BANGKOK.- La desaceleración de
la economía china y la devaluación del yuan determinaron que las bolsas
de valores del Sudeste asiático cerrasen agosto con pérdidas, por
encima de otras razones como el petróleo o los tipos de interés en
Estados Unidos.
China es el principal socio comercial de la Asociación de Naciones
del Sudeste Asiático (ASEAN) con un volumen de intercambio que ambas
partes prevén alcanzará los 500.000 millones de dólares (444.858
millones de euros) en 2015.
La ASEAN está formada por Birmania (Myanmar), Brunei, Camboya,
Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam.
Esta relación explica la reacción de las principales plazas
bursátiles del Sudeste asiático en agosto: Singapur (-8,78 %), Filipinas
(-5,98 %), Indonesia (-6,10 %), Malasia (-6,41 %), Tailandia (-4,71 %) y
Vietnam (-9,07 %).
La misma tendencia se vivió en las plazas de Asia Oriental este mes:
Shanghái (SHCOMP -12,49 %), Hong Kong (HSI -12.04 %), Corea del Sur
(Kospi -4,37 %) y Japón (Nikkei -8,23 %).
El cómputo de los últimos doce meses también sale negativo en el
Sudeste Asiático para todos menos para uno: Singapur (-12,19 %),
Filipinas (0,68 %), Indonesia (-12,21 %), Malasia (-13,58 %), Tailandia
(-13,27 %) y Vietnam (-11,29 %).
Agosto empezó con los inversores atentos al precio del crudo, cuyo
preció acabó el mes casi inalterado respecto al comienzo pese a sufrir
fuertes caídas, y la prevista subida de los tipos de interés en EEUU en
una fecha que aún debe anunciar la Reserva Federal (Fed).
Las jornadas transcurrieron en esta tónica, sazonadas por datos
económicos desalentadores de las dos primeras economías del mundo, hasta
el 11 de agosto, cuando China devaluó un 1,86 % la cotización del yuan
con respecto al dólar estadounidense.
Al día siguiente, el Banco Popular de China (emisor) rebajó el yuan
otro 1,62 %,; y el 13 de agosto, un 1,1 % más, para, a continuación, dar
por concluido el ajuste y la reforma del sistema cambiario.
"China no es una economía más. Es una economía de 10 billones de
dólares y cualquier acción que adopta en su política monetaria afecta al
mundo entero", recordó el analista Goh Eng Yeow en el diario
singapurense The Straits Times.
La devaluación del yuan coincidió además con la difusión de datos que
reforzaban la impresión de una desaceleración más pronunciada de lo
previsto en la economía china.
La polémica estaba servida: unos analistas hablaron de guerra de
divisas, otros reclamaron a Pekín medidas para reactivar la economía y
los más alarmistas vaticinaron una nueva crisis mundial "made in China".
Estos comentarios y otros similares alimentaron la inquietud y la
volatilidad en los mercados, que bajaron una jornada tras otra.
"Wall Street vive un viernes negro que remata su peor semana en
cuatro años" (día 21). "La Bolsa de Shanghái sufre su mayor caída en
ocho años y entra en pérdidas anuales" (día 24), fueron titulares de
prensa esos días.
"La caída de China es real, y no se restringirá solo al mercado
bursátil. Durante los últimos treinta años, China ha disfrutado el lado
bueno del capitalismo. Ahora tendrá que navegar por el reverso", apuntó
el economista australiano Steve Keen el 24.
Las autoridades chinas actuaron con celeridad para cortar la sangría
bursátil: el 25 bajaron los tipos de interés en un cuarto de punto e
inyectaron en el sistema bancario 23.400 millones de dólares (19.430
millones de euros) y el 26 aportaron otros 21.800 millones de dólares
(20.856 millones de euros).
La última jornada bursátil en el Sudeste asiático concluyó hoy con
sentimiento mixto, resultado que aplaza para septiembre la comprobación
de si los mercados han pasado página o se preparan para una secuela.