Veíamos la semana anterior y la pasada, algunas complicaciones
recientes de la economía china -crisis bursátil y ajustes monetarios-, y
hoy nos referiremos a cómo la desaceleración que está experimentándose
en ese gran país, preocupa profundamente a todo el mundo. Pero sobre
todo a los países emergentes, por la fuerte caída de precios de la
energía y las materias primas[1].
Durante años, las exportaciones de commodities a China
crecieron a tasas de dos dígitos, pero eso dejó de suceder en 2014. Y en
esa dirección, BHP Billiton, la mayor empresa minera del planeta, que
registró en 2010 unos beneficios de 23.600 millones de dólares, en 2014
quedó en solo 1.900 millones[2]. Muestra tendencial de lo que está
sucediendo en todo el sector minero, igual que en el agrícola.
Se trata de una situación cambiante: los emergentes, y esencialmente
los BRICS[3], se suponía que iban a dar forma al futuro del mundo, e
incluso dominarlo. Idea que en los últimos tiempos ha ido perdiendo
fuerza, por la recesión en que han entrado Rusia y Brasil. Entre otros
factores en contra, por los ya mentados precios a la baja en los
productos básicos, y también porque el fracking está en
desplome por caída de los precios de los crudos convencionales, lo mismo
que el gas natural y el carbón. Y además, pesa la previsión de subida
de los tipos de interés de EE.UU., e incluso los efectos de la corriente
de El Niño, que este año viene con malos augurios. Como también hay mucho de mal gobierno, corrupción, etc.[4].
En el caso de Brasil, su economía parecía dirigirse a una especie de
auge perpetuo, pero luego, apenas ha crecido desde 2013, y en 2015 entró
en recesión por los precios de sus principales exportaciones a la baja.
Todo ello cuando se suponía que la economía era ya lo suficientemente
desarrollada como para no depender tanto de las cosechas agrícolas y de
las industrias extractivas.
Más específicamente, Brasil se frenó en seco en 2014 con un exiguo
incremento del PIB de un 0,1 por 100, después, de haber registrado un
2,7 por 100 el año anterior. Y con la previsión del Banco Mundial para
2015 de una caída del PIB al menos del 2,0 por 100. Lo que significa que
el poderío exportador de la principal economía del área iberoamericana
flaquea; con las inversiones foráneas retrayéndose, y con los pesados
lastres de la corrupción y el exceso de burocracia, que continúan siendo
las más penosas rémoras.
En un intento poco o nada convincente, el gobierno de Dilma Rousseff presentó en agosto de 2015 su Agenda Brasil: un conjunto de 28 medidas destinadas a frenar la recesión. El plan, etiquetado como business-friendly
por el Gobierno Rousseff, incluyó mejoras en disciplina fiscal, y
fomento de los negocios y de las infraestructuras; y ajuste social, con
la introducción del copago sanitario y el retraso de la edad de
jubilación. Y con tales ideas en el gobierno de Brasilia, lo mismo que
sucedió con China, los analistas interpretaron de inmediato que las
cosas del país podían estar peor de lo que se ha admitido hasta ese
momento[5].
El otro caso de BRICS antes mencionado es Rusia. Que se ve seriamente
afectado por las sanciones económicas de Occidente a causa de la crisis
de Ucrania; algo que se compensaba por la suposición de que China iba a
ser la gran salvadora financiera, especialmente a la vista de que en
2014 se firmó un contrato de suministro de gas natural con la República
Popular por valor de 400.000 millones de dólares; conforme al cual se
financiaría un gasoducto de casi 4.000 kilómetros para transportar el
combustible desde Siberia. Pero los precios que el gigante asiático está
ahora dispuesto a pagar por esa energía se han desplomado, de modo que
la construcción de la mencionada infraestructura podría demorarse; al
igual que otros proyectos ruso-chinos. En esas circunstancias, el Banco
Mundial prevé una caída del PIB de nada menos que un 2,7 por 100 para
2015, en una confirmación de la tendencia negativa iniciada en el verano
de 2014.
En lo que se refiere a otro miembro de los BRICS, India -con su nuevo
primer ministro Narendra Modi-, parece mantener un buen ritmo de
expansión[6], a velocidad inalcanzable para las economías más avanzadas.
Pero también sufre ya una notable desaceleración, no obstante los
anuncios de Modi de corregir problemas endémicos como los insoportables
niveles de pobreza.
Por último, Sudáfrica, el último de los BRICS, no acierta a mejorar
la falta de cualificación de su mano de obra y sigue ceñida a la
exportación de carbón, metales y otras materias primas. Pese a ello, su
curva es la única entre los países emergentes que remonta en 2015.
