Bajada de los
índices chinos, 400 puntos entre septiembre y enero, junto a una
devaluación del yuan, que ha pasado de 6,20 yuanes en enero de 2015 a
6,59 yuanes en enero 2016 por dólar. La suspensión de las cotizaciones
bursátiles decretadas por las autoridades chinas no han tenido éxito.
Incluso ha sido un arma que se ha dado la vuelta en su contra. El
problema está en la economía china, en retroceso.
En
efecto, la congelación de venta de acciones por un valor
equivalente a 190.000 millones de dólares ha sido interpretada
por los mercados como un riesgo equivalente al de aquel que "amontona
madera seca junto a un fuego".
Las cotizaciones de los
valores cotizados en las bolsas chinas habían alcanzado en
septiembre de 2015 cotas elevadísimas precisamente cuando la
economía daba muestras de cansancio y resultaba más evidente el
alto endeudamiento de muchas empresas públicas con dificultades
financieras.
En esas circunstancias las declaraciones de
Xi Jingping sobre la necesidad de reformas estructurales al
estilo de Reagan o Thatcher no contribuyeron a calmar los mercados
cuando los inversores percibibían una fuerte contracción de la
demanda externa e interna.
El valor de las acciones bajaba rápidamente y el yuan también,
aunque con más parsimonia. Las reservas de divisas del Banco
Central de China ascienden a 3,4 billones de dólares (trillions
anglosajones).
Joe Zhang, autor de "¿Is China State Sector
Doomed?" escribe en el Finantial Times: "China debe celebrar el
colapso de sus bolsas de valores". Se intentó frenar la caída de las
cotizaciones, descenso de un 7%, cerrando el mercado para
comprobar que la ley de hierro de la oferta y la demanda no es fácil
de sortear. Marcha atrás y libertad de mercado para encontrar un
punto de equilibrio.
¿Significa esto que las autoridades
chinas de tutela han abandonado las fantasías intervencionistas
cuando se trata de un mercado con muchos oferentes y demandantes?
Ahora bien, el Partido Comunista Chino ha dado muestras de aceptar
cambios radicales desde el Gran Salto Adelante y la Revolución
Cultural de Mao al capitalismo de estado de Deng Xiaoping. Ahora un
nuevo mensaje, el de la supply-side economy.
China, al decir de
los observadores, FMI incluido, necesita replantearse su
modelo de crecimiento. La acumulación de capital vía
beneficios empresariales coincide con una débil demanda
interna. Pero estimular el consumo implica elevar los salarios y
bajar los impuestos. Keynesianismo y supply-side dándose la mano.
Estimular el consumo es imperativo, reducir el peso de las
empresas públicas, también. Más privatizaciones, menos
intervencionismo y menos burocracia.
¿La caída de las
cotizaciones es una tragedia? Los valores actuales están todavía
un 40% más elevados que a mediados del pasado año. Pero la
corrección se está imponiendo estimulada por la depreciación
del yuan que, a su vez, incentiva la salida de capitales. Pero el
desplome de las bolsas no afecta a la gran mayoría de la población,
ni a la actividad económica y sobre todo no merma la autoridad del
Partido Comunista de China. Dónde si ha influido es en el ancho mundo
del capitalismo financiero.
Por lo pronto, el sector real de
la economía española no va a sufrir una contracción en su
vertiente exportadora. El mercado chino es apenas la cuarta parte
de lo que significa Portugal en las ventas españolas al exterior.
En efecto, exportaciones por un valor de 3.700 millones de euros a
China y 15.000 millones a Portugal en los 10 primeros meses de 2015.
Por el contrario compras en Portugal por valor de 9.000 millones y de
20.000 millones en China.
Esta enorme diferencia entre
exportaciones e importaciones harán que el déficit comercial
con China a fines de año alcance los 20.000 millones de euros, es
decir, un 2% del PIB español. La devaluación del yuan y la
contracción de la demanda interna china favorece la situación
actual. España continuará siendo un animador de la demanda de
productos chinos, es decir, de un país cuyo sistema productivo
sigue sin ser aceptado, desde los Estados Unidos a Italia, como el de
una "economía de mercado". Un sistema productivo manipulado al
que se le pueden aplicar medidas proteccionistas aunque forme parte
de la Organización Mundial de Comercio.
Me pregunto, en mi paseo
por El Retiro, si somos conscientes de esta negligente
condescendencia y sus consecuencias en una buena parte de la
industria española. La única preocupación es la repercusión de
las bolsas chinas en nuestro mercado de valores.
(*) Economista del Estado en España
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