tras "agotar todas las vías de negociación",
tuvo que elegir entre un programa de ayuda con el euro o el dracma como
moneda nacional.
"Ante un ultimátum para la salida temporal de Grecia de la eurozona,
tomamos la responsabilidad hacia el pueblo griego de seguir con vida y
continuar la lucha en lugar de elegir el suicidio (la salida del euro)",
dijo Tsipras.
El líder de la oposición, el conservador Vangelos
Meimarakis, afirmó que su partido respaldaba el acuerdo ante la
necesidad de mantener al país en la eurozona, pero instó al Gobierno a
"restaurar la estabilidad".
La conservadora Nueva Democracia ha
asegurado que tratará de impulsar medidas para "paliar las injusticias
de una serie de grupos sociales, en particular los agricultores", a
quienes se les eliminan las exenciones fiscales.
La presidenta de los socialdemócratas de Pasok, Fofi Yenimatá, calificó este plan como el peor programa de rescate de los tres y criticó la actitud del Ejecutivo en las negociaciones, pues actuó "sin rumbo" y agotó "las reservas del Estado griego".
Por
otro lado, el Gobierno se ha centrado en resaltar los logros del
acuerdo y, en particular, el punto más recalcado ha sido la rebaja de
los objetivos presupuestarios, lo que permitirá el crecimiento.
A
cambio del tercer rescate, Grecia tendrá que aplicar ajustes que
supondrán del 4 % al 5 % del PIB, algunos de ellos en materias tan
sensibles como las pensiones, el IVA o las privatizaciones. Por ello recibirá en un periodo de tres años hasta 86.000 millones de euros.
Sorteado
el obstáculo de la aprobación del rescate y a la espera de que el
Eurogrupo ratifique hoy el acuerdo, Tsipras debe lidiar ahora con las
disidencias en Syriza.
En una declaración conjunta publicada este jueves, el ex ministro Panayotis Lafazanis ha anunciado la creación de un movimiento antirrescate
que aboga por la movilización social para combatir las políticas que
implementará el nuevo programa, lo que se considera el preludio de la
escisión de Syriza.