WASHINGTON.- La aplicación del acuerdo nuclear
internacional con Irán marca un importante avance en el cauteloso
acercamiento entre Washington y Teherán, pero implica un aumento de las
tensiones con Arabia Saudita.
Mientras el gobierno del presidente
Barack Obama insiste en que su objetivo es únicamente impedir el aumento
de las armas nucleares, los observadores detectan un esfuerzo por
generar un nuevo equilibrio.
Ese esfuerzo arrojó frutos esta
semana con la liberación de 10 marinos estadounidenses capturados en el
Golfo por fuerzas iraníes, la liberación de cinco prisioneros en Irán y
la aplicación formal del acuerdo.
No obstante, inevitablemente,
con la confrontación entre Teherán y Riad, el acercamiento con el
gobierno chiita de Irán solo puede alimentar la paranoia de las
monarquías sunitas del Golfo, tradicionalmente estrechas aliadas de
Estados Unidos.
"Una de las visiones de Obama para esta región, al
menos en el Golfo, es el equilibrio. Utiliza mucho esa frase", dijo
Frederic Wehrey, del Carnegie Endowment for International Peace.
Más
allá de las guerras en Siria y Yemen, donde las fuerzas respaldadas por
Riad luchan contra las fuerzas respaldadas por Teherán, una paz
regional abarcadora sólo podría darse cuando ambos construyan una
relación de confianza.
Y, más allá de las ambiciones de
Washington, las potencias regionales rivales están muy lejos de eso. De
hecho, el compromiso de Estados Unidos e Irán en el marco del acuerdo
nuclear solo ha servido para poner a Arabia Saudita muy ansiosa.
En
Año Nuevo, Riad ejecutó a un clérigo chiita por sedición, levantando
protestas en Irán que llevaron al saqueo de la embajada saudita y a la
ruptura de las relaciones diplomáticas.
Wehrey dijo que Obama
espera que si ambos rivales "no logran alcanzar una distensión o un
acercamiento, al menos mantengan el equilibrio y logren más o menos
seguir adelante", para que Estados Unidos pueda enfocarse en Asia.
"Por supuesto que esa esperanza de equilibrio se ha quebrado", agregó el también académico de la Universidad de Oxford.
Los
expertos predicen que una vez que se empiece a aplicar el acuerdo
nuclear con Irán, Obama realizará una visita a la península arábiga para
aplacar a los gobiernos saudí y de los emiratos.
El secretario de Estado John Kerry viajó el jueves a Londres para conversaciones con su enojado homólogo saudí, Adel al-Jubeir.
Jubeir,
exembajador en Washington, está acostumbrado a ser escuchado y obtener
solidaridad de su aliado, pero Kerry dejó en claro desde el principio
que había asuntos que discutir.
Kerry no lo dijo, pero fuentes en
Washington indicaron que el gobierno estaba consternado por la ejecución
del clérigo Nimr al Nimr, que empeoró dramáticamente la crisis.
"Estados
Unidos está y estará con sus aliados y amigos en la región. Pero
también queremos que la diplomacia funcione", dijo Kerry a los
periodistas antes de las conversaciones con su par saudí.
De
su lado, Jubeir recordó a Kerry que Arabia Saudita había trabajado
estrechamente con Estados Unidos en el pasado. Y tuvo palabras duras
para referirse a los dirigentes iraníes, a los que Washington busca
seducir.
Al ser consultado si estaba preocupado por el
levantamiento de las sanciones contra Teherán, Jubeir respondió a los
periodistas: "Todos los países del mundo están preocupados".
"El
historial de Irán es uno de guerra y destrucción, terrorismo,
desestabilización, interferencia en los asuntos de otros países",
insistió, luego de reunirse con Kerry.
Jubeir había considerado en
la semana una amenaza para Estados Unidos que las fuerzas iraníes
capturaran a diez marinos estadounidenses en el Golfo.
Pero los
marinos fueron liberados 16 horas después de su captura y el
Departamento de Estado atribuyó la resolución del asunto a las buenas
relaciones de Kerry con el canciller iraní.
"En
mi opinión, lo primordial para Obama es proteger el acuerdo con Irán",
dijo Karim Sadjadpour, experto en asuntos iraníes y socio del Carnegie
Endowment.
"Uno podría argumentar que no solo es lo principal de
su agenda para Medio Oriente, sino que su gobierno cree que puede ser la
coronación de un logro de política exterior", agregó.
Antes de la
revolución islámica de Irán, los presidentes de entonces, Richard Nixon
entre ellos, tenían una estrategia para mantener los vínculos tanto con
el sha de Irán como con Arabia Saudita.
Después de que Estados
Unidos cortara los lazos con Teherán en 1979 ante el drama de los
rehenes en la embajada en Teherán, Riad pasó a ser el socio preferido, y
con el boom del petróleo, resultó además un socio rico.
No obstante, el equilibrio de poder ha cambiado en los últimos años.
Riad
culpa a Washington por el aumento de la influencia de Irán en Irak tras
el fin del régimen de Sadam Hussein. También está desilusionada de que
Estados Unidos no haya apoyado a su derrocado amigo egipcio Hosni
Mubarak y de que haya respaldado la "primavera árabe".
"Creo que
este es el temor fundamental, una especie de celosía estratégica de que
Estados Unidos se esté inclinando hacia una suerte de equilibrio con
Irán", dijo Wehrey.
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