Algo parecido a lo ya visto para Brasil, Rusia, India y Sudáfrica en
la relación de los BRICS con China, sucede con otros países emergentes.
Ese es el caso de Indonesia, que crece, pero a un ritmo decepcionante
para sus expectativas anteriores (4,7 por 100 anual en 2015). Igual que
sucede con Turquía, donde el crecimiento ha bajado al 2,3 por 100 en
2014-2015; un porcentaje menguado por comparación con los años de vacas gordas (2010 y 2011), cuando avanzaba al 9 por 100.
En lo concerniente a las monedas de los países emergentes que más
comercian con China, inevitablemente cayeron con fuerza después de que
Pekín devaluará su moneda, ya que los inversores habían apostado por un
Rmb cada vez más débil, en paralelo a las tendencias de sus economías en
deterioro[7]. Y es que las exportaciones de los emergentes a China
equivalen, en los principales de ellos, a más del 10 por 100 de su PIB,
lo que mide el fuerte grado de dependencia de la mayor economía de Asia;
por lo que sus monedas se vieron afectadas por la devaluación china.
Todo lo indicado, sugiere la existencia de una guerra de divisas
entre naciones en desarrollo; que podría ser más perjudicial de lo que
inicialmente se ha pensado, al llevar a una reducción en el comercio
mundial en lugar de reasignar un nivel mayor de operaciones entre ganadores y perdedores[8].
En la dirección apuntada, el Financial Times comparó los
cambios en el valor de las monedas de los países emergentes en un año
cero, con sus volúmenes comerciales en el año uno; llegando a la
conclusión de que el hecho de tener una moneda más débil no da lugar a
ningún aumento en los volúmenes de exportación. En cambio, sí que generó
una caída de los volúmenes de importación de alrededor de 0,5 por 100
por cada punto de porcentaje en el que la moneda se depreció frente al
dólar, por la menor demanda de bienes importados.
Vemos pues que China está ocasionando turbulencias importantes en
todo el planeta, y especialmente entre los emergentes. Seguiremos
reflexionando sobre estos temas en próximas entregas a los lectores de Republica.com.
(*) Catedrático de Estructura Económica de la Universidad Complutense de Madrid
[1] Roger Blitz, “Global worries hold EM valuations in check”, Financial Times, 2.IX.2015.
[2] Laurie Burkitt, “¿Quién gana y quién pierde en China?”, Expansión, 31.VIII.2015.
[3] En 2001, Jim O’Neill, economista jefe de Goldman Sachs, agrupó
bajo ese acróstico las iniciales, de Brasil, Rusia, India y China. «Los
BRIC -BRICS a veces, al incluir Sudáfrica- más Corea del Sur y México
-dijo entonces O’Neill- no deberían ser considerados ya como simples
mercados emergentes en el sentido clásico, sino que deberíamos mirarlos
como partícipes de la moderna economía globalizada». Por lo demás, el
fenómeno BRIC se manifiesta en términos análogos en otras áreas en
rápida expansión, como lo son el Golfo Pérsico, con los Emiratos Árabes
Unidos, Arabia Saudí, Omán, Qatar, Bahrein y Kuwait, que han surgido
como nuevos protagonistas en el universo financiero; al lado de
Singapur, Corea del Sur y las naciones de la ASEAN en el Sudeste
asiático. Los BRIC, sin constituir un bloque autoorganizado, sí que
suponen una categoría de países, muy promisoria, en términos de
expansión; merced a la amplitud de su territorio, ingente población,
capacidades energéticas, y otras ventajas comparativas. Con todo lo cual
imprimen fuertes impulsos a la economía mundial, hasta cierto punto
compensadores de las flaquezas de otras áreas en menor crecimiento. En
ese sentido, en julio de 2009 Rusia convocó en Moscú una primera reunión
informal de los BRIC, que ahora ya está en su quinta edición. Tras el
grupo BRICS, en los últimos tiempos, se ha identificado uno nuevo, con
el acróstico MINT; expresivo de México, Indonesia, Nigeria y Turquía.
[4] Bill Emmott, “La burbuja de los emergentes”, El País, 22.VIII.2015.
[5] John Müller, “Emergentes en emergencia”, El Mundo, 14.VIII.2015.
[6] P.M. Díez y G.D. Olmo, “El frenazo de China muestra la flaqueza de los países emergentes”, ABC, 18.VIII.2015.
[7] Anjani Trivedi y Chao Deng, “Yuan move drags down Asian emerging economies”, The Wall Street Journal, 14-16.VIII.2015.
[8] Steve Johnson, “Emerging market currency wars threaten to cut back world trade”,
Financial Times, 1.IX.2015.